martes, 5 de agosto de 2014

ALFONSINA STORNI: ¡AQUEL DULCE MAR!


Bienvenidos amigos hoy a este mi blog, en el que voy a tratar la figura de una mujer, una persona que quiso sobrevivir y soñar al mismo tiempo, y cuya vida estuvo marcada por un "presentimiento", el de su muerte, su pronta muerte.
Ella no es otra que ALFONSINA STORNI (1892-1938) considerada como una de las mas potentes y sobresalientes poetas en lengua española de las primeras décadas del siglo XX. 
Fue una mujer capaz de desafiar a todo tipo de convencionalismos sociales y políticos, y de manifestar su aspecto femenino con tal belleza y desgarradora finiquitud comolo fue su vida. 


Siempre que hablamos de Alfonsina Storni nos viene a la mente la trágica leyenda de su suicidio, allá por el año 1938, y que sirvió de inspiración a una bellísima canción, compuesta por Ariel Ramirez y Feliz Luna, titulada "Alfonsina y el mar", cantada por innumerables voces, entre ellas la entrañable Mercedes Sosa, tal y como podemos disfrutar, pues no existe mejor forma de empezar a hablar del sentimiento de una mujer que "cantándole".

¡Nada mas hermoso!

Después de escuchar semejante maravilla, difícil me lo ponen las palabras para dar forma al sentimiento de la vida y la obra de Alfonsina Storni; no obstante, este es mi homenaje y mi mas sincero afecto hacia su persona.

Alfonsina Storni Martignoni nació el 22 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, Suiza, hija de Alfonso Storni y Paulina Matignoni, fue la tercera hija del matrimonio.
Su familia, años antes, habia marchado, como inmigrantes a Argentina, estableciéndose en San Juan, donde nacieron sus dos primeros hijos, mas en 1890 regresaron a Suiza, y se establecieron en Sala Capriasca, en la Suiza italiana. Con tan solo cuatro años Alfonsina junto con su familia deciden regresar a San Juan, donde residirá hasta 1900, año en el que marchó a la ciudad de Rosario en busca de un nuevo horizonte para sus aspiraciones.
Joven de inspiración precoz, con tan solo doce años escribe su primer poema, marcado, como casi toda su producción, por la tristeza, el desengaño, la soledad y la muerte. En 1906, fallece su padre, y Alfonsina sin descuidar su creatividad empieza a trabajar en un taller de confección de gorras.


Su madre contrae nuevas nupcias y se traslada a vivir a Butinza, donde da clases de música y canto. Alfonsina en su deseo de independizarse de su familia, marcha a Caranda para estudiar Magisterio, a la vez que trabaja, mas su economía no es nada boyante, y tiene que cantar en una compañia teatral del español José Tallavi. No obstante, su deseo de estudiar no la abandona y se matricula en 1909 en la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales de Coronda, donde también ejerce el cargo de celadora. Un año mas tarde obtiene el título de maestra rural y empieza a ejercer en la ciudad de Rosario.
Sus primeas publicaciones  aparecen en las revistas Mundo Rosariano y Monos y Monadas; es entonces, con tan solo veinte años cuando se queda embarazada de un hombre casado, veinticuatro años mayor que ella, más Alfonsina, mujer independiente y de espíritu libre decide marchar a Buenos Aires, y llevar a término su gestación, dando a luz a un niño, Alejandro, el 21 de abril de 1912.
Para poder mantener a su hijo, en estos primeros años debe ejercer múltiples empleos, trabajando como cajera en una farmacia y en una tienda, amén de "corresponsal psicológico" en una empresa importadora de aceite de oliva. 
Su primer libro ve la luz en 1916, con el titulo de "La inquietud del rosal", y empieza a colaborar con distintas publicaciones literarias, entre ellas, "Fray Mocho", "Caras y Caretas", "El Hogar", "Mundo Argentino" , todo lo cual le ayudan para poder sacar adelante a su hijo, amén de que empieza a relacionarse con una sociedad intelectual fundamentalmente socialista, entre otros, Manuel Ugarte y José Ingenieros, a la vez que se dedica a recitar sus poemas en las bibliotecas de su ciudad. 
En 1919 se hace con la sección fija de la revista "La Nota" y mas tarde en el periódico "La Nación", en el que fundamentalmente escribe sobre el papel de las mujeres en la sociedad actual y la necesidad de un cambio radical de éste.
El hecho cierto es que Alfonsina Storni vivía encerrada en un cuerpo femenino, mas su mente era del todo varonil. Amén de la poesía también cultivo la prosa y el teatro. Su obra puede clasificarse dentro del movimiento postmodernista, portador de una originalidad que cambió radicalmente las letras latinoamericanas.


