LA MARSELLESA, conocida banda sonora y símbolo de la Revolución Francesa, vio la luz en 1792, gracias al encargo que realizó el barón de Diétrich a un capitán de ingenieros y compositor aficionado, Claude-Joseph Rouget de Lisle, con la finalidad de animar a las tropas francesas en la guerra contra Austria.
En 1830, tras la revolución, el arco de la Plaza de l´Étoile, fue decorado con un relieve, cuya autoría debemos a FRANÇOIS RUDE, y que recordaba la partida de los voluntarios que en 1792 se reunieron con el ejército; este singular relieve obedece al nombre de Départ des volontaires de 1792, si bien popularmente se le conoce con el nombre de LA MARSELLESA.
FRANÇOIS RUDE nació en Dijon, el 4 de enero de 1784 y falleció en París, el 3 de noviembre de 1855; sus primeros inicios en las artes plásticas lo fueron como dibujante en la escuela de arte de Dijon, si bien continuó en Paris, y como alumno de Pierre Cartellier, obteniendo en 1812 el Grand Prix de Rome.
Sus años siguientes los pasó en Bruselas, realizando algunas obras -un total de nueve bajorrelieves-, en el palacio de Tervuren, ya desaparecido. Fue en Bruselas donde contrajo matrimonio con Sophie Fremiet, un bonapartista gracias a la que pudo regresar a París, y volver a entrar en el círculo de exposiciones y concursos, siendo de esta etapa (1827) su obra una Virgen para St Gervais y un Mercurio atándose las sandalias, que podemos contemplar en el Museo del Louvre.
Por su escultura Niño pescador napolitano jugando con una tortuga (1833), también expuesta en el Museo del Louvre, fue merecedor de la Legión de Honor.
Más, sin lugar a dudas, la obra más famosa y por la que se le conoce popularmente, es la citada LA MARSELLESA, un espectacular altorrelieve que representa a los patriotas franceses que dieron su vida en 1792 en la lucha contra las potencias absolutistas de Prusia y Austria.
El grupo escultórico nos ofrece unos más que evidentes rasgos de clasicismo en lo que es su composición, más por el tratamiento que Rude da a las diferentes figuras, con sus actitudes dramáticas puede vincularse a la escultura griega postclásica o helenística.
El monumento está presidido por una joven que representa el genio de la guerra con unas alas abiertas, arengando a los voluntarios, en tanto porta en la mano que dirige hacia delante una espada; los voluntarios son todos los personajes representados bajo ella, quien parece ser el jefe vestido con una cota de malla, coraza y grebas, en tanto agita su casco animando a sus hombres, a su lado un joven desnudo alzando su puño derecho y tras éste un hombre maduro que aparenta sacar su espada, otro personaje que se sitúa detrás parece dar consejos al jefe de los voluntarios, en tanto a la derecha de éste aparece otro joven, cuyo torso también se ve desnudo; por último, y detrás de él, otro hombre con cota de malla toca la trompeta.
Toda esta magnífica composición está sustentada en la figura central, la diosa de la guerra Belona (para los romanos) y que nos recuerda a la también figura femenina del cuadro de Delacroix "La libertad guiando al pueblo".
Con independencia de este extraordinario grupo escultórico, destacan obras suyas como Napoleón despertando a la inmortalidad, (Museo de Orsay), Juana de Arco (Jardines de Luxemburgo) o Hebe y el águila de Júpiter, Museo de Bellas Artes, de Dijon.
La importancia de François Rude ha quedado refrendada por la obra de Jean-Baptiste Carpeaux, que fue su discípulo, así como Charles Cordier y su hijastro Paul Cabetque.
En su ciudad natal Dijon se encuentra ubicado el Museo Rude, que fue inaugurado en 1947 y en el que podemos encontrar con sus diferentes moldes de escayola de la mayoría de sus obras, adquiridos por la ciudad de Dijon.
Disfrutad de su extraordinaria obra...
Museo François Rude
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