lunes, 20 de junio de 2016

NUESTRO TIEMPO



¿Qué sabemos del TIEMPO?

Existe un tiempo que nos marca el reloj, medido por una maquinaria, a la que ajustamos nuestra vida.
Desde que nacemos, ese reloj se sirve de unas manecillas que giran en sentido de izquierda a derecha, mas eso es porque quién ideó el reloj estaba confundido en lo que debía ser su función.
El tiempo medido es el tiempo pasado, no existe tiempo a medir, si no lo es en función de nuestra existencia.
Y bien somos conocedores de la singular experiencia que participamos desde que somos niños, adolescentes, jóvenes, en el sentido de que el tiempo no tiene expresión en nuestras vidas, es algo a lo que apenas prestamos atención, porque le consideramos como un concepto con una cierta indefinida duración.

Sencillamente vivimos el más feliz de los presentes, los cumpleaños son siempre motivo de alegría, los hechos que van dejando huella en nuestras vidas, las fiestas señaladas como tales en un almanaque son celebradas, y la vida es una especie de feria en la que un carrusel de caballitos te invita a dar vueltas y vueltas, y tú aceptas, participando del recorrido, que es siempre el mismo, solo cambia la medida en que captas su aceleración.

Mas en la seguridad de que ese tiempo se va haciendo compañero en nuestro viaje, cuando llegamos a adultos y conocemos personas maravillosas, sabemos de la indiferencia o del sentimiento del rechazo y de la pérdida de otras, vamos tomando conciencia de que es más el tiempo vivido, que el que, supuestamente, nos queda por vivir. Porque todo lo que respecta al futuro es mera especulación.

El tiempo no existe en la "medida" en la que lo hemos creado. Mirarlo de frente, en la incapacidad para ser medido en su totalidad, por lo que afecta a nuestra vida, nos horrorizaría. Nadie se plantea, asiduamente, si el tiempo que le permite el respirar será, precisamente, el último, más si que piensa en la "bondad del "porvenir". Hemos hecho en nuestra mente un pequeño vacío, para llenarlo de todo aquéllo a lo que no queremos acceder, por cuestión de mera supervivencia. Y le hemos puesto un candado.
No podemos imaginar un "porvenir" malo, pues siempre, y por definición, le adjudicamos una cierta connotación positiva, como "situación a la que se aspira para el futuro".

El ser humano sabe de la temporalidad de su existencia, pero se resiste a pensar que cada día le queda menos de ésta, y pese a ello, festeja su paso.
Tanto es así que el Año Nuevo es siempre motivo de regocijo, de encuentros y celebraciones.Mas debemos ser conscientes de que lo que, en puridad celebramos, no es el año que se inicia, pues no sabemos si podremos ver su fin, sino el año que se nos ha ido, y del que hemos podido disfrutar, en mayor o menor medida.

Para todos aquéllos que han visto como su tiempo ha sido "sentenciado", como consecuencia de una enfermedad, existe un periodo de preparación, de aceptación, previo al de la "rebelión interna" por el hecho de haber sido elegidos por la vida, que le impone un fin con fecha cierta. Un fin señalado. 
Más si la ciencia consigue que nuestra vida se vea favorecida con la curación, la sanación, lo que supone un adiós a esa sentencia, se suele decir que "la vida nos ha dado una segunda oportunidad", y eso no es cierto.
Porque la vida, tu vida tiene su tiempo, y nunca, nunca se puede permitir una equivocación, ni que nadie dude sobre el dominio real que ejerce sobre las personas.

Ninguna  expresión como la que deriva de un verso de las Geórgicas del poeta latino Virgilio, puede hacernos reflexionar sobre la medida del paso del tiempo "TEMPUS FUJIT".

El verso en cuestión nos habla así: "Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus"
(Pero huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo).



Hagámonos, pues, con el MOMENTO DE VIVIR, disfrutando del que es nuestro tiempo presente.

                                                                        Rosa Freyre del Hoyo.

Y otro.....

BUEN DÍA A TODOS

Blog incorporado al
Directorio Hispano de las Artes





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