El hecho de que haya escogido a este pintor, tanto a él como a su obra, para este artículo es, sin lugar a dudas, por la temática de sus cuadros: el protagonismo de los animales en sus trabajos, principalmente, perros.
Yo soy una amante de los animales, especialmente, de estos pequeños amigos que son símbolo de fidelidad y de lealtad, juguetones y cariñosos, nunca te encuentras solo con un perrillo a tu lado.
BRINTON RIVIÉRE conocía más que bien la naturaleza animal y es por ello que nos regaló unas entrañables imágenes en cada una de sus pinturas, lo que venía a demostrar la gran empatía que sentía por los animales; y esto es así hasta el punto de que sus trabajos abarcan desde pequeñas ilustraciones y bocetos realizados con lápiz a grandes óleos con escenas bíblicas, más con un denominador común: la presencia de animales en el epicentro de sus pinturas.
Riviére nació en Londres, el 14 de agosto de 1840 y falleció en su ciudad natal el 20 de abril de 1920, considerado como un más que prestigioso pintor, cuyo progenitor, William Riviére, también pintor, le aseguró una inmejorable educación. También su tío Henry Parsons Riviére fue un acuarelista reconocido.
Brinton Riviére estudió en el Cheltenham College y en Oxford; sus primeras obras fueron expuestas en la Institución Británica así como en la Real Academia. De estos primeros años datan entrañables escenas en la que abundan la presencia de niños juntos a sus mascotas, lo que le valió un estilo propio.
Sus propias palabras nos llegan de una entrevista que concedió en 1897 a una revista Chums Boys Annual, con el título de "Cómo pinto animales": "Siempre he sido un gran amante de los perros, pero he trabajado en ellos que me he cansado. Sin embargo, nunca se puede pintar un perro a menos que le tengas cariño. La única manera de pintar animales salvajes es acumular poco a poco un gran número de estudios y un gran conocimiento del animal, antes de pintar su imagen, yo lo pinto a partir de animales muertos y posteriormente me baso en animales vivos".
Desde muy joven se dio a conocer popularmente gracias al protagonismo en sus obras de animales en actitudes más que deliciosas y tiernas, poniendo de manifiesto ese tan especial lazo que une a los animales con los seres humanos, y especialmente, aquellos que son considerados mascotas.
Uno de los cuadros que mejor viene a poner de manifiesto la especial sensibilidad de Brinton Riviére para con los animales es el que se conoce con el nombre de Requiescat, un increíble óleo sobre lienzo de gran tamaño: 158,7 centímetros de alto por 225 centímetros de ancho, datado en el año 1888 y que está ubicado en la Galería de Arte de Nueva Gales del Sur, en Sidney, Australia, siendo adquirido directamente al artista en el año 1898.
El título del cuadro Requiescat viene a significar "descanso" y forma parte de una frase latina que muchos conocemos Requiescat in pacem, siendo su traducción del latín "Descanse en paz". En el cuadro podemos observar a un caballero vestido con su armadura reposa sobre una cama con una corona sobre su pecho; evidentemente, el caballero está muerto, destacando en la composición la presencia de la cota de malla, y diferentes piezas que conforman la armadura en cuestión; no obstante, la imagen que más llama la atención del espectador, el verdadero protagonista de la escena es un perro de raza landseer de color marrón que permanece completamente inmóvil al lado del fallecido, con su mirada fija sobre éste, denotando una infinita tristeza, a la vez que la postura que adopta es la de rendir honor a su amo.
Toda la obra de Brinton Riviére está llena de escenas que nos acercan a la ternura que los animales nos producen en base a su fidelidad, lealtad y sentido tan próximo a lo que podríamos esperar del mejor de los amigos.
La especial esencia que transmite al espectador el trabajo de Riviére le valió ser distinguido en diferentes ocasiones, en 1878 al ser elegido Miembro Asociado de la Real Academia de Artes, y en 1881 adquirió la condición de Real Académico.
Su vida personal la compartió con una pintora, su esposa Mary Alice Riviére, con la que tuvo siete hijos.
Para todos los amantes de los animales, y especialmente aquellos que tenemos en nuestras casas esas pequeñas mascotas a las que adoramos y nos dan todo su cariño y amor va dedicado este artículo, porque la vida tal y como la conocemos cuando entra en nuestras vidas un animal -y en mi caso, no uno sino que han sido ya varios perrillos- cambió radicalmente al ser consciente de que su capacidad de entrega y fidelidad lo es de por vida (la del perro, evidentemente).
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