Franz Anton Mesmer
Franz Anton Mesmer ha pasado a la historia bajo una doble vertiente, para unos, fue un auténtico visionario, dueño de una personalidad compleja, más siempre atrayente, precursor de lo que James Braid desarrolló con el nombre de hipnosis en 1842. Más para muchos fue un embaucador, un hombre dotado de carisma y con un físico imponente, que llevaba a cabo lo que venía a calificar como "sus curas" mediante una singular escenificación, en la que no faltaba una especie de túnica confeccionada a base de seda lila, que le hacía parecer un auténtico mago.
Descubrió lo que él llamo magnetismo animal y que posteriormente adoptó el nombre de "mesmerismo".
Nacido en la aldea de Iznang (Suabia), el 23 de mayo de 1734, fue hijo de un guardabosques arzobispal, estudió teología y se llegó a doctorar en filosofía, derecho y medicina.
Fue en el año 1768 cuando Franz A. Mesmer contrajo matrimonio con una viuda en excelente posición económica, gracias a lo cual pudo abrir una consulta privada como médico en Viena.
Con independencia de sus cualidades para la ciencia, Franz A. Mesmer fue un hombre dotado también para el arte, pues era un músico magnífico, de cuyo talento fueron partícipes todos cuantos acudían con frecuencia a las veladas musicales que tenían lugar en su mansión, entre ellos, personalidades como Mozart, Haydn, y muchos otros.
Puso un especial interés en el estudio de la influencia del magnetismo en el ser humano, que experimentó en el año 1774, y en su consulta con la condesa Franzeska von Österlin, a la que trató a base de corrientes magnéticas, para lo cual se proveía de imanes que colocó en distintas partes de su cuerpo, y haciéndole beber una preparación que contenía hierro, llegó a la conclusión de la existencia de un "fluido universal" que, en forma de corrientes, circulaba por el cuerpo de la paciente produciéndole mejoría, en tanto "equilibraba los humores de ésta". Esta singular energía pasó a de nominarla magnetismo animal.
El hecho cierto es que su fama le proporcionó la posibilidad de dar una conferencia en la Academia de Ciencias de Munich sobre los exorcismos practicados por un sacerdote y curandero, llamado Johann Joseph Gassner, sobre el que opinó que sus curaciones se debían al hecho de que poseía un gran magnetismo animal, con lo que establecía el principio de que las curaciones tenían un componente del todo racional.
Fue así como Mesmer intentó curar la ceguera de una joven pianista, Maria Theresia Paradis, de tan sólo 18 años, y el hecho fue que la chica empezó a recuperar visión, más Mesmer fue acusado de fraude por parte de médicos que atendían a la realeza y se vio obligado a abandonar a su paciente y con ella, la posibilidad de que la joven recobrara la vista, todo ello abonado por el interés del progenitor de ésta, que dudando de dejar de percibir la ayuda imperial que recibía por su hija, en el supuesto de que se curase, optó por alejar a Mesmer de la misma.
Tras este triste hecho, Franz A. Mesmer se trasladó a París, donde abrió una nueva consulta médica, en 1778, más la Academia de Ciencias y la Sociedad Real de Medicina francesas no le facilitaron las cosas, lo que no impidió que su popularidad de extendiera entre la gente de toda clase y condición y es así como Mesmer hizo de su gabinete médico, establecido en el Hôtel Bouillon, un lugar de citas para su ya abundante clientela.
El método utilizado, en estas sesiones curativas se servía de una máquina magnética creada por el propio Mesmer, denominada baquet, y que consistía en una especie de vasija, bajo la forma de condensador eléctrico, de unos 50 cm, de la cual salían barras de hierro y cuerdas que comunicaban con los pacientes. Si bien su validez fue desacreditada tiempo después, sentó la base del desarrollo de la hipnosis.
Los enfermos procedían a atarse entre sí, alrededor de la vasija o cuba, formando, a la sazón, una especie de cadena humana, lo que venía potenciar el llamado magnetismo animal, si bien muchas de estas personas llegaron incluso a sufrir crisis de ansiedad, desmayos, etc...que convirtieron la terapia de Mesmer en objeto de burla.
No obstante, fueron muchos los pacientes que manifestaron la mejoría de sus dolencias y gracias a ello la reina Maria Antonieta, en 1782 le ofreció una renta anual siempre que procediera a enseñar sus conocimientos; no obstante, Mesmer que era más que inteligente, se negó sin que antes se reconociera oficialmente la validez de sus terapias.
Esa rotunda popularidad no sólo a nivel popular sino dentro de las más altas esferas, llevó a Mesmer a crear la llamada Sociedad de la Armonía Universal, vinculada a la masonería y que a cambio de aceptar miembros en la misma, pedía una aportación en metálico. Lo cierto es que fue un éxito total y supuso la expansión del mesmerismo no sólo por Francia sino por, sus entonces, diferentes colonias.
Más la monarquía francesa no estaba dispuesta a permitir que las teorías de Mesmer continuaran propagándose y creó dos comisiones formadas por miembros de la Facultad de Medicina y de la Academia de Ciencias, entre los que destacan personalidades como Benjamin Franklin, e incluso, el famoso Guillotin (inventor de la conocida como "guillotina"-) que llegaron a la conclusión de la nulidad de los tratamientos impartidos por Mesmer, y lo que es aún peor imprimieron una serie de panfletos en los que se llegaba a poner en conocimiento de la población la antedicha resolución.
Todo ello conllevó a posicionar a Mesmer contra la monarquía y a situarse al lado de los que instaban la revolución, llegando incluso a participar de las acciones de los jacobinos de Viena.
Las teorías de Mesmer quedaron plasmadas en su Memoria (1799), en la que hablaba sobre sus descubrimientos y fundamentalmente sobre sus teorías acerca del hombre y el universo.
Para Mesmer además de los cinco sentidos que todos conocemos, existía un sexto sentido, eso sí, interno, mediante el cual la persona podía ser capaz de llegar a conocer la armonía del universo y a través de este conocimiento poder curar a los enfermos.
Y esa armonía interna y no le faltaba razón, debía de venir acompaña de otra armonía, la social, avanzando Mesmer en lo que se consideraría el papel fundamental de la educación de los niños.
Tumba de Mesmer
Con independencia del éxito o reconocimiento de sus teorías, FRANZ ANTON MESMER fue un hombre de reconocida formación y prestigio, dueño de una personalidad atractiva, y no tan charlatán como muchos quisieron hacernos creer.
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Fuentes:
Wikipedia.
National Geographic.
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