Durante mucho tiempo y desde diferentes sectores artísticos la llamada "FOTOGRAFÍA DE MODA" ha sido considerada como un arte menor. Nada más lejos de la realidad si nos aproximamos a personalidades de la categoría de Helmut Newton o Guy Bourdin, pues con sus fotografías sentíamos el impacto de lo que viene a significar ARTE, con escenas en las que el erotismo o la provocación despertaban no ya solo curiosidad, sino que ofrecieron la oportunidad a muchos artistas para manifestar su forma de entender y plasmar la esencia de la vida, la belleza, a través de diferentes y controvertidos medios.
Este es el caso de una mujer estadounidense, llamada DEBORAH TURBEVILLE, nacida en Boston, Massachusetts, 1932, y fallecida en Manhattan, Nueva York, 2013, cuya obra viene a representar la moda en su estado puro, eso sí, marcada por su especial personalidad, y que la llevó a ser considerada una auténtica revolucionaria de la fotografía como arte de vanguardia.
Es así que la revista The New York Times calificó tanto a Helmut Newton, Guy Bourdin y a DEBORAH TURBEVILLE como auténticos transformadores de lo que hasta ese momento era tradicionalmente considerado simple "fotografía de modas".
Deborah Turbeville fue una niña un tanto diferente, tímida, rehusaba el contacto directo con las personas y prefería mantener cierta distancia incluso con otras niñas y niños de su edad. Con solo 19 años se decidió por marcharse a Nueva York para trabajar en el teatro, aunque terminó por trabajar para la diseñadora Claire McCardell.
Fue precisamente en Nueva York donde inició su actividad dentro del campo de la moda como editora en Harper´s Bazaar con Marvil Israel.
Su vida se desarrollaba entre dos lugares del todo diferentes, Nueva York y México, es más nunca dejaba pasar un años sin viajar a San Petersburgo, fuente de inspiración de su trabajo. Con el tiempo su amor por esta ciudad le valió el que recibiera en 2002 una beca Fullbright con la finalidad de que realizara una serie de conferencias sobre fotografía en la Escuela de Fotografía del Báltico, en Rusia. Asimismo, llegó a ser profesora, en 2005, en el Instituto Smolney.
Dos años después un viaje por diferentes países de Europa le ofreció la oportunidad de captar diferentes y adorables imágenes de personas, lugares, situaciones con la particular visión que ella misma era capaz de captar.
Es de destacar, entre la inmensa obra fotográfica de Deborah Turbeville un encargo por parte de la revista VOGUE, bajo el título "Bathhouse", en 1975, cuyas protagonistas son cinco mujeres que aparecen inmortalizadas en un aseo público, con ropa de baño y en actitudes que nos hacen evocar una singular languidez, con un mensaje estaba más que evidente: una crítica a la desigualdad, representando a la mujer como prisionera.
Pese a que Deborah Turbeville no se consideraba a sí misma como fotógrafa de moda, sí que su vida encontró en este medio de expresión sus inquietudes una forma rotunda de ofrecernos su visión del mundo que la rodeaba, marcada por un delicado y cuidadoso misterio.
Wikipedia.
https://vein.es/la-fotografía.
https://www.vogue.es
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