Mary Henrietta Kingsley
Todos somos amantes de los viajes, de conocer países, ciudades, culturas, de aprender que existen personas que comparten de nuestras emociones y gustos, más no siempre el viaje es mera diversión, en muchas ocasiones, los conocidos como pioneros nos han aportado datos sobre tantas formas de entender la vida que nos han servido de guías en lo que es el descubrimiento de "mundos".
Y sí que se ha hablado de hombres que han llevado a cabo grandes proezas en lo que es la exploración de territorios en gran medida no civilizados, más pocas son las ocasiones en las que una mujer, sola, se ha aventurado en tal sentido, y mucho menos, si hablamos del siglo XIX.
Pues este fue el caso de la escritora y exploradora inglesa MARY HENRIETTA KINGSLEY, nacida el 13 de octubre de 1862 y fallecida el 3 de junio de 1900, cuyos viajes por el continente africano aportaron importantes conocimientos sobre las gentes que los habitaban, así como sobre diferentes especies de flora y fauna.
El padre de Mary Kingsley, George, probablemente influiría en la afición de su hija, pues se dedicaba a escribir sobre viajes, amén de tener la medicina como profesión; por lo que respecta a su madre, estaba inválida y era de esperar que su hija se decidiera por cuidar de ella, más no fue así.
El hecho de que su padre tuviera una magnífica biblioteca y el escucharle hablar de sus viajes hizo de Mary una aventurera en potencia.
Es por ello que una vez fallecidos sus padres, que lo fueron con cinco semanas de diferencia, desprovista de todo tipo de responsabilidad, contando con una buena renta, Mary Kingsley se decidió a viajar, y para ello escogió el continente africano, pues tenía la intención de terminar un libro que su padre había iniciado, para lo cual necesitaba recopilar material relativo a culturas indígenas.
En agosto de 1893, Mary Kingsley llegó a Luanda (Angola), y lo curioso es que lo hizo provista de su inseparable sombrero floreado, su sombrilla, con sus abalorios y con tabaco, a la vez que portando numerosos frascos pequeños para recoger muestras. Eso sí, debajo de su falda llevaba unos pantalones de su hermano. A partir de ese momento y hasta enero del año siguiente convivió con las gentes del lugar, quienes le enseñaron todo tipo de habilidades para poder sobrevivir en la jungla africana, pues para nuestra pionera exploradora su curiosidad no tenía límites.
Las selvas del África Tropical fueron el inicio de una aventura que le llevó a Sierra Leona, Liberia, Costa de Oro, Benin, Camerún, y Angola, regresando por el Estado Libre del Congo, escenario de las terribles acciones del rey belga Leopoldo II contra la población indígena; también se internó en el Congo francés, pasando por la actual Gabón, y tras pasar una temporada en el protectorado británico de Calabar, retomó camino hacia Sierra Leona, desde donde embarcó para regresar a su casa.
Más poco le duraría a Mary Kingsley su rutina casera, pues en diciembre de 1894 retomó su interés por lo que es el África occidental, iniciando el año 1895 en Sierra Leona. Su periplo le llevó, en esta ocasión, por la Costa de Oro, alcanzó el Delta del Níger, y llegó a conocer a Mary Slessor, compatriota y que trabajaba como misionera en dicha zona desde hacía 18 años; continuó su aventura siguiendo el curso del río Ogowé, llegando a convivir con tríbus caníbales, los antropófagos Fang, y por si ello no fuera suficiente, llegó a escalar el Monte Camerún, de 4.100 metros de altura, por una ruta por la que nunca antes había seguido ningún explorador europeo.
Hasta su Inglaterra natal llegaron noticias de Mary Kingsley y cuando volvió a su casa en octubre de 1895, fue recibida por una multitud de periodistas que deseaban entrevistarla. Se convirtió en "famosa", y los tres siguientes años de su vida los dedicó a dar conferencias sobre sus experiencias en África.
Mary Kingsley era una mujer con un criterio propio muy bien definido y de férrea convicción, tanto es así que la Iglesia de Inglaterra se mostró molesta con ella cuando criticó a los misioneros por la actitud de éstos intentando cambiar la forma de entender el mundo, su mundo, el de los africanos; es más, llegó hasta defender la "poligamia".
Todavía fueron a más sus manifestaciones cuando proclamó que los nativos de África no eran seres inferiores (tengamos en cuenta que nos encontramos en plena etapa victoriana) y que sencillamente la suya era un tipo de mentalidad diferente a la del hombre blanco.
No obstante, y pese a esa liberalidad en lo que se refiere a ciertas costumbres, fue una mujer que no apoyó el movimiento por el sufragio femenino.
En 1897 vio la luz el primero de sus libros que nos hablan sobre sus experiencias: Travels in West Africa (Viajes en África Occidental), y en 1899, el segundo, West African Studies (Estudios sobre África Occidental).
Después de esta etapa de escritora, los viajes volvieron a tentarla, más esta última vez, lo hizo como enfermera, en Ciudad del Cabo, para ayudar a los prisioneros boers, donde contrajo fiebres tifoideas, a consecuencia de las que falleció a la temprana edad de treinta y ocho años.
Su cuerpo fue arrojado al mar, siguiendo su deseo, para de esta forma convertirse en eterno ese viaje que tanto le hizo conocer y comprender...
Imágenes de su funeral
Un placer tenerla en este espacio MARY HENRIETTA KINGSLEY....
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Fuentes: Wikipedia.
www.mujeresviajeras.com
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