lunes, 29 de abril de 2019

EL CONGO BELGA: UN GENOCIDIO OLVIDADO.


Todos hemos oído hablar y somos conscientes de la existencia de grandes genocidios a lo largo de la humanidad, unos permanecen en el "presente" de la memoria, otros, desgraciadamente, quedaron ubicados en un pasado al que ya nadie quiere mirar.



Más ello no es inconveniente para que nos acerquemos en este artículo a la realidad de unos de los más grandes genocidios de la Humanidad, el que en nombre de la filantropía, cristianismo y abolicionismo llevó a cabo una única persona: el rey Leopoldo II de Bélgica, para quien esta zona de África se convirtió en su colonia privada.
La terrible historia de este genocidio nació y se desarrolló conforme a una planificación total llevada a cabo, paso a paso, y es así como se desarrolló su historia.



Leopoldo II de Bélgica nació en 1835, y su reinado se extendió entre los años 1865 a 1909. Desde el punto de vista de los habitantes de este país, este hombre fue un gran reformista e incluso, progresista, en sus actuaciones, pues abrió paso al sufragio universal. Eso sí, lo que sus "súbditos" nos sabían era que la principal "cualidad" de Leopoldo II era su ambición y su irrefrenable deseo de morir millonario y para ello necesitaba de una colonia, y la halló, en el centro de África: la extensa cuenca del río Congo, sobre la que ninguna potencia extranjera había puesto aún sus intereses.




Amén de ambición, no debemos dejar de destacar la inteligencia con la actuó este rey, quien tenía innumerables contactos diplomáticos, para lo que el 12 de septiembre de 1876 convocó la Conferencia Geográfica de Bruselas, cuyo objetivo era el abrir las puertas de lo que se consideraba "civilización" en el África central.




Esta Conferencia sentó las bases que le valieron para la creación de la Asociación Internacional Africana, de la que participaban representantes de todos los países que trataban de repartirse el "pastel" del continente africano. Por entonces, el rey Leopoldo II ya se había ganado fama de altruista.





Y en base a ello, y puesta su mirada sobre el Congo, creó la "Asociación Internacional del Congo", revestida de cariz humanitario y que tenía como finalidad la de acabar con el tráfico de esclavos; para ello, nada mejor que contar con un hombre de confianza, sin escrúpulos, Henry Morton Stanley, quien había seguido el curso del río Congo desde el interior de África hasta la que es su desembocadura.


Henry Morton Stanley

Construyendo caminos, estableciendo vías fluviales consiguió ganarse la confianza de sus habitantes, con los que firmaba tratados en los que engañosamente aquellos les cedían sus tierras. 
Llegado 1884, la Asociación Internacional del Congo expresó su intención de gobernar el territorio como Estado independiente. Ya sólo faltaba el reconocimiento internacional, que vino de la mano de la Conferencia de Berlín, organizada por el canciller alemán Otto von Bismarck, entre 1884 y 1885, que puso en manos de Leopoldo II la soberanía de dicho territorio: así nació el Estado Libre del Congo, el 1 de julio de 1885, reconocido oficialmente como territorio del rey Leopoldo II a título personal y no como colonia belga.





Desde su nacimiento era un espacio de libre comercio internacional y también "libre de esclavismo". Su extensión tan grande como la de media Europa occidental.




Curiosamente, la total hipocresía con la que actuaba Leopoldo II de Bélgica le llevó a ser presidente honorario de la Sociedad para la Protección de los Aborígenes, amén de que fue anfitrión de numerosos eventos como la Conferencia Antiesclavista de Bruselas en 1889.



Conseguido su deseo de poseer una colonia a título personal, Leopoldo II inició la administración y explotación, de forma privada, hasta el año 1908.
Eso sí, para llevar a cabo todas y cada unas de sus intenciones, se valió de préstamos concedidos por el Estado, con los que procedió a la explotación de las grandes riquezas de la que era su personal colonia.
Esa riqueza estaba constituida, fundamentalmente, por el marfil y el caucho.



Los métodos empleados, ordenados, consentidos por el propio rey para obtener el mayor rendimiento por parte de los nativos, fueron los más crueles, entre ellos, amputaciones de manos, encadenamientos, latigazos, castigos de todo tipo...que llegaban a producir la muerte.




Y todo este horror necesitaba también de la dirección de un ejército privado, la conocida Force Publique, de la que formaban parte más de 15.000 hombres: muchos de ellos europeos, soldados negros, mercenarios.
Más la peor de las coacciones que ejercían sobre los nativos era sobre las familias de los esclavos: sus mujeres e hijos, a los que sometían a malos tratos, violaciones y desnutrición, quemando poblados y destrozando cuanto encontraban a su paso.



Esta terrible situación se fue extendiendo en la medida en la que la demanda de caucho, a nivel internacional fue creciendo, lo cual hizo que la crueldad, lo fuera también, a base de castigos ejemplarizantes.
El número de víctimas que este horrible régimen pudo ascender a la cifra de diez millones de personas.



Más la situación no podía permanecer oculta a los ojos de la comunidad internacional, pese a todos los esfuerzos para que así lo fuera por parte de Leopoldo II, ya que siempre había sabido comprar a todo tipo de periodistas, funcionarios, políticos..
Fue decisiva la denuncia realizada por el jurista afroamericano George W. Williams, que consideró la situación de la zona como un auténtico infierno; a esta posición se unión la del cónsul británico en el Congo, Roger Casement, así como la de diferentes funcionarios que consiguieron hacer llegar la realidad al resto del mundo.



El genocidio en el Estado Libre del Congo empezó ser considerado en su justa realidad a partir de 1900, por lo que en 1904 se creó la Congo Reform Association, con diferentes sedes en distintos países, a fin de conocer la situación real y en vista de ello, en 1908, Leopoldo II se vio obligado a renunciar a la colonia de su propiedad a favor del estado belga.
Este traspaso de propiedad no supuso una inmediata recuperación de la situación en la zona, pero con ella se empezó a tomar conciencia de la necesidad de que el Estado Libre del Congo llegara a alcanzar, con el tiempo, su total independencia, algo que no consiguió hasta el año 1960.



Un año más tarde de que le expropiaran al rey belga su "Estado Libre del Congo", Leopoldo II moría, en diciembre de 1909, a los 74 años. 
La historia de Leopoldo II de Bélgica que todos debemos conocer es la de un mísero gobernante, un genocida, amparado por su ambición desmedida y su carencia de escrúpulos.



Bien es cierto que desde el año 1909 hasta 1960 fueron muchos los aspectos de aquella etapa histórica que fueron descubriéndose, a medida de que salieron a la luz todo tipo de documentos, testimonios...por parte de personas que sobrevivieron a la terrible masacre, por funcionarios, misioneros, y ello a pesar de que Leopoldo II ordenó la quema total de los archivos antes de entregar su "colonia" al estado belga.



La verdad, y así debería de ser, siempre debe salir a la luz...


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Fuentes: Historia. National Geographic.
www.lavanguardia.com

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