NICOLAS POUSSIN viene asociado al clasicismo francés, es el su arte la obra de un erudito, con marcado carácter poético y del todo sensible; su trabajo da una vital importancia al dibujo, el equilibro en la composición y una equilibrada expresión de las emociones, a la vez que sus personajes "viven" en un paisaje "ideal". Su color está pleno de frescura y viene a ilustrarnos sobre su sensibilidad.
Es acertado remarcar el hecho que sus composiciones están dotadas de un perfecto equilibro y gran estabilidad, siendo la suya una técnica rigurosa, abundando en los sentimientos intensos. En sus trabajos destaca su monumentalidad, austeridad y una geometría simétrica perfecta; es la naturaleza la que ocupa un papel fundamental en sus obras, una naturaleza que está definida de forma todopoderosa.
Después de este apunte sobre la obra de NICOLAS POUSSIN una de sus pinturas será el objeto de este artículo, la conocida con el nombre de "UNA DANZA PARA LA MÚSICA DEL TIEMPO", datada entre los años 1634 y 1636 y que podemos admirar en la Colección Wallace de Londres; óleo sobre lienzo con unas medidas 82 x 104,4 cm, fue un encargo para Giulio Rospigliosi (posteriormente, el Papa Clemente IX).
El significado exacto de esta pintura se desconoce en gran medida; en el centro del cuadro se sitúan cuatro figuras, cogidas de la mano, en tanto danzan en círculo y que representan a las cuatro estaciones; es el tiempo el que situado a la derecha toca la lira. Esta escena se desarrolla en la madrugada, con la diosa del amanecer Aurora, la cual precede al carro de Apolo, el dios del sol en el cielo, que se dibuja detrás, seguido de las alegorías de las Horas; dos pequeños querubines, situados en los extremos del cuadro, aluden a la fugacidad de la vida, ya que uno aparece haciendo burbujas, en tanto el otro porta un reloj de arena.
La simbólica Herma situada a la izquierda está coronada por una cabeza con dos caras, la de un joven que dirige su mirada hacia fuera del cuadro como si tratara de vislumbrar el futuro, y la de un hombre maduro que sí que observa la danza.
Las cuatro estaciones, asimismo, están vinculadas a cuatro diferentes estados, como son la pobreza, trabajo, riqueza y placer o lujo, comenzando por el joven que aparece detrás que aludiría al otoño, el trabajo al invierno, la riqueza a la primavera, y por último, el placer o lujo al verano.
Todo ello en base a las descripciones de Nonnus (Nono de Panópolis), poeta griego, de las cuatros estaciones, muy admiradas por Poussin: "a la izquierda está la primavera, con una guirnalda de rosas en el cabello; en la parte de atrás está el otoño, cuyo cabello ha sido cortado por los vientos, en tanto su frente está coronada a base de ramas de olivo; a continuación, el invierno, con el cabello recogido y el rostro entristecido, y de frente, se sitúa el verano, cuya representación aparece vestida de blanco y su cabello se adorna con mazorcas de maíz".
El hecho de que las cuatro figuras principales se muestren danzando hace especial alusión al ciclo perpetuo de la condición humana.
La pintura destaca en su conjunto por la armonía y un perfecto equilibrio de la composición.
Nicolas Poussin trabajaba de forma individual, nunca contaba con ayudantes, ya que era su afán el controlar todo lo referente a su obra; es así como se servía de figurillas desnudas de cera que situaba en el pequeño escenario de una cámara oscura, y después recurría a figuras más grandes vestidas.
Esta pintura permaneció durante bastante tiempo en la residencia de Giulio Rospigliosi, en Roma, ya que consta inventariada en el año 1713. Posteriormente fue adquirida por el cardenal Fesch, tío de Napoleón Bonaparte.Subastada en 1845 pasó a la colección del cuarto marqués de Hertford, pasando a formar parte de la misma, que se renombraría como Wallace.
Wikipedia.
Maestros de la Pintura. Larousse.
30000 años de arte. Phaidon.
que gran análisis, gracias por desarrollarlo, saludos
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