domingo, 27 de abril de 2014

ROBERTO JUARROZ: LA VERTICALIDAD


Buen día a todos, terminadas ya las vacaciones de Semana Santa, todos volvemos a nuestro quehaceres cotidianos, que no tienen por qué ser sinónimo de aburrimiento o pesadumbre: hay que intentar por todos los medios que nos guste lo que hacemos, y no todo lo contrario, aunque cuando ambas expresiones se confunden en un mismo sentimiento, resulta especialmente maravilloso.
Hoy nos detenemos en el mundo poético de un hombre lúcido poéticamente, y ejemplo de emoción, sensibilidad e inteligencia: ROBERTO JUARROZ.


Roberto Juarroz nació en 1925, en Coronel Dorrego, un pueblo situado en la Pampa Húmeda Argentina, y falleció en Buenos Aires, el 31 de marzo de 1995.
Su obra poética fue siempre publicada bajo un mismo nombre POESIA VERTICAL.
Su obra poética fue editada en dos tomos que incluyen trece libros. En 1997, se publicó el décimo cuarto de sus libros, evidentemente, con carácter póstumo.
Se graduó en la Facultad de Filosofía y Letras en La Sorbonne de Paris, y durante treinta años ejerció como catedrático en la Facultad de Letras de Buenos Aires.
Junto a su amigo y también poeta Mario Morales dirigió, durante los años 1958 a 1965, la Revista "Poesía=Poesía", en la que publicó diferentes ensayos, como Poesía y Creación (Diálogos con Guillemo boido); Poesía y Realidad; Poesía, literatura y hermenéutica (Conversaciones con Teresita Saguí).
Fue amigo íntimo de Antonio Porchia, autor de una única obra "Las voces", y recibió, en parte, su legado poético.


Roberto Juarroz fue un poeta particularmente lúcido, en todos los aspectos de su obra y de su vida, mantuvo siempre un diálogo permanente con la naturaleza, como consecuencia de la infancia que vivió en una pequeña ciudad, en la que aprendió a escuchar los silencios, a mirar las estrellas, a oir el ruido del agua de los riachuelos y a sentir como parte de sí esa naturaleza que conjugó su lenguaje poético. 
Evidentemente, su formación lo fue a base de leer casi convulsivamente, y además, en varios idiomas. El estudio de la obra de otros poetas le llevó a trabajar sobre la suya propia en un intento de conseguir un poesía mas estricta y rigurosa. Su intención: recoger todo aquellos que llevamos dentro y hacerlo ver de una forma sin ornamento alguno, pero para nada privado de emoción, sensibilidad y por supuesto de pensamiento. De esta manera, Roberto Juarroz intenta penetrar en las zonas prohibidas de nuestra mente, en lugares que aparecen vedados, por el simple hecho de que su conocimiento nos produce miedo, y porque, en definitiva, la poesía, en su máximo concepto, desnuda las cosas, y desnuda el alma. Hay siempre una búsqueda constante.


La verticalidad en su poesía nace del hecho de que brota en momentos en los que en el devenir del tiempo se producen cortes,  y de ellos nace el poema, pero lo hace de otra dimensión, en un tiempo vertical. El poema deviene una presencia, que pone ante sí algo que antes no estaba. 
En palabras de Roberto Juarroz el hombre, en sus movimientos se dirige, irremisiblemente, a lo largo de toda su vida hacia una forma definitiva: la caída. Esa caída que abarca desde la hoja que cae del árbol hasta todo lo que existe en el universo. La caída, para Roberto Juarroz, es el centro de nuestras vidas, y de nosotros mismos. Mas de la misma forma que existe la caída existe el movimiento inverso, la etapa de la subida, configurando el texto poético de tal forma que nos permite ver y hablar sobre la realidad y sobre uno mismo, desde otro punto de vista. 
Toda obra supone la existencia, "per se" de altibajos, momentos en los que nos sentimos cayendo hacia un infinito sin fin, y momentos en los que nos elevamos hacia una total plenitud.
Evidentemente, ello nos lleva a convivir con una tensión permanente, pero de esa tensión surgen las mas hermosas y bellas experiencias, amén, por supuesto, de los fracasos.


Algo que no podemos negar es que la finalidad de la poesía es reunir todo lo que el hombre es y hablar desde todo lo que forma su integridad física, conseguir un lenguaje corporal, integrando la poesía en el propio físico.
Arthur Rimbaud llamaba a esta conversión química, esa alquimia del verbo, la forma de integración del ser en la integridad del poema. 
La poesía no es un producto de nuestra mente, es creatividad, toda vez que en ella, en la poesía, el poeta muestra lo que es y demuestra lo que en ella radicaba.
Lo desconocido habitan el universo del poeta, y de su poesía; sólo aquel que se da cuenta de lo desconocido y consigue ponerle delante de sí, hace poesía. Y no existen palabras para explicar las grandes cosas, como la vida, el dolor, la muerte, son por sí mismas, existe el hecho concreto sin más.
Vivimos, y lo hacemos, en un misterio infinito: nacemos, vivimos, gozamos, sufrimos, morimos....¿Qué existe....?, ¿qué no existe?.
Lo único que podemos afirmar que existe es el misterio, una zona interminable, del todo dificil de acotar, en la que se sitúan nuestras vidas y nuestras acciones y nos hacen descubrir una realidad más o menos cierta.


La historia de la humanidad es tan incierta, vivimos continuamente en transición, y ello nos lleva a intentar ocultar el horror de una realidad latente; es por ello que es necesario mantener una cierta calma, un detenido sosiego, evitar en la medida de lo posible la confusión que rodea a nuestra sociedad.
Nuestras vidas nos hacen parecer simples marionetas, que nos empujan a cierta confusión; pero dentro de esta especie de mundo deshumanizado es necesario buscar la verdad de las cosas, de los seres humanos, para poder vivirlas en toda su plenitud y si es necesario, darle la vuelta. Para Roberto Juarroz, uno de los gestos humanos mas plenos es el de dar la vuelta a las cosas. 



Pienso que en este momento 
tal vez nadie en el universo piensa en mí, 
que sólo yo me pienso, 
y si ahora muriese, 
nadie, ni yo, me pensaría. 

Y aquí empieza el abismo, 
como cuando me duermo. 
Soy mi propio sostén y me lo quito. 
Contribuyo a tapizar de ausencia todo. 

Tal vez sea por esto 
que pensar en un hombre 
se parece a salvarlo.

BUEN DIA A TODOS EN LA MEJOR DE LAS COMPAÑIAS.


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