domingo, 30 de abril de 2017

LAS TRES EDADES DE LA MUJER.- GUSTAV KLIMT

Gustav Klimt


Buen día.

GUSTAV KLIMT es, sin lugar a dudas, una de las personalidades, no sólo en el ámbito artístico, sino en su trayectoria personal, más atractivas del pasado siglo XX.
Sus obras las encontramos reproducidas por todo el mundo, con independencia de las que están ubicadas en los grandes museos y las que pertenecen a colecciones privadas.
No es nada extraño conseguir un "poster", con la imagen de "El beso", o una camiseta en la que aparezca el mito de "Danae".



Y a pesar de todo ello, su personalidad, su forma de ser aún nos resultan un tanto enigmáticas. Su obra pasó por diferentes momentos que le exigieron grandes transformaciones no sólo de técnica, sino también de pensamiento.

El beso

Danae

Era el suyo un físico robusto, con pelo rojizo y atractiva personalidad. No obstante, Klimt era una persona poco sociable, escasas veces asistía a eventos públicos, prefiriendo quedarse en su taller, en el que pasaba muchas horas trabajando. Precisamente, su taller conoció no sólo de la obra, sino de las citas amorosas de Gustav Klimt, pues por él pasaron sucesivas modelos que se convirtieron en sus amantes. Eso sí, su fidelidad fueron siempre sus "gatos".



Nacido el 14 de julio de 1862, en el 247 de la Linzerstrasse, en el suburbio de Baumgarten, en Viena, en el seno de una familia numerosa, cuyo progenitor Ernst, era orfebre y cincelador, y que pese a sus dotes artísticas no podía mantener a sus siete hijos. Esa imposibilidad de una vida cómoda, llevó a la familia a cambiar hasta cinco veces de domicilio en apenas veinte años.
La madre de Klint, Anna Fisher, era una joven con una amplia educación, que deseaba llegar a ser cantante lírica, cosa que no sucedió, y que a raíz de la muerte de dos de sus hijas, vivió una fuerte crisis personal, que afectó a toda la familia y, en especial, a Gustav.
Esta precaria situación económica impidió a los pequeños Klimt el acceder a la enseñanza secundaria en el conocido como Gymnasiun, paso previo para asistir a la Universidad, por lo que fueron escolarizados en la Bürgerschula, o escuela del pueblo, en la que el nivel educativo era más básico.
Esa carencia de enseñanza humanista que vivió Gustav Klimt en su juventud no le impidió complementarla a base de trabajo.
Sus inicios artísticos, que sus padres reconocieron y favorecieron, permitieron a Gustav ingresar en 1876, como alumno, en la Escuela de Artes y Oficios de Viena.

Interior del Burgtheater (1888)

Su éxito inicial lo conoció como decorador, antes que como pintor, si bien durante un tiempo su actividad se ralentizó, hasta que se apartó de la institución austríaca, nacionalista y académica, convirtiéndose en el maestro del Jugendstil, regalando al mundo un arte simbolista, sensual y onírico en el que se canta a la mujer, abundando en motivos ornamentales, bien geométricos y decorativos, o a base de manchas lisas de colores vivos, sirviéndose como fondo del color dorado o plateado, en tanto las curvas lineales se entrelazan a modo de sugestivos meandros, una de las características fundamentales de su pintura.



Una de las temáticas que más abundan en la obra de Klimt, como ya he indicado, es la presencia de la mujer, para lo que sus obras nos muestran a ésta como protagonista del llamado "círculo de la vida".
Un ejemplo, excepcional es su obra "LAS TRES EDADES DE LA MUJER", datada en 1905, y en la que el pintor toca varios temas existenciales, la mujer, el tiempo, la muerte...que fueron objeto de preocupación e incluso obsesión a lo largo de toda su vida.


Detalles

En la obra, en su lado izquierdo, podemos observar a una mujer vieja, en la que se aprecia su deterioro físico, pero en la que fundamentalmente destaca la conciencia de su decrepitud, al cubrirse la cara con una mano, ocultando totalmente su rostro. Y esta figura, del todo naturalista, es del todo opuesta a la escena de vitalidad y luz que emana de la joven, con un niño entre sus brazos, lo que viene a llamar la atención sobre su capacidad de "dar vida". Más existe un vínculo entre ambas imágenes y es el manto o tela que cubre a ambos cuerpos. El bebé reposa dulcemente en el regazo de su madre, y ésta a su vez refleja en su rostro una total plenitud vital. Es precisamente, este punto exacto de la obra la que centra todo el contenido y toda la fuerza expresiva del cuadro.




El claro simbolismo del cuadro se resuelve con la contraposición entre la maternidad y la imagen de la decadencia física de una anciana.
Klimt centra en este cuadro su atención sobre el valor de la mujer por hacerla capaz de crear y dar vida.
Los rostros dormidos de la madre y del hijo están provistos de una total plenitud, marcada por la serenidad y hasta cierto punto complicidad que radica en una unión visceral, como es la que se crea entre una madre y un hijo. Y esta vida se ve reforzada por los adornos florales que enmarcan no solo la cabeza de la madre, sino también la del pequeño, que duerme a su lado.



El inconfundible estilo de Klimt y que nos ofrece su laborioso trabajo demuestra la capacidad del pintor no solo para "retratar rostros y cuerpos", sino también para ofrecernos la más bella de las decoraciones, a través de las más singulares formas, y del color más vibrante, pero dentro de una exquisitez sublime.



BUEN DÍA A TODOS

PURA KASTIGÁ



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Directorio Hispano de las Artes

Fuentes: KLIMT (Tikal).
Maestros de la Pintura (Larousse).

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