miércoles, 19 de noviembre de 2014

LA NIÑA DORMIDA: ALBERT MOORE.



Buenos dias estimados amigos y colaboradores, y digo bien, porque gracias a vosotros cada día pongo todo mi interés en satisfacer vuestros mas que variados gustos en material cultural.
Hoy, me he propuesto tratar un tema relacionado con la PINTURA, y para ello tomo como referencia, un óleo sobre lienzo, la conocida como "LA NIÑA DORMIDA", obra de Albert Moore (1841-1893), la cual podemos contemplar y disfrutar directamente en la Tate Britain, en Londres. 

La niña dormida
Óleo sobre lienzo
31 x 22,5 cm

Pues bien, empezando por sus inicios, fue a mediados del siglo XIX cuando surgió un mas que fuerte movimiento artístico anglo-francés, que se inspiraban, inicialmente, en la obra de artistas prerrafaelistas, entre ellos, Dante Gabriel Rossetti. Si hemos de ser exactos este movimiento daba prioridad al estado de ánimo, a la apariencia y al placer por encima de todo significado o propósito: el esteticismo. 
Este enfoque artístico priorizaba el objeto artístico en sí mismo, y ello con independencia  de lo que se consideraban fundamentos sociales, politicos, religiosos o morales de todo tipo. Todo ello trajo como consecuencia, el nacimiento de lo que conocemos como Art Nouveau.

Noche de Verano

Manzanas

Representantes del esteticismo podemos reseñar a James MacNeill Whistler y también a ALBERT MOORE,  quien adoptó una postura del todo esteticista, atraído por los sentidos y la belleza. Para los esteticistas, la forma y el contenido eran una misma cosa, y desterraban los temas tradicionales. También son patentes los grabados japoneses, como podemos apreciar en la obra que he escogido para hoy, y ser objeto de un pequeño estudio.
Empezado el siglo XX el esteticismo perdió fuerza, mas los que fueron sus ideales habían calado, en gran medida, en la obra de William Morris y en el movimiento Arts and Crafts.

Sueño

El Abanico

Pues bien, entrando en el estudio de la obra de Albert Moore, es en su etapa de madurez en la que suele tratar el tema de la pintura de niñas y mujeres, de aspecto delicado y lánguido, y cuya característica principal radica en su atuendo, del todo clásico.
En la obra LA NIÑA DORMIDA, los pliegues del vestido, deliciosamente tratados, nos ofrecen la mas que fascinación de éste por el mundo clásico. Dicha especial admiración nació de una visita que realizó a Roma, entre 1862 y 1863, así como del tiempo que dedicó a admirar las esculturas del British Museum de Londres. Fue precisamente  en la década de 1870 cuando llevó a cabo la elaboración de numerosas obras de niñas, en formato pequeño.
En LA NIÑA DORMIDA los protagonistas son el delicado entramado de colores, líneas y estampados esteticistas; la niña solo sirve de modelo. MOORE buscó siempre la perfección de la belleza formal, para lo que utilizaba, minuciosamente,  la pintura sobre sus lienzos en forma de finas capas, lo que resultaba de una mas que delicada sutileza.
En la obra en cuestión nos encontramos con elementos que son abundamentemente apreciados por los esteticistas, como las telas clásicas, el mas que delicioso jarrón que aparece en el ángulo inferior izquierdo,  el cojín y el abanico, reminiscencia del lejano Oriente; a ello debemos añadir, el efecto de la alfombra de piel de animal, también exótico.
Puntos mas que destacados y sobre los que os llamo la atención son el rostro de la joven, el cual descansa sobre su brazo, amén de la flor que adorna su cabello. Su cuerpo, fijaos, consigue la forma de una S invertida.
Destaquemos, igualmente, las flores pintadas en el respaldo del asiento de la joven, lo que nos lleva a encontrar un punto de color en el conjunto en el que dominan los beiges y los azules.



Imagen aumentada de LA NIÑA DORMIDA

Asimismo, impresionante el tratamiento de las vestiduras clásicas que cubren el cuerpo de la joven, magníficamente tratadas mediante finos y ligeros pliegues. El brillo que obtiene Moore en el tratamiento de las telas lo consigue gracias a que las pinta por capas y termina con un acabado gris, amén de colores claros.
Por último, y aunque no lo parezca inicialmente, el  bellísimo jarrón cuyas flores son las mismas que lleva la joven en el pelo y en el doblez de la tela que aparece detrás de ésta,  nos lleva a considerar la existencia de una diagonal en la que las flores marcan puntos que dan unidad a la composición. 






Y para terminar, conocer un poco de la biografía de Albert Moore, nacido en York (Inglaterra), en una familia en la que el arte se palpaba diariamente. De esta forma en el año 1858 ingresó en la escuela de la Royal Academy, mas la abandonó para formar un grupo de pintores jóvenes independientes.
Como he mencionado anteriormente, tras un viaje a Roma empezó a interesarse por la escultura clásica, lo que le llevó a pintar motivos inspirados en imágenes de niñas y jóvenes vestidas siguiendo este modelo de estilo. Sus influencias del arte japonés se observan en muchas de sus obras, ya en en ellas abundaban las escenas, fundamentalmente decorativas, a base de colores delicados, en las que la temática era lo menos importante.


BUEN DIA A TODOS

Os dejo con una pequeña evocación de la obra de MOORE


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