Toda obra artística, con independencia de su forma de expresión, viene a mostrarnos el mundo interior de su autor, aquello que le entusiasma y le duele, e incluso, aspectos que marcaron su infancia.
Es así que las obras del pintor norteamericano Andrew Wyeth nos transmiten una sensación hasta cierto punto extraña, como si el mundo se hubiera parado en determinado momento, llamando nuestra atención sobre qué habita en el interior de su mente.
ANDREW WYETH es un exponente de la llamada "American Scene Painting", concepto que define el llamado regionalismo estadounidense y el realismo social, y que se conoce como "realismo urbano"; en gran medida, esta manifestación artística fue consecuencia del rechazo de algunos artistas a las nuevas tendencias que ofrecía el arte moderno, dando prioridad a los paisajes rurales, las escenas de pueblos o ciudades pequeñas, y todo ello alejado de la ya más que abundante industrialización.
Nacido en 1917, Andrew Wyeth vivió su infancia rodeado de arte, pues su padre fue un famoso ilustrador y la persona de la que más aprendió; siendo la suya una salud delicada, siempre tuvo una vida tranquila, dedicado al estudio y la observación; es así que hacia 1933, su atención recayó sobre la obra de Winslow Homer.
En 1936 participó en una exposición familiar The Wyeth Family, en Filadelfia y un año después realizó su primera individual, que alcanzó un gran éxito y vendió todos sus trabajos en un solo día.
Este hecho le llevó a rechazar una oferta que, como ilustrador, le realizó The Saturday Evening Post, dedicándose por entero a la pintura.
Debido a que pasó prácticamente toda su vida viviendo entre los estados de Maine y Pennsylvania, su pintura tiene un estilo que se mantiene intacto, apostando por una paleta cromática de tonos austeros, abundando en los colores tierra, y la plasmación de los más minuciosos detalles.
De su cuñado, el también pintor Peter Hurd, incorporó a su técnica el temple al huevo, consiguiendo, en consecuencia, un aspecto muy mate en las superficies de sus cuadros.
Amén del aspecto paisajístico de su temática, la figura humana también ocupa un papel destacado, especialmente, la de dos modelos femeninos, protagonistas ambas de muchas de sus obras; una de ellas fue Christina Olson, a la que retrató hasta que murió en 1969, y la que le dio fama gracias a su más que conocida obra: Christina´s Wordl, datada en 1948 y que se conserva en The Museum of Modern Art, de Nueva York; la otra modelo femenina también presente en su trabajo fue Helga Tesford, vecina suya, y que retrató durante quince años, entre 1971 y 1985, de forma totalmente oculta.
La naturaleza tranquila de Andrew Wyeth le llevaba a pasear diariamente por los alrededores de su residencia en Chadds Ford, tratando de encontrar la inspiración necesaria para su trabajo; no obstante, hay que resaltar que la pintura de Wyeth no puede considerarse como "bucólica", sino el resultado de una profunda reflexión sobre su propia existencia.
En su obra "Christina´s Wordl" podemos observar a una figura femenina en el marco de una tarde al atardecer. Esa joven era real, y sus circunstancias personales también: Christina Olson, su vecina, había enfermado de polio siendo una niña y sus piernas quedaron paralizadas; en esta imagen, que nos conmueve, pero también nos inquieta, la joven se arrastra por el campo, fijando su vista en la granja en la que vivía junto con su hermano. Llaman poderosamente la atención los delgados, finísimos brazos de Christina, que aparece representada a una edad temprana, si bien el hecho cierto es que Andrew Wyeth la conoció contando ya 55 años, ¿qué fue lo que le hizo inmortalizar una escena que nunca presenció?
En definitiva, nos encontramos ante una escena de realismo mágico, que desprende una total esencia poética.
Esta especial relación de Wyeth con Christina Olson la volvió a repetir con diferentes personas, como fue Siri, una niña de catorce años hija del granjero George Erickson, y que posó desnuda para Wyeth, lo que le obligó a mantener ocultos los retratos hasta que la joven fue mayor de edad.
La especial relación del pintor con la modelo fue una constante, y así continuó con otra mujer, llamada Helga, durante quince años y hasta la muerte de ésta, circunstancia del todo desconocida para la que fue su esposa, y que saltó a la luz con motivo de una noticia que en 1986 publicaron sendas revistas Time y Newsweek, en el sentido de que Andrew Wyeth había vendido por varios millones de dólares, un total de 240 trabajos, desconocidos hasta ese momento, y de una misma mujer. El comprador fue un coleccionista anónimo.
Durante muchos años se mantuvo la incógnita de la auténtica personalidad de esta mujer, que posó desnuda para Wyeth en tantas ocasiones, hasta que la misma Helga y su testimonio vio la luz, en un programa de televisión, en 2013, gracias a la insistencia de Michael Palin, y espacio en la BBC: Michael Palin in Wyeth´s Wordl.
La ya madura Helga era hija de unos inmigrantes alemanes, cuyos sueños de ser modelo quedaron olvidados tras convertirse en ama de casa, más ello no impidió que fuera inmortalizada por Wyeth y que pasara sesiones de ocho horas de posado para aquel, que incluían desnudos. En la entrevista que realizó para la BBC, Helga negó cualquier relación sexual con el artista, más sí que manifestó la especial conexión que existía entre pintor y modelo y que la suya fue una relación que les supuso un enriquecimiento personal común.
Para los que, a día de hoy, contemplamos el resultado de la forma de entender la pintura por Andrew Wyeth somos conscientes de la necesidad por parte de algunas personas de tener una parcela del todo propia compartida con otra, incluso secreta, que no tiene por qué tener connotaciones sexuales o amorosas, sencillamente, de complicidad en el silencio.
https://museothyssen.org
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