Una ciudad no es solo lo que vemos a simple vista sino que también existe lo que se conoce como ciudad subterránea construida para dar solución a todo tipo de situaciones que conlleva la actividad económica, industrial, de comunicaciones, etc.
Un ejemplo de ello lo tenemos en Londres, donde a día de hoy, más de veinte túneles atraviesan el Támesis por debajo de su cauce, por los que transitan el metro y los ferrocarriles, así como todo un sistema gracias al que nos permitimos disfrutar de las facilidades de la vida moderna.
El primer túnel construido bajo el lecho de un río navegable fue consecuencia de un proyecto del ingeniero Marc Brunel, concretamente, bajo el río Támesis, y tuvo como motivación el más que ingente tráfico de mercancías que registraba dicho río todo ello a raíz del desarrollo industrial de Londres.
Más antes que Marc Brunel, los ingenieros Ralph Dodd, Richard Trevithick, así como Robert Vazie plantearon diferentes proyectos en tal sentido, que resultaron fallidos, si bien los problemas con los que todos ellos se encontraron sirvieron para allanar el camino a Marc Brunel, de tal forma que centró su trabajo en evitar el riesgo de inundaciones. Es así como en 1823 llegó a proponer un sistema para la construcción del que sería el primer túnel bajo el río Támesis, que vendría a unir las orillas de Rotherhithe y Wapping, con una longitud de 381 metros; su composición lo fue mediante dos túneles paralelos hechos a base de ladrillos y que se comunicaban por medio de arcos, alcanzando una altura de seis metros, un ancho de 11 metros y una profundidad de 21,5 metros desde lo que es la superficie del agua.
Este proyecto vendría a significar, si se llevaba a cabo, la solución más que válida para el antedicho tráfico de mercancías, por lo que fueron varios los industriales con grandes fortunas quienes vieron la posibilidad de invertir en él, creándose el llamado Thames Tunnel Company; asimismo, el Parlamento aprobó el proyecto en cuestión y dio el impulso necesario para la construcción del túnel, permitiendo que pudiera cobrarse peaje a quienes lo utilizaran.
Inicialmente, el proyecto de Marc Brunel vería la luz en un plazo de tres años, lo que no tuvo en cuenta fueron las diferentes y grandes dificultades con las que se encontró en su camino, ya que los obreros para trabajar necesitaban luz y solo podían iluminarse mediante velas, hasta que se introdujo la fórmula del empleo de lámparas alimentadas desde bidones de gas metano. Otro aspecto a tener en cuenta fue la falta de aire existente en el interior de los iniciales túneles, por lo que los turnos de los operarios no podían exceder de ocho horas, abundando además en el hecho de que el río Támesis fue durante muchos años el vertedero de las alcantarillas de Londres. Es así como los operarios empezaron a enfermar a raíz de la insalubridad de las condiciones de trabajo.
Desgraciadamente, cuando en la primavera de 1827 ya estaba completada la mitad del túnel se hundió, inundándose y provocando la aparición de un gigantesco cráter de 15 metros de diámetro y tres de profundidad en el lecho del río.
Llegado este extremo se decidió la detención de las obras, a fin de rellenar el cráter y bombear el agua que había penetrado hasta casi el techo del túnel. Todo ello obligó a que los trabajos permanecieran hasta cinco meses parados. Más lo que no intuían ni la dirección del proyecto ni los obreros era que aún iba a producirse una situación más peligrosa, pues el 11 de enero de 1928, el agua volvió a penetrar en el túnel y volvió a inundarse; esta vez se llevó por delante la vida de seis obreros y el ingeniero Isambard Brunel -hijo de Marc- fue rescatado casi sin vida.
Una continua lucha contra la fuerza de las aguas y la voluntad por parte de Brunel y su hijo, Isambard, junto con los operarios que pasaban horas y horas desalojando agua e intentando solventar las dificultades que con las que topaban, como los incendios provocados por los gases inflamables que se infiltraban, tuvo como recompensa que en enero de 1842 el túnel quedara terminado.
La idea inicial de que fuera destinado al uso de carruajes de caballos dio paso a que se utilizada para el paso de personas, pues los elevados costes impidieron que pudieran construirse rampas para mercancías; no obstante, el día de su inauguración se calcula que llegaron a 50.000 las personas que pasaron por el túnel, y por debajo del río, evidentemente, pagando por ello la suma de un centavo.
Es significado pensar que el proyecto de Marc Brunel quedara convertido en una atracción turística, pues en el mismo llegaron a instalarse tiendas de toda naturaleza, desde las que vendían souvenirs hasta artículos de lujo; es más, también las prostitutas y los ladrones encontraron en el mismo un nuevo campo en el que ampliar sus negocios.
Los elevados costos del túnel llevaron a la empresa constructora a vendérselo en 1865 a la compañía ferroviaria East London Railway, llevando a cabo diferentes reformas hasta adaptar al paso de trenes de vapor; a día de hoy, los túneles, pues fueron dos, al quedar dividido el principal por una hilera de arcos, son recorridos por trenes eléctricos.
Estos túneles se incorporaron en 1913 a la red de metro de Londres; y sirviendo de precedente el que fuera ideado por Marc Brunel sirvió, mejoradas las técnicas- para la construcción de otros, entre ellos es de Severn y el de Mersey, ambos bajo ríos de idénticos nombres.
El talento de este ingeniero Marc Brunel le llevó a construir un barco denominado "Great Western", que realizó su primera travesía trasatlántica en 1838, en solo 15 días, teniendo en cuenta que era un barco de vapor; asimismo, proyectó otros dos barcos más; también construyó diferentes puentes, como el "Royal Albert Bridge" y diseñó el "Clifton Suspensión Bridge", puente colgante sobre el Avon, cuya terminación no pudo culminar.
Este extraordinario ingeniero fue además un excelente dibujante, siendo elegido, con solo 24 años, miembro "Fellow" -título honorífico que solo se concede a científicos- de la Royal Society de Londres.
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