sábado, 5 de julio de 2014

AMEDEO MODIGLIANI: EL CAOS


Buenos días, estimados amigos, comienzo el post que va a ocuparme este espacio con una figura considerada mundialmente como una de las mas grandes personalidades de la pintura de principios del siglo XX. Un pintor italiano, cuya obra destaca por la inspiración que nos supone la contemplación de sus delicados y puros rostros cuya expresión logró plasmar en tan admirados lienzos. 
Evidentemente, toda persona tiene una historia, la pública, la que todos conocemos y por la que somos reconocidos, en el caso de Amedeo como lo que es, un genio, y la personal, aquella para la que la vida es mas o menos generosa, en el caso de nuestro genio, la vida fue su DEMONIO VISCERAL.

Lunia Czechowska

Jeanne Hébuterne

Amedeo Modigliani nació el 12 de julio de 1884, en Livorno (Italia), siendo la suya una familia judía que se dedicaba al comercio. Desde pequeño tuvo una salud un tanto delicada, por lo que su educación fue un tanto diferente, de esta forma, se decantó por estudiar pintura en su propia ciudad natal, en la escuela de Bellas Artes, siendo su maestro Guglielmo Micheli, para posteriormente continuar en las de Florencia y Venecia. 
En el año 1906 marchó a Paris, y allí comenzó sus contactos con los círculos artísticos de la ciudad, Utrillo y Pablo Picasso, amén de que se vio influenciado por pintores como Toulouse-Lautrec, Georges Braque o Paul Cezanne. Su estilo pasa por el que empleaban los macchiaioli, amén del movimiento modernista, el de la secesión y el arte primitivo. En 1908, en el Salón de los Independientes presentó cinco cuadros, entre ellos, "La judía".

La judía

Gracias al contacto con Constantin Brancusi, al que conoció en 1909, se decantó por la escultura, y de esta época datan las que realizó inspirándose en las esculturas griegas arcaicas de los kúroi (jóvenes atletas desnudo), amén de máscaras africanas. Modigliani esculpía directamente la piedra. De esta forma en 1912 expuso un Conjunto decorativo de ocho cabezas de piedra en el Salón de Otoño.


Cariátides realizades por Amedeo

No obstante la experiencia que llevó a cabo con la escultura, volvió a la pintura y sobre todo el uso del color. Si bien Modigliani no era un retratista en el sentido exacto de la palabra, sus obras nos muestran una especial elegancia y alargamiento, gracias a esa especie de solidez plana que las caracteriza, mas llegan a convencernos de la personalidad del retratado. 
Fue entre los años 1915 y 1920 cuando Modigliani realizó su obra mas significativa, formada sobre todo por retratos y desnudos femeninos.  Los retratos, algunos de personajes conocidos, aunque, en general, suelen ser de personas anónimas. Sus variados desnudos femeninos están llenos de sensibilidad, una sensibilidad hasta cierto punto complacida, la línea que perfila los cuerpos es delicada y muy elegante y los ojos almendrados, tan frecuentes, nos ofrecen una cierta melancolía. Modigliani sintió una auténtica veneración por Cezanne, si bien jamás captó en sus obras la naturaleza muerta: solo nos constan tres paisajes realizados por el artista. El canon alargado de su estilo nos da reseña de su gusto por el manierismo, amén de que la estilización geométrica de las formas que emplea nos muestra el impacto que sobre su obra ejerció el arte africano, que lo fue gracias a su amigo Brancusi. Esta influencia del arte primitivo se ve claramente en sus esculturas.

Amedeo

No cabe la menor duda que sin una semblanza de su obra no podría situar a Amedeo Modigliani en un contexto histórico y artístico, pero el hecho bien cierto es que ha sido, precisamente, su vida personal, una vida condenada a la perdición y al abismo mas profundo, la que me ha llamado poderosamente la atención, y por eso tengo especial interés en que la conozcáis. Todo genio tiene sus demonios, pero AMEDEO tuvo uno tremendo que le acompañó toda su vida, su compañera y madre de sus hijos JEANNE HÉBUTERNE. Una vida del todo llena de miseria,dolor, locura y desconsuelo.



