sábado, 4 de marzo de 2017

JACQUES LOYSEL: LA GRANDE NÉVROSE.




Buen día.

Para el artículo de hoy me sirve de referencia una más que extraordinaria subasta que el pasado 16 de febrero se celebró en la reconocida galería londinense Sotheby´s, y todo ello bajo el título "Erotismo: pasión y deseo", contando con un total de 100 obras de diferentes artistas, desde la antigüedad hasta nuestros días,-entre ellos, genios como Pablo Picasso y Lucien Freud-  y en disciplinas como la fotografía, la pintura, la escultura y el dibujo, todo ello con la temática común del erotismo.

Sede londinense de Sotheby´s

La recaudación total llegó a la suma de 5,25 millones de libras, y buena parte de esa cantidad se la debemos a una pieza, una escultura obra del escultor francés JACQUES LOYSEL, que obedece al nombre de La grande névrose, un mármol datado en 1896, que llegó a multiplicar por diez su precio estimado y se remató por un total de 1,86 millones de libras, el equivalente en euros a 2,17 millones.



En La grande névrose nos participamos del hecho de que partiendo de los cánones clásicos de belleza, Loysel desarrolla la expresión del "éxtasis carnal", y todo ello mediante la representación del cuerpo de una mujer desnudo "en completa tensión".
En el catálogo de la colección se dice expresamente que el cuerpo de la mujer "está representado intacto, con gran realismo", y que "el esfuerzo del artista se dirige hacia la captura de la plasticidad de la forma humana, la densidad de la carne y la solidez del músculo".



Mas detengámonos un poco en el deleite por la admiración de esta obra y en el conocimiento de su autor, Jacques Loysel.

Jacques Loysel nació en el castillo de Vivier des Landres, del que eran dueños sus padres, en la pequeña localidad de Courcelles-de-Touraine, municipio de Château-la-Vallière, en Indre-et-Loire. Su padre, Leo Felix Loysel era hijo de un rico comerciante de textiles, por lo que al joven Jacques no se le pusieron impedimientos para que eligiera ser pintor, y para ello fue alumno de Troyon y de Théodore Rousseau; su madre, Anne Dufour, era también hija de un industrial azucarero, de París.
Una vez terminados sus estudios secundarios Jacques Loysel entró en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Paris, teniendo como maestros a escultores famosos.
Gracias a su participación en el Salón de 1894 obtuvo una medalla, en 1897 una beca de viaje y una medalla, en la Exposición universal de París, en 1900.
Su vida en París transcurrió en una mansión que adquirió en la rue de Prony, en la que podía disfrutar de un jardín privado.
En su producción destacan  decenas de estatuas de bronce de bailarinas desnudas.





Sin lugar a dudas, la mejor de todas sus obras es la escultura que se conoce con el nombre de La grande névrose, realizada en mármol, y cuyo tema oscila entre lo que se puede considerar como éxtasis carnal y la exaltación dolorosa.
Cuando en el año 1896 esta bellísima escultura se exhibió en el Salón de París causó una gran admiración, en gran medida por la más que sublime exaltación de lo que es la belleza femenina, cuyas curvas alimentan la mirada del espectador y la envuelven en una sensualidad de la que destaca su elegancia, si bien también nos llama la atención la poderosa lucha interior que se descubre en la figura.


El título de la obra "La grande névrose" viene a identificar una patología que en el siglo XIX era reconocida bajo el nombre de "histeria", una forma de afección de los nervios, que quedaba reflejada en expresiones cargadas de fascinación, pero a la vez que nos mostraban temor y hasta dónde podían llegar las obsesiones. Una sociedad que se extralimitaba en sus excesos y que caía en brazos de un mal con una sintomatología clínica, con diferentes desórdenes en el comportamiento.
Esta afección supuso para los artistas una fuente de inspiración, pues les situaba en la barrera de la representación de los grandes peligros en los que el ser humano puede caer, víctima de la incapacidad de poner límites a sus deseos.



Si observamos el rostro de la mujer, que es una joven vemos su expresión que se aproxima a la languidez, con ojos y labios entrecerrados, una poderosa y fuerte tensión sacude su cuerpo, lo que nos lleva a pensar en el hecho de que la joven en cuestión está en trance y éxtasis. Su pelo largo aparece del todo esparcido.


Y bien es cierto que en esta escultura encontramos reminiscencias de la conocida escultura de Bernini, El éxtasis de la beata Ludovica Albertoni, así como de La Danaide, de Auguste Rodin.



El éxtasis de la beata Ludovica Albertoni

La Danaide


En todas ellas se explora la maravillosa expresión del cuerpo femenino, cuyas curvas invitan al espectador a especular sobre el origen de tal estado de excitación.

Ustedes disfruten de esta deliciosa escultura.



BUEN DÍA A TODOS

PURA KASTIGÁ

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Fuentes: ayudamosconocer.com
www.20minutos.es
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