miércoles, 8 de marzo de 2017

LOÏE FULLER.- THE SERPENTINE DANCE

Loïe Fuller


Buen día.


Hoy tenemos con nosotros la presencia, absolutamente maravillosa, de una mujer, que se dedicó en cuerpo y alma a la danza: LOÏE FULLER.

Todos conocemos la historia de la también bailarina ISADORA DUNCAN, pero pocos son los que saben de la vida de esta singular artista, y ha sido gracias a una película La bailarina (2016), dirigida por la francesa Stéphanie di Giusto, como el público, en general, se ha visto sorprendido por la labor que llevó a cabo esta gran mujer.
La película en cuestión fue estrenada en el último festival de Cannes, que nos lleva a un París de finales del siglo XIX, cuyo papel protagonista está encarnado por la actriz norteamerica Soko, y en la que podemos, asimismo, conocer la relación entre Loïe Fuller e Isadora Duncan, a la que da vida Lily Rose Deep.




Más dejemos el aspecto cinematográfico con el que he introducido la personalidad de LOÏE FULLER en este artículo para pasar a conocer mas sobre su vida y su trabajo, del que destaca su forma de bailar, y su conocidad danza serpentina.

The Serpentine dance



Marie Louise Fuller, conocida con el nombre de Loïe Fuller, nació en Fullersburg, Illinois, Estados Unidos, el 15 de enero de 1862, hija de padres granjeros y falleció en París, Francia, el 1 de enero de 1928, víctima de una neumonía.

Fue la suya una vida dedicada por entero a la creatividad, pues no solo la centró en la danza, sino que también fue actriz, coreógrafa, inventora y escritora, experimentando en sus actuaciones con efectos visuales, para lo que se servía de diferentes tipos de tejidos, algunos de ellos incluso flotaban, y de luces multicolores.



Se inició en la danza siendo todavía una niña, en espectáculos del antiguo Oeste americano, convirtiéndose en una bailarina autodidacta.
Desarrolló gran parte de su trabajo en Europa, llegando a crear hasta 130 diferentes tipos de danza, entre las que destacan, los solos Danza de la Serpiente (1890), y Danza del fuego, así como trabajos para su grupo de baile, como En el fondo del mar (1906) y el Ballet de la luz (1908).




Fue modelo de artistas como Toulouse-Lautrec y del gran maestro Rodin. Y algo que resulta sumamente curioso es que fue reconocida por la comunidad científica francesa por sus teorías sobre la iluminación artística que utilizaba en sus actuaciones.
También es del todo necesario resaltar la amistad de esta gran bailarina con poetas como Verlaine y Mallarmé, quien llegó a calificarla como "la forma teatral de la poesía por excelencia".





En su danza los movimientos venían a representar reacciones espontáneas del cuerpo, sirviéndose de largas faldas y amplias túnicas, proyectando juegos de luces cuando estaba en movimiento.

Es de significar que Loïe Fuller no tenía un cuerpo apropiado, por decirlo de alguna manera, para la danza, toda vez que no era esbelta ni delgada, más ese aspecto de su identidad quedaba anulado en el momento en el que se ponía a bailar. Ella ideaba su vestuario, al igual que las diferentes coreografías y dirigía el escenario, ayudándose de hasta 40 técnicos.



Los movimientos que representaba en el escenario se basaban en la disposición de los pétalos de las flores, así como en diferentes insectos e incluso en fenómenos atmosféricos. Era tal la admiración que despertaba su creatividad que los hermanos Lumiére, e incluso Georges Méliès se sintieron atraídos por su evolución sobre el escenario, llegando incluso a capturar imágenes de Loïe que se conservan en nuestros días.


Y toda esa faceta suya de investigación sobre técnicas escénicas, como fueron el uso de grandes paneles de cristal que servían como caleidoscopio o incluso artilugios ópticos de su propia invención, los llegó a patentar. Es más, creó su propio laboratorio, con la ayuda del matrimonio Curie, pues Fuller se servía de unas sales fluorescentes que utilizaba en sus espectáculos.
Fue el suyo un total triunfo, convirtiéndose en una estrella de la vida de París, donde llegó a establecer su residencia.




La proyección de la obra artística de Loïe Fuller sirvió para que otra gran artista de la danza Isadora Duncan, a la sazón quince años menor, fuera entendida y apreciada, y fue la labor de Fuller la que ayudó a Duncan a introducirse en Europa.



La conocida como danza serpentina la llevó a cabo sirviéndose de una túnica a la que añadió metros de tela y unas varillas de acero o bambú que prolongaban, desde las mangas, el alcance de sus movimientos.

Ello le suponía la realización de un gran esfuerzo en cada una de sus coreografías, a las que añadía proyectores y espejos, dando lugar a unos maravillosos y hasta entonces nunca vistos efectos lumínicos.


La personalidad de Loïe Muller la convirtió en la musa del simbolismo y del art nouveau, y fue pintada, dibujada, retratada por numerosos artistas.
Trabajó en el Follies-Bergère en el que deleitaba a los espectadores con su danza, y en el que estrenó la conocida como danza del fuego, sobre un cristal que era iluminado desde abajo.
Otro aspecto muy importante de sus actuaciones era la música, para lo cual Fuller se decantó por compositores situados en la vanguardia de la época como Berlioz, Grieg, Debussy...



Finalizada su etapa como bailarina, Loïe Fuller no descansó sino que abrió una academia de baile, hasta que su salud se vio perjudicada por un cáncer de mama, a raíz del que se sometió a una mastectomía que no dudó en enseñar, fotografiándose con su cicatriz. 

Una mujer que amén de ser una innovadora en diferentes formas de expresión artística, fue también un espíritu libre, nada le ataba, imposible... con esas maravillosas y luminosas alas....

Ustedes disfruten con la compañía de esta excepcional mujer: LOÏE FULLER.




BUEN DÍA A TODOS

PURA KASTIGÁ

Fuentes: Wikipedia.
www.20minutos.es
Descubrir el arte.

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