viernes, 20 de octubre de 2023

RENÉ MAGRITTE.- LA TEMÁTICA RECURRENTE DE LAS MANZANAS.




Entre lo visible y las diferentes formas que puede llegar adoptar para manifestarse, y lo invisible existe un sin fin de posibilidades que nadie como RENÉ MAGRITTE supo captar a través de sus diferentes obras pictóricas, conviniendo un singular aspecto de incertidumbre y de misterio.

Y es que en lo que vemos como apariencia de las cosas reside un elemento oculto, que nos impide penetrar hasta el fondo en su naturaleza.

Uno de estos elementos que forma parte de nuestra realidad cotidiana es una "manzana", más para René Magritte una "manzana" no es sólo eso, sino que viene a expresar a través de su presencia recurrente en sus obras una realidad que  puede ponerse en duda e incluso llegar a cuestionarla.




Magritte nació en Bélgica el 21 de noviembre de 1898, su padre era sastre y su madre modista, y cuando ésta se suicidó -René contaba con sólo 14 años- el joven pasó a crecer bajo la custoria de su abuela. Es de significar, por lo que respecta a la muerte de su madre que ésta se arrojó a las aguas del Sambre, y que su hijo nunca vio el cadáver de su madre al ser recogido de las aguas del río, y le quedó un triste recuerdo: el de su rostro cubierto por una camisa de dormir.



El arte de pintar lo convierte Magritte en algo mágico, nos hace sentir que posee ciertos poderes sobrenaturales que nos alejan de todo tipo de convención.

Sus primeras obras impresionistas las expuso en 1920, si bien en ellas se veía una clara influencia del orfismo, el cubismo, el purismo y el futurismo, si bien a partir de 1926 su estilo pasó a ser puramente surrealista; lo que viene a definir inicialmente el trabajo de Magritte es el hecho de situar objetos de lo que es la realidad cotidiana en escenarios y contexto del todo insólitos, creando un desafío excepcional en el público.

Después de varios años de búsqueda de un reconocimiento internacional, éste le llegó en 1950, gracias a su unión al manifiesto El surrealismo a plena luz del sol, marcando las distancias del surrealismo ortodoxo, tal y como se conocía en París.







René Magritte es un pintor de ideas y pensamientos, no sintetizó en un tema particular, de la misma manera que jamás trabajó en estudio alguno, sino en lo que era el salón de su casa. Es así que su trabajo impresiona en gran medida por su sensibilidad, esa esencia invisible que quienes  participamos del amor por el arte sabemos captar.

El hecho de que determinado elemento sea utilizado recurrentemente por este artista viene a crear en el espectador que lo contempla el sentimiento de un enigma, la duda sobre qué nos quiere transmitir, para Magritte la "manzana" simboliza la tensión persistente entre lo oculto y lo que nos resulta visible, por lo que en algunos casos llegó a utilizar una "manzana" para tapar su rostro.


La "manzana" se convierte en protogonista principal de algunas de sus obras más significativas. Magritte se sirvió por vez primera de la manzana no en un cuadro, sino para la portada de una publicación, concretamente para la portada de diciembre de 1946 de la revista View, dibujando una manzana enmascarada; curiosamente, le gustó mucho  el resultado de su creación y retomó este diseño en la publicación Modernités, si bien eran dos las manzanas enmascaradas, bajo el título de Vals Vacilación,  llamando especialmente la atención el hecho del ambiente de oscuridad en la que están ambas manzanas y el fondo brillante y claro que las rodea.



Este sistemático empleo en la obra del artista de la manzana puede aludir al pecado (Adán y Eva), la tentación e incluso la inmortalidad.

Sus obras más destacadas y conocidas con "manzana" son las siguientes:

LA HABITACIÓN PARA ESCUCHAR, 1952.

Esta obra forma parte de la colección Menil, en Houston, si bien en 1958 se realizó otra versión que está en manos privadas. No obstante, la manzana es la misma en ambos cuadros, la cuestión es qué nos quiso transmitir Magritte situando una manzana enorme, encerrada entre cuatro paredes, y además la titula "La habitación para escuchar". Es evidente que Magritte invita al espectador no sólo a escuchar, sino a mirar, pensar, meditar. El hecho cierto es que desde hace siglos de historia de la humanidad la manzana, como fruto del árbol del conocimiento, es también el fruto prohibido , el impulso primero de lo que conocemos como tentación.

Esa constante invitación a pensar tomando como base objetos cotidianos que nos pasan desapercibidos en nuestro día a día es un acto no sólo simbólico, sino que viene a esconder algo que no es tan sencillo como resulta en su apariencia.




HIJO DEL HOMBRE, 1964

Siempre se ha supuesto que este cuadro es un autorretrato de Magritte, si bien no se le ve la cara pues la tapa una manzada que vuela y gira a la vez, más si nos fijamos a través de las hojas de la manzana el retratado observa detenidamente al espectador, sus ojos pueden ver a través de ella. Y no sólo eso nos desconcierta, sino el mismo título del cuadreo "El Hijo del Hombre", aunque parezca un tanto simple; existen variadas teorías sobre el significado del cuadro, quizá la más acertada sea la que afirma que se trataría de una representación del Adán moderno, es así que la fruta simboliza las más que diferentes tentaciones que nos ofrece la vida moderna aún no disfrutadas, pues la manzana aparece sin morder.

El propio René Magritte respondió una vez a la pregunta que ahora planteamos, de la siguiente manera:

"La manzana oculta lo visible pero oculta el rostro de la persona. Detrás de todo lo que vemos se esconde otra cosa pero siempre queremos ver lo que está oculto por lo que vemos. Hay un interés en lo que está oculto y lo visible, que no se muestra. Este interés puede provocar un sentimiento muy intenso, una especie de conflicto, se podría decir, entre lo visible, lo oculto y lo visible que está presente".

En resumidas cuentas René Magritte acierta afirmando el interés que todos manifestamos por saber lo que hay detrás de cada una de las personas que vemos y ese conflicto o duda que crea el no conocer la verdadera identidad de todo ser que nos mira y nos conoce, en tanto nosotros no sabemos nada de él, nos obliga a imaginarnos en qué medida es como persona, ante la posibilidad de sabernos inferiores.



ESTO NO ES UNA MANZANA, 1964.

Evidentemente, y aunque a simple vista no caigamos en la cuenta de la veracidad de lo que Magritte afirma y lo que vemos: Esto no es una manzana, sino sencillamente la representación o dibujo de una manzana, algo muy distinto.

No hay nada más irreal que aquello que vemos representado ante nuestros ojos, una manzana, con el interés que nos despierta Magritte por lo que supone la naturaleza ilusoria del arte.

Como buen surrealista Magritte indagó en lo que desconocemos del sueño y lo imaginario, lo insólito, e incluso lo sórdido como fuente de inspiración, una fuente eso sí del todo libre, si bien prevaleció, en gran medida, la simbología sexual, metarfoseando los objetos haciendo que parecieran estar dotados de vida, así como al contrario, fragmentó los elementos anatómicos -que, en gran medida vienen a esconder nuestros fantasmas- haciendo de ellos lugares imaginarios y absurdas apariencias.

Para Magritte el título de todas y cada una de sus obras es la clave para resolver el enigma que plantea. 

Indagar en lo visible, lo oculto y lo visible que se esconde es ardua tarea que nunca termina. 




Fuentes:
Wikipedia.
Tendencias del Mercado del Arte.
Movimientos de la Pintura.
MAGRITTE. Taschen


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