Cuando hablamos de grandes proyectos de toda naturaleza que nunca llegaron a ser realidad nos encontramos ante las más variadas y extravagantes propuestas, más en el caso del que ideó el arquitecto francés Étienne-Louis Boullée en forma de cenotafio en reconocimiento al gran ISAAC NEWTON estamos ante una obra de carácter del todo revolucionario.
Étienne-Louis Boullée tenía vocación de pintor, si bien terminó por estudiar arquitectura en la escuela de Jacques-François Blondel, presionado por su padre. Un joven inteligente que con solo 19 años ya era profesor de la École des Ponts et Chausées, siendo admitido con 34 años como miembro de segunda clase en la Académie d´Architecture y con 52 años logró serlo de primera clase, hasta que en 1793 la Convención Nacional suprimió la misma.
Fue precisamente a partir de esta última fecha cuando Étienne-Louis Boullée se decidió por escribir un libro en el que trataba la arquitectura, con el título de Architecture, Essai sur l´art, que terminó en 1793, y que increíblemente no vio la luz hasta 1953; una obra que destaca por sus diferentes proyectos para todo tipo de edificios, desde palacios, iglesias, teatros, hasta bibliotecas e incluso cenotafios.
Precisamente, uno de sus proyectos más singulares fue el CENOTAFIO que dibujó en homenaje a la figura de ISAAC NEWTON, un monumento de forma esférica con una altura superior a la de la Gran Pirámide, pudiendo considerarse todo una muestra de lo que es la arquitectura revolucionaria.
El cenotafio cuyo proyecto nunca fue realidad tenía unas dimensiones gigantescas y sus formas geométricas elementales nos aproximan a los ideales de la Ilustración,y el motivo principal por el que nunca llegó a tomar forma fue la escasez de materiales y las carencias de la técnica de construcción de la época.
Por entonces, la Europa del siglo XVIII estaba dominada por el movimiento filosófico y científico de la Ilustración, apostando por el racionalismo como base para el pensamiento y la conducta humana, siendo Francia un gran centro para este movimiento, que vendría a establecer un nuevo orden social, defendiendo derechos humanos y restando poder a la aristocracia y a la Iglesia.
Boullée fue justamente el arquitecto que mejor vino a representar el rechazo total al estilo rococó, defendiendo el retorno a las formas clásicas de la antigua Grecia y Roma; asimismo, también era partidario de inspirarse en las formas de la naturaleza y la geometría "pura".
El proyecto estaba basado en una enorme esfera hueca con una altura superior a los ciento cincuenta metros, que iría situada sobre una terraza sosteniendo el hemisferio inferior y absorbiendo, a su vez, los empujes de la mitad superior; en el exterior se situaban tres terrazas en las que iban colocados otros tantos anillos concéntricos de cipreses, emulando a los antiguos mausoleos romanos.
A la esfera se accedía por la base, y a pesar de su gran tamaño solo una pequeño espacio puede ser ocupada en su interior. Su superficie debía estar perforada tan hábilmente que durante el día los rayos del sol pudieran entrar en su interior y podría dar la sensación nocturna de lo que era la bóveda celeste con todas sus constelaciones. Por contra, durante el día, y mediante un gran foto de luz artificial en su centro se reproduce la imagen diurna.
Es precisamente "la luz" de Newton la que alumbra el conocimiento de los hombres, y todo ello con la intención de ofrecer al espectador las mas singulares sensaciones de la inmensidad del universo.
Como todos sabemos Isaac Newton fue uno de los científicos más influentes de la historia de la humanidad, abarcando su trabajo la mecánica, la óptica y el cálculo, con sus leyes sobre el movimiento y la gravitación nos ofreció una certera visión del mundo físico.
Evidentemente, Étienne-Louis Boullée quiso hacer un homenaje a la figura de Isaac Newton con un monumento -cenotafio- a la altura de su aportación al progreso de la ciencia, algo que desgraciadamente, no pudo hacerse realidad.
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