Francisco de Zurbarán
Buen día, estimados amigos y lectores, volvemos con la pintura y lo hacemos con un mas que genial pintor de la época barroca española, precisamente, en lo que se conoce como primer Barroco.
Su nombre FRANCISCO DE ZURBARAN.
Participó, por tanto, de la época de otros grandes pintores del Siglo de Oro, entre ellos, Velázquez, el gran maestro, Murillo, Ribalta y Ribera.
Fue el suyo un estilo pictórico que se mantuvo, durante toda su vida, siguiendo una misma técnica y una temática similar, lo que, en cierta forma, impidió que transcendiera mayormente su conocimiento.
Santa Águeda
Santa Apolonia
Francisco de Zurbarán nació en Fuente de Cantos (Badajoz), en 1598, siendo hijo de un comerciante; mas poco se sabe de su infancia.
Las primeras noticias que nos llegan de Zurbarán lo son cuando es ya un joven de 16 años, que entra a trabajar en el taller de Pedro Diaz de Villanueva, en Sevilla, dadas sus mas que reconocidas facultades para el dibujo.
Por entonces, destacaban en Sevilla, personalidades como Francisco Pacheco, Juan de Roelas y Francisco de Herrera, el viejo; no obstante, el taller mas importante era el de Pacheco, en el que se formó, en el año 1610, con tan solo 11 años, Velázquez. Otro destacado alumno de este taller fue Alonso Cano, en 1616, contando 15 años.
Santa Bárbara
Santa Casilda
Cuando termina su aprendizaje, Francisco de Zurbarán se establece en Llerena, y con tan solo 19 años se casa con una mujer viuda, diez años mayor que él: María Páez. Es curioso el hecho de que dos de las tres esposas que tuvo Zurbarán fueran mayores que él. María Páez, con la que se casa en 1618, muere en 1923. Dos años mas tarde contrae matrimonio, con otra viuda, también mayor que él, y con la que, al parecer, se vió obligado a casarse al tener hijos pequeños de la que fuera su primera esposa, y no poder atenderlos por sí solo.
En 1639 muere su segunda esposa, Beatriz, y cinco años mas tarde, en 1644, se casa por tercera vez, esta vez con una mujer mucho mas joven, Leonor de Tordera (ella tenía 28 años, y el 46).
Desgraciadamente, un hecho terrible marca la vida personal de Francisco de Zurbarán, una epidemia de peste que se produce en 1949, que acabó con la mitad de la población de Sevilla, y en la que murieron casi todos los hijos del pintor.
Santa Dorotea
Santa Isabel de Turingia
En su propio taller recibe numerosos encargos, que le permiten mantener a su numerosa familia, siendo reconocido su talento, pues en 1626, recibe el encargo para el Convento de San Pablo el Real, en Sevilla, en total 26 lienzos.
El hecho cierto es que en su taller no solo trabajaba Zurbarán, sino también varios oficiales y aprendices, con lo que podía realizar todo tipo de encargos y a buen ritmo.
Santa Lucia
Santa Rufina
La pintura de Zurbarán se caracteriza, fundamentalmente, por una cierta dificultad a la hora de trabajar los espacios en los que intervienen varios personajes; lo que son las leyes de la perspectiva, y lo que son los espacios carecen de una definitiva profundidad y de orden; no obstante, estas carencias las compensa con la minuciosidad que consigue darle a las telas, los cacharros, los cabellos, las pieles, los ropajes, que nos dan la sensación de que podemos palparlos con las manos. Sus rostros son extraordinarios, por la capacidad que les imprime que consigue que penetremos en su interior, a diferencia de muchos otros pintores que solo obtienen rostros, en cierta forma, acartonados. Entre los colores mas utilizados, destacan las gamas brillantes y alegres, no muy comunes, en los púrpuras, verde esmeralda, morados y amarillo limón.
El arte religioso de Francisco de Zurbaran tiene dos claves, que son fácilmente asimilables, la primera, por supuesto, el realismo de sus representaciones, uno de los datos recurrentes para valorar su pintura.
Santa Úrsula
Santa Engracia
Otra de sus habilidades es la representación de los blancos, y para ello nos centramos en los mas que variados hábitos de sus monjes. Nos encontramos con el hecho de que sus trazos, color y formas llegan incluso a superar al original, lo que proporciona al personaje de un volumen y presencia nunca visto en Sevilla, hasta entonces.
Si podemos hacer una comparación de Zurbarán con otro pintor, nos podemos acercar a la obra de Caravaggio, pues estamos ante obras que no aluden a una visión idealizada de la realidad y que, además, emplean los fuertes contrastes del claroscuro como forma de expresión, algo muy querido y apreciado por el singular pintor italiano.
Santa Eulalia
Como consecuencia de su mas que perfecta ejecución de obras religiosas Zurbarán se hizo con una muy amplia clientela eclesiástica, no solo en Sevilla, sino en localidades de Andalucía y Extremadura.
Zurbarán está considerado como el pintor que mejor definió la espiritualidad, dándole una forma del todo característica, en conventos y monasterios, incluso en la corte española, destacando no solo sus santos, sino sus series de santas, todas ellas muy diferentes a las hasta entonces representadas por otros pintores, pues eran mujeres, delicadas, elegantes, de hermosa presencia y magníficamente vestidas -no olvidemos la especial forma de tratar el vestido y el ropaje por parte de Zurbarán-. Estas santas fueron consideradas como "retratos de lo divino".
Las imágenes que Zurbarán nos ha dejado de sus "santas" son del todo originales para su época, sirviéndose para ello de una forma de interpretación que hasta entonces nadie había utilizado. Bien es cierto que parecen retratos de jóvenes del todo normales, vestidas de forma mas que acertada y ricamente adornados ropajes. Una detenida observación nos lleva a la conclusión de la diferencia de materiales empleados, la factura del dibujo, los pliegues, la graduación de las sombras.
En las "santas" de Zurbarán nos encontramos con la visión que nos ofrece de sus estudios pictóricos y sus meditaciones espirituales.
Lo mas característico de las "santas" de Zurbarán es que no son pretexto para representar los instrumentos de tortura, como lo habían sido a través de los siglos. Mas bien, al contrario, su expresión es del todo cuidada, hieráticas como imágenes y vestidas siguiendo la moda de las señoras de Sevilla del siglo XVII, y efectivamente, constituían retratos, muy del gusto de los sevillanos.
Santa Matilde
Un hecho cierto que marcó la vida y la pintura de Zurbarán, fue, primeramente, su confrontación, desde el punto de vista pictórico, con Velázquez, que le obligó, en 1634 a marcharse de Madrid, y su posterior confrontación, esta vez, con Murillo, en Sevilla, de la que partió en 1658.
Regresó a la corte y no fueron los suyos unos últimos años gozosos, todo lo contrario, murió en la ruina, en 1664.
Carnero con las patas atadas
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Fuentes: Wikipedia.
Diccionario de Arte. Biblioteca de Consulta. Alianza Editorial.
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