Siempre es un placer el hecho de acercar a este pequeño espacio el trabajo de grandes artistas que pueden disfrutar del éxito en vida, como es el caso del fotógrafo de origen francés PIERRE GONNORD, a día de hoy, uno de los más sobresalientes dentro del panorama internacional, y cuyo trabajo está centrado en el retrato del que nos sorprende su gran carga humana.
Y esa humanidad que emana de todos y cada uno de sus rostros es consecuencia del tratamiento que Gonnord da a lo que puede considerarse como esencial del ser humano, evitando todo lo superfluo, para lo cual su fotografía pone especial atención en lo que de vivencia tienen las personas, las experiencias que siempre se dibujan en el rostro y que nos acercan a situaciones de felicidad o desdicha.
Aunque Pierre Gonnord es de origen francés, lleva más de treinta años viviendo en España, Madrid, concretamente, de la que destaca la amabilidad de sus gentes.
Su formación es del todo autodidacta, siendo a partir de 1998 cuando inició este proyecto personal consistente en retratar rostros, y que obedece a la filosofía de lo que este artista considera que es el retrato, el resultado de la suma de tres intimidades: la del modelo, la del autor y la del espectador. En definitiva, cada retrato no es más que el espejo en el que el espectador puede no sólo ver a un retratado, sino, en definitiva, verse a sí mismo, al sentirse identificado con aquel.
Su proyección internacional le vino de la mano de la galerista Juana de Aizpuru quien presentó su trabajo en Francia, en la que fuera una de las primeras ediciones de París Photo, a finales de los años noventa; fue precisamente gracias a esta exposición cómo Pierre Gonnord fue conocido -y reconocido- por galeristas y personas relacionadas con el mundo de la fotografía, como la Maison Europeénne de la Photographie, que le adquirió algunos de sus trabajos. Todo ello le llevó a trasladarse a Japón a la Bienal de Fukuyama, donde permaneció varios meses en una residencia para autores franceses, y posteriormente fue invitado a la Cité International de Arts en París.
Todo ello fue un "terremoto" en la evolución artística y personal, por supuesto, de Pierre Gonnord, y el reconocimiento a nivel internacional de la calidad de su trabajo.
Proyectos suyos como Interiors (Madrid, 1999), City (Nueva York, 2001) o Regards (2000-2003), Far East (Japón, 2003) y Utópicos (2004-2005), nos ofrecen la visión, a través del objetivo de Gonnord, de diferentes tipos de individuos, con primeros planos de sus rostros, y de una diversidad más que significativa: vagabundos, presos, locos, ciegos, monjes, bandas urbanas, gitanos o personas como las que aparecen en su proyecto Testigos y que han vivido la tragedia de los Balcanes y el norte de África.
El trabajo artístico de Pierre Gonnord le exige viajar continuamente en busca de modelos para sus retratos, si bien no necesita de unas condiciones especiales para montar un pequeño estudio, en ocasiones, todo es prácticamente improvisado, pues lo esencial es el individuo sobre un fondo oscuro, neutral y abstracto, una luz natural y, en ocasiones, un pequeño flash de 500 W.
Entre sus recientes trabajos lo fue en una publicación, evidentemente, de fotografía, en el que participaban 50 autores, con el título de "50 fotografías con historia", y en el que se recogen testimonios tan emotivos y singulares como sólo pueden hacerlo posible quiénes a través de un objetivo ve una realidad que, en ocasiones, escapa al que no tiene el hábito de observar, -no sólo es cuestión de ver, sino de mirar-.
Y precisamente, su último trabajo es el que Pierre Gonnord muestra, en forma de díptico, el retrato de una persona junto con un pájaro, una idea que surgió a partir de una invitación del Museo del Prado, en 2018, para una exposición comisariada por Francisco Calvo Serraller, al que Gonnord le ofreció el primero de sus dípticos con el título Christopher y la corneja Carlos, retrato que seria la portada de la carpeta de esta exposición del citado Museo del Prado.
Nada más acertado reconocer la valía profesional de PIERRE GONNORD conseguida a base de un trabajo conjugado con emoción, dedicación y enormes ganas de "extraer" el alma de cada rostro.
Wikipedia.
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