Amedeo, sin perjuicio de su producción artística, no vivió de lo que ésta le produjo en ganancias económicas, sino que durante toda su vida vivió dependiente de su madre, que era la que le pagaba todas sus deudas y facturas. Físicamente, AMEDEO era un hombre que no destacaba especialmente, medía metro y sesenta y cinco centímetros, tenía el pelo rizado,  y su complexión física era bastante menuda y enfermiza, todo ello aderezado con que padecía de una tuberculosis crónica que le llevó a la muerte. No obstante, su personalidad era del todo magnética, su mirada profunda y penetrante, hacían de él un hombre seductor, o al menos, así lo consideraron las féminas que se sintieron atraídas por este artista dueño de una elegancia natural, vestido siempre de forma exquisita, limpia; es mas se hizo famoso por sus trajes de terciopelo a los que unía una característica bufanda roja.

Amedeo, Picasso, André Salmón

Su porte era del todo aristocrático y su forma de entender el arte era personalísima: exigía una total entrega mística y absoluta. Generalmente, no se llevaba bien con sus "amigos" artistas, por su espíritu escéptico. Modigliani siempre estuvo solo, fuera de lugar y ello, en gran parte, marcó su existencia, y por ende, su fracaso, como persona. El hecho cierto es que sus cuadros no gustaban, sus cuellos largos, resultaban grotescos, sus pinturas no eran apreciadas, y sus desnudos, con el sexo a la vista, pues mas que criticados. Su exposición en el Salón de París no consiguió ni una venta, y lo peor, ni una crítica. Lo mismo ocurrió con el Salón de los Independientes. Entretanto, los coetáneos triunfaban, todos excepto él, y ello nada tenía que ver con el talento, porque AMEDEO tenía eso: TALENTO. 
Aparte de ellos, su vida era del todo errática y bohemia, el hecho de que fuera su madre la que le mantuviera y no consiguiera que su hijo obtuviera beneficio con su trabajo, la llevó a dejar de pasarle la consiguiente pensión y de esta forma, AMEDEO se hundió definitivamente en la misería, pasándose el día hasta las cejas de hachis y bebiendo indefinidamente. Este estado le llevó a pelearse con todo el mundo que encontraba al paso, llegando incluso, en uno de sus arrebatos a arrojar por una ventana a una de sus amantes, la escritora británica Beatrice Hastings.

Frans Hellens


Mas lo peor todavía estaba por llegar; solía trabajar pintando en el café de La Rotonde, haciendo retratos que vendía por cinco francos para poder comer y, sobre todo, beber. En ese ambiente todos se acostaban unos con otros y las enfermedades venéreas eran algo del todo común. Abundaban las fiestas, en las que los que participaban llegaban hasta el extremo, la bohemia se había transformado en LOCURA.
Fue precisamente allí en La Rotonde donde un día hizo su aparición una joven llamada Jeanne Hébuterne, una joven de tan solo dieciocho años y que estudiaba arte. Era una joven menuda, de piel blanquecina y que llevaba su pelo recogido en trenzas. Lo que mas llamaba su atención eran sus ojos, unos terriblemente inquietantes ojos azules. Prácticamente se pasaba el día en el ambiente artístico de este Paris bohemio, aunque nunca hablaba con nadie; desde el punto de vista artístico no era mala para el dibujo, pero lo que sí atraía de ella eran sus ropajes, llamativas túnicas y curiosos turbantes confeccionados por ella misma. Entre todos los "artistas" que abundaban por La Rotonde apostaban quien se acostaría con ella, y ganó la  apuesta AMEDEO, lo que no sabía era que  con su apuesta, perdió toda esperanza de futuro.
Jeanne Hébuterne era virgen cuando se acostó por primera vez con Modigliani y siguió viviendo en casa de sus padres, era una joven tan "virginal" que el propio AMEDEO cayó en la trampa de su ingenua juventud, pues Jeanne era trece años mas joven que aquél. 

