La escultura toma protagonismo hoy en nuestro artículo, con la personalidad y la obra del artista alemán GREGOR ERHART, nacido en la ciudad de Ulm, en 1570 y fallecido en 1640, en Augsburg.
En una época que se considera transición entre la ciertamente oscura Edad Media, con sus consiguientes connotaciones religiosas y sociales, y el Renacimiento, símbolo de luz y apertura a la razón, la figura de GREGOR ERHART resulta sumamente curiosa y, evidentemente, su trabajo.
Su familia era prolífica en escultores de lo que ha venido en considerarse gótico tardío; su padre, Michel Erhart tuvo un relevante taller de escultura en la ciudad de Ulm. Es así como Gregor aprendió desde pequeño el oficio y el arte de la escultura, en su propio taller familiar, dando especial muestra de un talento innato. Sus encargos, mayormente de carácter religioso, son de una gran belleza, siendo patente en sus obras rasgos de lo que definiría el renacimiento.
Dos características principales de sus obras y que le posicionan en este nuevo movimiento artístico, es la adopción de lo que se considera como contrapposto (término italiano que designa la oposición armónica de las diferentes partes del cuerpo de la figura humana, lo que proporciona la sensación de cierto movimiento y la ruptura con la ley de la frontalidad); otro de sus rasgos más significativos es el empleo -no usual en su época- del desnudo, y más aún de un desnudo del todo armónico, en el que destaca una singular sensualidad (con dichos rasgos el arte medieval queda del todo relegado).
Es así como Gregor Erhart no solo viene a demostrar un dominio pleno de la técnica escultórica, sino también el deseo de descubrir nuevos territorios dentro de su trabajo.
No obstante, las primeras obras de Gregor Erhart tienen mucho en común con las de su padre, el hecho de que Gregor Erhart obtuviera la ciudadanía de la próspera ciudad mercantil de Augsburg, en 1494, fue del todo decisivo, ya que ésta fue una de las primeras ciudades en conocer la influencia del movimiento renacentista, destacando sus trabajos no ya solo por la singular libertad y plasticidad, sino también por la policromía de la escultura en madera en tamaño real.
Entre sus obras más significativas, dos de ellas merecen una especial reseña; la primera, la conocida con el nombre de Vánitas, datada hacia 1500, con una altura de 46 cm. y que se encuentra en el Museo de Historia del Arte de Viena (Austria).
Se trata de una composición de dos mujeres y un hombre, unidos por la espalda, y cuyos pies aparecen soldados a la base. El titulo de esta singular obra, Vánitas, hace especial alusión al libro del Antiguo Testamento, el Eclesiastés: Vanitas vanitatum omnia vanita (Vanidad de vanidades, todo es vanidad); en definitiva lo que viene a considerarse una alegoría del destino de la humanidad.
Es de reseñar el hecho de que en la pintura este mensaje venía representado por un cráneo, si bien en la escultura, es la realidad en la decrepitud del cuerpo de la vieja la que simboliza la muerte. La escultura en conjunto nos transmite cierta angustia, no es una alabanza de esperanza, sino la definitiva pérdida del disfrute de lo que proporciona la terrenalidad. Es por ello que la juventud que derrocha la joven pareja está aún más resaltada por el contraste que manifiesta frente a la anciana: en definitiva, es el destino de todo ser humano.
En esta representación de la figura de María Magdalena, del todo excepcional, si bien su inspiración puede considerarse medieval, sí que muestra lo que puede considerarse la transición entre el arte Gótico y el Renacimiento. Gregor Erhart nos ofrece la imagen de una María Magdalena representada a modo de ermitaña desnuda, no obstante lo cual la sensualidad que respira está en oposición con la actitud de oración que muestran sus manos.
Esta estatua, en sus inicios, no era tal y como la vemos actualmente, sino que reposaba sobre un grupo de ángeles y suspendida en una iglesia, supuestamente en la capilla de María Magdalena del monasterio dominico en Augsburg. Como bien podemos observar la belleza de la obra viene resaltada por la proporcionalidad y la armonía en la realización, lo que nos lleva a sentar las bases de los inicios del Renacimiento.
Esta bellísima representación fue puesta en venta en Alemania en el siglo XIX, procedente de la colección de Sigfried Lammle en Múnich, para posteriormente ser adquirida por el Museo del Louvre.
Sin lugar a dudas, con su Santa María Magdalena, Gregor Erhart vino a crear la que sería una auténtica obra maestra del arte medieval.
Fuentes:
Wikipedia. https://historia-arte.com. 1000 obras de Arte erótico.
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