lunes, 10 de diciembre de 2018

PETER PAUL RUBENS.- ORFEO Y EURÍDICE


Peter Paul Rubens

Peter Paul Rubens considerado como genio de la pintura barroca, viene a configurar lo que es la síntesis de la cultura flamenca y de las ideas del renacimiento.
Es la suya una obra extraordinaria no sólo en calidad, sino en cantidad, caracterizada por una técnica viva y del todo innovadora para su época, apostando por el dinamismo en la expresión de las formas, así como en la excelencia del color.
Su obra abordó prácticamente todos los géneros, desde el tema religioso, pasando por los retratos, el autorretrato y el paisaje, al siempre aplaudido tema mitológico.


Es el suyo un color que alcanza la virtud y es por ello que maneja con total habilidad los efectos del ilusionismo barroco, marcándolo de una sutileza artística única. 



Una de sus obras más deliciosas es la que interpreta el mito de Orfeo y su historia de amor con la bella Eurídice.
El cuadro fue un encargo pintado por Rubens para la Torre de la Parada, el pabellón de caza propiedad de Felipe IV, situado cerca del Palacio del Pardo.


Orfeo era célebre por su dulce canto y por su habilidad para tocar la cítara o la lira. Tanto es así que las plantas y los animales del bosque quedaban extasiados por su belleza y a todos traía la paz. 
Todas las ninfas admiraban su talento y deseaban tenerle como esposo, más sólo una de ellas lo consiguió: Eurídice, tan bella como virtuosa. Más ese tierno amor se malogró el día que la joven, siendo perseguida por Aristeo, hijo de Cirene, fue mordida en el talón por una serpiente, causándole la muerte.


Orfeo quedó desconsolado ante tal terrible pérdida por lo que no dudó en descender a los infiernos e implorar al dios de los muertos que le devolviera a su querida Eurídice. Tantos fueron sus lamentos que llegaron a conmover al dios Plutón que accedió a los deseos de Orfeo, bajo una única condición: Orfeo no podía volver la vista atrás hasta tanto la joven Eurídice hubiera rebasado los confines del reino de los muertos. 



Casi llegado el final del trayecto y a punto de ver de nuevo la luz del cielo, Orfeo no pudo aguantar más y volvió la mirada hacia su amada, vencido por el amor. Es entonces cuando, incumplida la condición impuesta por Plutón, Eurídice le es arrebatada, y pese a que ésta tiende al aquél los brazos, Orfeo no puede ya abrazarla, siendo partícipe de un último suspiro y un eterno adiós por parte de la joven esposa.


La interpretación de esta historia de amor que Rubens plasmó en este óleo sobre lienzo, datado entre los años 1636-1638, con unas impresionantes dimensiones de 196 x 247 cm, podemos admirarla en el Museo del Prado, en Madrid.
La escena que nos muestra Rubens la componen cuatro protagonistas: Orfeo, al que distinguimos por su corona de laurel y la lira, a Hades y Perséfone, con su perro Cancerbero, y la joven Eurídice.
Rubens nos muestra la escena dividida en dos partes, situando a Hades y Perséfone en la zona más oscura del lienzo, y a Orfeo y Eurídice en la más luminosa. Es admirable el minucioso trabajo de Rubens en la imagen de Hades y el detalle de sus piernas y brazos cruzados. En la zona del cuadro en la que nos sitúa a los jóvenes esposos, destaca la luz que irradia el joven cuerpo de Eurídice, cuya piel resplandece, del todo blanca.
Las miradas entre Perséfone y Eurídice se cruzan, en tanto la primera recuerda a la última la condición que Orfeo debe de cumplir para que la joven pueda salir del mundo de las sombras.
Más el final de la historia se nos adelanta en la mirada de Orfeo que, de reojo, trata de ver el rostro de Eurídice, algo que no le impedirá poco después hacer lo propio volviendo su mirada hacia ella y condenándola para siempre. 
De esta obra se conserva un posible dibujo preparatorio realizado por el propio Rubens  en el Gabinetto Nazionalle delle Stampe de Roma.

Orfeo y Eurídice
(Auguste Rodin)

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Fuentes: Wikipedia.
www.museodelprado.es
Mitología griega y romana. Jean Humbert

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