Amedeo

Jeanne

Cuando los padres de Jeanne se enteraron de la relación de su hija con el artista, la echaron de casa y ésta se fue a vivir con Modigliani en su estudio. Un estudio que le había logrado encontrar Zborowski, el único marchante que se interesó por la obra de Modigliani y apostó por ella. Fue gracias a éste último que en 1917, consiguió que una galería hiciera una exposición de su protegido, mas la policía la clausuró con la excusa de que aparecía una mujer desnuda a la que se le veía el vello púbico.
La vida de Amedeo y Jeanne no era precisamente un ejemplo de convivencia, eran frecuentes sus discusiones y sobre todo, y debido al estado, casi siempre borracho del artista, sus peleas y agresiones físicas. 
Ante esta situación en marzo de 1918, Zborowski (al que se le ocurrió la idea) y su mujer, junto con otros artistas y Amedeo y Jeanne, y ¡la madre de Jeanne!, se decidieron por marcharse a Niza, con la finalidad de que la tuberculosis de Amedeo mejorara un poco. Durante este periodo Jeanne vivía con su madre, en tanto Amedeo residía en otra casa, de cuya experiencia resultó el embarazo de la granjera, dueña de la residencia. Evidentemente, la situación no podía aguantarse por sí misma, pues ya hasta la madre de Jeanne discutía continuamente con Amedeo, en tanto la joven Jeanne, embarazada, observaba y observaba, callada y atónita.
Por mucho que lo intentó la madre de Jeanne no consiguió que Amedeo se casase con su hija, pues estaba demasiado ocupado en pasarse el día bebiendo, y todo ello entre bronca y bronca. Es así que llegado el momento Jeanne tuvo una niña y su padre, loco de contento, fue a inscribir a su hijita en el registro del Ayuntamiento, pero durante el camino cogió tal cogorza que la niña quedó sin registrar. 





Sin embargo, la vida de Modigliani, pese a su continuo estado de embriaguez, nunca dejó de ser creativa, artisticamente hablando, amaba a su hija, y por Jeanne sentía una especie de ternura, pero que le esclavizaba y le hacía transformarse en una fiera atrapada por la debilidad de ésta.
Después del nacimiento de la pequeña, Jeanne pasó por una depresión, no podía alimentar a la pequeña y tampoco tenía dinero para pagar a una nodriza, y pese a que el marchante Zborowski les ayudaba en la medida de sus posiblidades, Amedeo se lo bebía todo. 
En mayo de 1919, Modigliani marchó a París, diciendo que se iba por dos días, pero no regresó, y fue allí donde conoció a una polaca llamada Lunia, con la que compartía borracheras, eso sí, en menor medida, y empezó a trabajar mas intensamente.
Pero Jeanne no podía ni quería consentirlo, y a principios del verano se presentó en casa de Amedeo, con su niña y con otra sorpresa: ¡estaba embarazada de nuevo!.
Por entonces, la salud de Modigliani estaba muy perjudicada, pues la tuberculosis le tenía del todo vencido, amén de que su alcoholismo para nada había contribuido a mejorar la situación. Hasta tal punto llegó la situación "familiar" que los amigos de la pareja cogieron a la pequeña y se la llevaron a un hospicio. Modigliani no podía o no quería dejar a Jeanne, y día tras día, cada uno se entregaba a la triste labor de intentar destruir al otro. Viviendo en una inmensa tiniebla, ebrios de alcohol y muertos de hambre. Fue quizás durante esta época de apocalipsis personal para ambos cuando estuvieron mas cerca el uno del otro, cuando la desesperación les llevó a Amedeo a la muerte, pues había contraído una tuberculosis meningítica. 
Gracias a que un día apareció por el estudio el pintor Ortiz de Zárate se llevó a Modigliani a un hospital, al ver el lamentable estado que presentaba el pintor, y Jeanne fue llevaba a casa de sus padres. Tres meses después AMEDEO MODIGLIANI falleció entre terribles sufrimientos, el 24 de enero de 1920, con tan solo treinta y cinco años.
Y de Jeanne, os preguntaréis, que fue de ella, pues que horas después, al enterarse del fallecimiento de su amado, y a punto de dar a luz, se tiro de espaldas a la calle desde la ventana de la casa de sus padres, muriendo en el acto.
Mas ni después de muerta, encontró el sosiego, pues su cuerpo fue recogido por un obrero que pasaba por allí y lo metió en una carretilla, con la finalidad de llevarlo a la casa de los padres, mas la portera se negó a aceptar los despojos de aquella pobre criatura y de allí lo llevó a la Comisaría. Fue esta la que obligó a la portera de la vivienda a admitir el cuerpo de Jeanne.

El entierro de Modigliani fue todo un acontecimiento público, pues era el momento en que sus obras empezaban a cotizarse -triste casualidad-. Por su parte Jeanne Hébuterne fue enterrada en soledad en un cementerio de los exteriores de la ciudad. Años mas tarde el hermano de Modigliani consiguió que los restos de Jeanne fuera trasladados a la misma tumba que Amedeo, y desde entonces, permanecen juntos, en el mismo cementerio, unidos en la muerte, en el célebre Père Lachaise, una eternidad para siempre compartida.
Y sobre todo y al fin,  en PAZ.



BUEN DÍA A TODOS

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