viernes, 11 de noviembre de 2016

SUDÁN 1993.- KEVIN CARTER.


Kevin Carter

Buen día.

Este artículo de hoy no nos va a llevar a ensalzar las excelencias de ningún ser humano, ni a sabernos portadores de virtudes y méritos como personas, es más mi intención es la de denunciar mediante la imagen captada, en este caso, por el fotógrafo KEVIN CARTER de un niño, en una situación extrema, y que le valió el Premio Pullitzer, en 1994, las diferencias tan radicales que abundan en nuestro planeta.

Las palabras de Kevin Carter al recibir el galardón fueron las siguientes:
"Es la foto más importante de mi carrera, pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla, la odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña".



Kevin Carter tuvo una intensa y corta carrera, pues nació en 1960 y falleció con tan solo 34 años, adicto al "White pipe", que es una mezcla de marihuana, mandrax y barbitúricos, más era capaz de mirar a la muerte de cerca, y reconocer el sabor de la sangre cuando le salpicaba.
Dos meses después de recibir el Premio Pullitzer, y habiendo sido objeto de todo tipo de críticas en el sentido de que prefirió hacerse famoso con una foto, antes de salvar a una niña acechada por un buitre, a lo que se unió la muerte de su amigo Ken Oosterbroek, se dirigió a la orilla del río donde solía jugar siendo un niño, y enchufó una manguera al tubo de escape de su coche, introduciéndolo por la ventanilla, lo inhaló, en tanto escuchaba música, y el monóxido de carbono acabó con su vida.

Kevin Carter había escrito, previamente: "He llegado a un punto en el que el sufrimiento de la vida anula la alegría. Estoy perseguido por recuerdos vividos de muertos, de cadáveres, rabia y dolor. Y estoy perseguido por la pérdida de mi amigo Ken". Estas palabras se encontraron en una nota sobre el asiento del copiloto.



La historia sobre la que versa la célebre foto de Carter -que sirvió de portada de "The New York Times"-, en 1993, es la que todos recordamos, en la que una niña sudanesa moribunda es acechada por un buitre.

Pues, si me queréis acompañar, en este triste y doloroso episodio de nuestra historia, seguidme.

Nos situamos en un árido escenario, un paisaje del todo devastado, por la sequía, en Sudán,  en 1993, y observamos a un niño desnutrido, al que le quedan pocas horas de vida. El pequeño -que resultó ser una niña- aparece postrado, y no tiene fuerzas para caminar, ni siquiera, para arrastrarse. A pocos metros, nos sorprende la presencia de un buitre, amenazante, paciente, que sabe que solo el tiempo le dará la oportunidad de hacerse con una nueva presa: un ser humano, una niña.

En la fotografía captada por Kevin Carter el interés de la escena se reparte, por igual, entre el buitre y la niña, entre el depredador y su víctima, y los que observamos somos conscientes de que existe una cierta tensión por la que adivinamos lo que va a suceder, en un margen más o menos cercano en el tiempo.
Situemos nuestros ojos en la imagen del buitre que permanece inmóvil, y que observa a su presa, como alegoría a la negra y oscura presencia de la muerte.
El niño, cuya  cabeza destaca sobre el resto del cuerpo, no puede más, sus piernas  están completamente dobladas y su abdomen es desproporcionado, síntoma de inanición. Solo espera, al igual que el buitre, el desenlace final, para la pequeña su final.




En 1993, Sudán se encontraba en un estado tal de degradación, tanto política como social, económica..., que ni siquiera los desastres naturales, frecuentes, le suponían una amenaza aún peor. 
Como ya he indicado, y a raíz de esta imagen captada por KEVIN CARTER sobre el que recayeron todo tipo de críticas, cuando solo fue un testigo que nos hizo ver claramente, a todos los seres humanos, de lo que éramos capaces no solo de hacer, sino de dejar que se hiciera, Sudán se convirtió en el escenario en el que muchos fotógrafos denunciaron también la situación existente, entre ellos, Joao Silva, quien viajó a dicho país ese mismo año, 1993, y afirmó que la pequeña no había fallecido a consecuencia del ataque de los buitres. Quizá lo fuera a causa "sencillamente" de la injusticia.
La guerra civil que asoló Sudán en 1983 supuso la muerte de dos millones de personas, a raíz de la guerra, el hambre y las enfermedades derivadas todas ellas del conflicto.



Creo que para este artículo sobran las palabras.

BUEN DÍA A TODOS


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Directorio Hispano de las Artes


Fuentes: Hemerotca ABC.es-Históricas.
Fotografía. Toda la Historia. Blume.


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