Los desastres de la guerra (Rubens)
La pintura de batallas puede clasificarse como un "género" en sí mismo, ya que a lo largo de la historia han sido muchos los pintores que han plasmado imágenes de famosas contiendas en sus lienzos.
Es así como a base de imágenes hemos podido "presenciar" las más cruentas escenas que han llegado a nuestro conocimiento a través de los libros de historia, sus héroes y villanos, amén de la valentía de todas esas personas anónimas sin cuyas gestas esa historia no se habría escrito nunca.
La batalla de Lepanto (Andrea Vicentino)
También es de constatar el hecho de que muchos de esos pintores fueron llamados a plasmar los grandes triunfos de diferentes políticos y príncipes lo que les servía para acrecentar su valor y poder entre sus súbditos y el resto de gobernantes del mundo.
La Batalla de Salamina (W.von Kaulbach)
Así pues, comenzamos con una pintura obra de TIZIANO, que no es en sí la imagen de una batalla, pero sí viene a representar el triunfo del emperador Carlos V, en un óleo sobre lienzo que se conserva en el Museo del Prado, con unas dimensiones de 335 x 283 cm, datado en 1548, titulado CARLOS V EN LA BATALLA DE MÜHLBERG.
El propósito de Tiziano fue el de pintar una batalla, pero sin batalla, ofreciendo al espectador la imagen del poder del vencedor, cuyo gesto viene a demostrar lo que es el heroísmo y el carisma de un gobernante; curiosamente, entre sus manos empuña una lanza, atributo de San Jorge en su lucha contra el dragón; la belleza de la armadura que porta el emperador, cubierta por una banda carmesí; en el rostro de Carlos V se aprecia una templanza característica de quién sabe bien del éxito en la contienda, sin perjuicio de una cierta melancolía que desprende su mirada.
The Battle of Vught
Ahora sí que entramos de lleno en la conocida como "Pintura de Batallas" a través de una de las obras mas significativas de un pintor de género, calificado como de segunda categoría, pudiendo considerársele como lo que hoy en día se define como "reportero de guerra". Este es el caso de SEBASTIAN VRANCX, nacido en Amberes en 1573, cuyo estilo fue depurando con el tiempo, desde la primera de sus pinturas conocidas, Combate ante Vught, pasando por otras en la que desarrolla una singular pintura costumbrista militar.
Cabe destacar su tabla Soldados saqueando una granja (durante la guerra de los Treinta años), un pequeño cuadro que no deja de tener su peculiar significado, viniendo a mostrarnos los aspectos más crueles de los conflictos centrados en un escenario en concreto.
Curiosamente en el Museo del Prado podemos admirar un cuadro que fue una obra conjunta de Vrancx y de Jan Brueghel el Joven, con el título de Sorpresa de un convoy, y en el que podemos observar cómo unos campesinos escapan horrorizados ante el ataque de un grupo de soldados.
Otra gran pintor del género de batallas fue JACQUES CALLOT, quien también fue dibujante y grabador, nacido en Lorena en 1592, del que cuenta su biografía el hecho de que siendo un jovencito de doce años se unión a una banda de gitanos con la finalidad de llegar a Italia y convertirse en artista; no habría mucho error en ese dato biográfico cuando sí que es cierto que se formó en dicho país, en el taller de Tempesta. Con el tiempo regresó a su ciudad natal, siendo famoso su aguafuerte en el que recoge el Sitio de Breda.
Otra de sus grandes aportaciones a la pintura de batallas fue la serie de dieciocho estampas recogidas con el nombre común de Las grandes miserias de la guerra, dando especial relevancia a la visión de las víctimas de este tipo de conflictos.
Más sin lugar a dudas uno de los más importantes pintores de este género fue PETER SNAYERS, nacido en Amberes en 1592, y discípulo de Vrancx; curiosamente en su obra se aprecia lo que podríamos considerar como el esquema de Callot, eso sí participando de la gracia y la viveza que sostiene la obra de Vrancx. Fue un artista que se movía con bastante facilidad en los círculos de poder, por lo que era más que conocido y recibía notables encargos.
Entre las obras más significativas Snayers debemos destacar Asedio de Aire-sur-la-Lys, un óleo sobre lienzo con unas dimensiones de 184 x 263 cm., así como Isabel Clara Eugenia en el Sitio de Breda, igualmente óleo sobre lienzo, 200 x 265 cm.
Un impresionante fresco es el se encuentra en el Real Monasterio de El Escorial, Patrimonio Nacional: es la conocida Sala de las Batallas, colaboración de diferentes artistas como Niccolo Granello, Fabrizio Castello, Lazaro Tavatore y Orazio Cambiaso, todo un espectáculo visual, datado entre los años 1587-89.
Es durante los siglos XVIII y XIX que el género de "pintura de batallas" cambia no solo en cuanto a la perspectiva del tema en sí, sino también a que en los conflictos empieza a intervenir la tecnología; podemos destacar a Antoine-Jean Gros, con su óleo, datado entre 1784 y 1800, Napoleon Bonaparte en el puente de Arcole, actualmente en el Museo del Ermitage, en San Petersburgo, o Dos de Mayo, un impresionante óleo sobre lienzo, autoría de Joaquín Sorolla y Bastida, 1884, con unas dimensiones de 400 x 580 cm, ubicado en el Museo del Prado, de Madrid.
También en Madrid en el conocido Museo del Ejército, obra de Vicente Palmaroli, 1870, destaca La batalla de Tetuán, expresión arrolladora de movimiento y fuerza; de Jean-Louis Ernest Meissonier, en el famoso Museo de Orsay destaca El asedio de París, 1870-1871.
De nuestro genio universal FRANCISCO DE GOYA, dos grandes obras como son El 2 de mayo de 1808 en Madrid o "La lucha de los mamelucos" y El 3 de mayo en Madrid o "Los fusilamientos", ambas en el reconocido Museo del Prado, de Madrid; en ambas pinturas Francisco de Goya nos muestra un sentimiento del todo abrumador ante las escenas que el espectador presencia en primera persona, sirviéndose de gestos y acciones que en conjunto convierten ambas pinturas en campos de batalla, en los que la sangre -abundan los tonos rojos- salta a la vista.
Una de las obras pictóricas más estremecedoras que he podido conocer a lo largo de mi admiración por uno de los más grandes pintores de la historia como es JONH SINGER SARGENT, es Gaseados, 1919, en la que queda patente el que vendrá a convertirse durante el siglo XX y XXI el enemigo más terrible: el invisible. En este caso, el gas mostaza. Este cuadro nos muestra una hilera de soldados cegados todos ellos y caminando hacia el hospital, sus heridas lo son en sus rostros, en los que los ojos aparecen vendados.
Esa ceguera es la que se convertirá con el paso de los años en el común denominador de todos los conflictos y guerras y no me refiero a una ceguera visual, sino a la que nos hace "ciegos" ante acontecimientos que no queremos o no podemos ver, por los motivos más variados como son los políticos, sociales, económicos y que han convertido a la raza humana en todo menos en eso que se supone debe de ser "HUMANA".
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