La labor artística de Alfonsina es incansable y su salud empieza a  resentirse como consecuencia de su exceso de trabajo, por lo que se traslada periódicamente a Mar del Plata y a Córdoba; mas la situación vital de Alfonsina es tal que necesita continuamente dar rienda suelta a su capacidad de creación, en detrimento de su salud. Es frecuente verla en las tertulias con poetas y literatos de la época, entre ellos, Horacio Quiroga, con el que mantuvo una mas que intensa relación, Enrique Amorim, Emilio Centurión, y a participar en numerosas tertulias artísticas, lideradas por Benito Quinquela Martin en el café Tortoni y en las del grupo Signo, que se llevan a cabo en el Hotel Castelar. Es allí donde conoce a Ramón Gómez de la Serna y a Federico García Lorca. 


Para comprender la vida y la obra de Alfonsina Storni debemos estar fundamentalmente a su lucha cotidiana,  a su intento por comprender la vida. Sus primeros cuatro poemarios "La inquietud del rosal", "El dulce daño", "Irremediablemente"  y "Languidez", nos remiten al estilo de Rubén Darío o Amado Nervo, poblado de un lenguaje preciosista. Sus temas nacen de sus propias vivencias, son poemas sinceros y fundamentalmente, humanos. 
No obstante, poco a poco Alfonsina va dando un giro a su forma de expresión, la cual se manifiesta de forma rotunda en "Ocre", donde aborda temas -entonces, vetados a las mujeres- como el libre ejercicio de la sexualidad, la libertad del cuerpo. A sus treinta y tres años es ya una mujer convencida de lo que la vida puede ofrecerle y de lo que ella está dispuesta a aceptar de ésta.
Alfonsina se nos muestra dueña de una rebeldía rotunda, una mujer dotada para vencer y hacer sentir al resto de las mujeres esa rebelión, de su papel de simples esposas y madres.
Alfonsina gusta de indagar en la muerte, no en su concepto, sino en el hecho en sí de lo que la muerte le puede aportar, no le tiene miedo, y es capaz de imaginar y sentirse "muerta". No cabe la menor duda, que esta mujer estaba predestinada a morir joven, tal y como podemos leer en su poema "Presentimiento".
En 1935 le detectaron un cáncer de mama, por lo que hubo de extirpársele un pecho y la llevó a un estado de desánimo, amén de apartarse de sus amistades más íntimas. Su enfermedad la iba poco a poco debilitando.
Es en octubre de 1938 cuando se traslada a Mar del Plata, y allí escribe una carta a su hijo, en forma de poema titulado "La Nación". Es su despedida.
Alfonsina Storni no consideró jamás la idea de que la muerte decidiera por ella, sino que ella misma hizo de su muerte una expresión de lo que suponía el abandono voluntario, lento, suave de la VIDA.


La madrugada del 25 de octubre de 1938, Alfonsina sale de la pensión en la que se encontraba alojada, y poco a poco, va introduciéndose en el mar (aunque según otras versiones se tiró desde un  espigón de la playa de La Perla). A la mañana siguiente encontraron su cuerpo, lugar donde se ha levantado un monumento en honor a su persona.
Alfonsina Storni siempre intervino en su destino, hasta en su propia muerte. Nada quiso dejar al azar, en definitiva, en su mundo interior, había estado acercándose y alejándose continuamente de la muerte, de ese sentimiento de búsqueda de inmortalidad, tratando de sentir la muerte en vida. 
Si lo encontró o no, leamos sus poemas, y entenderemos hasta qué punto la VIDA y la MUERTE crearon una misma sensación de vacío en su universo poético.



PRESENTIMIENTO

Tengo el presentimiento de que he de vivir muy poco.
Esta cabeza mía se parece al crisol,
purifica y consume,
pero sin una queja, sin asomo de horror.
Para acabarme quiero que una tarde sin nubes,
bajo el límpido sol,
nazca de un gran jazmin una víbora blanca
que dulce, dulcemente, me pique el corazón.

(El dulce daño, 1918)

BUEN DÍA A TODOS

1 comentario:

  1. Mi padre fue décadas del Círculo de Lectores... Con 16 años me pedí un libro de Alfonsina Storni que me gustaba recitar a media voz y que aún conservo. Con 17 las obras completas de W. Sh.
    Está bien recordar a esta gran poetisa y mujer.

    Rafael

    ResponderEliminar