jueves, 10 de junio de 2021
LEONOR FINI.- LA FASCINACIÓN POR LA ANDROGINIA.
Acercarnos a la figura de LEONOR FINI, artista argentina nacida en Buenos Aires el 30 de agosto de 1907, es hacerlo a todo lo que supone rebeldía, impulso vital, fascinación, erotismo, humor..., en definitiva no es la historia de una mujer cualquiera sino la de una pionera del empoderamiento femenino.
Los padres de Leonor Fini eran italoargentinos y es a raíz del traslado de la familia a Italia cuando Leonor empieza a sentir la fascinación por la pintura, admirando las obras de los grandes maestros del Quatroccento, así como los manieristas del siglo XVI. Inicia sus estudios en Trieste y es en el año 1933 que se establece en París, aproximándose al movimiento surrealista. La primera de sus exposiciones en París lo fue en 1933; con el tiempo participaría en otras: en Nueva York, en la denominada "Fantastic Art, Dada, Surrealism", en 1936; en Londres, en la exposición "El surrealismo", en 1966, en la Burlington Gallery.
Mujer polifacética, no solo pintó, sino que dibujó, realizó ilustraciones y confeccionó vestuario y decorados para obras de teatro; en base a ello podemos deducir que para Leonor Fini existía una fascinación total por la ambigüedad, el erotismo, lo que no impide que se nutra, en cierta medida, de la tradición clásica.
Esta genial mujer fue del todo autodidacta, rechazó de forma radical el hecho de ser categorizada, principalmente sobre lo que en nuestros días conocemos como cánones de género, siendo su obra expresión de la inspiración y la exacerbada imaginación, a través de la que lleva a cabo una exploración de lo masculino y femenino, el erotismo, y las distintas formas de entender la sexualidad.
Entre sus amistades más relevantes destacaron Salvador Dalí, así como Marx Ernst, y aunque fue invitada a participar del grupo surrealista encabezado por André Breton no aceptó hacerlo: era la suya una rebeldía total.
La fascinación total que Leonor Fini sentía por la androginia, la llevaba a considerar la misma como el estado ideal, es más ella se consideraba andrógina; en sus trabajos recurre con frecuencia a figuras como diosas, hechiceras, mujeres de inquietante belleza que nos acercan a figuras mitológicas provistas de una gran fortaleza vital, tanto así que llega a hacerlas portadoras de la vida y la muerte.
Recurre Leonor Fini a las máscaras, por las que también se sentía muy atraída, por el exotismo de los trajes o por las joyas como medio de realzar la sexualidad, apostando en numerosas ocasiones por los disfraces; y es que es pasión -arrolladora- la que la impulsa a plantearse hacer de todo ello una performance que sitúa al espectador en el plano del "voyeur".
Es así como rompe todo tipo de tabú, y nos muestra escenas nada convencionales en su trabajo, en las que mezcla el sadismo o el masoquismo, alude al poliamor o a la libre sexualidad.
Y esta forma de entender su trabajo no queda solo ahí, sino que la lleva a su propia vida, pues mantuvo relaciones íntimas con dos hombres, Stanislao Lepri y Constantin "Kot" Jelenski, conviviendo juntos, rodeados de animales (Leonor Fini adoraba a los gatos y llegó a tener hasta veintitrés a la vez).
A Stanislao Lepri, diplomático italiano le conoció en Mónaco en 1941, si bien éste abandonó su trabajo y empezó a convivir con Fini, dedicándose a la pintura; por lo que respecta a Jelenski, era escritor, de origen polaco. Es así como hasta la muerte tanto de uno como de otro, los tres vivieron en París.
La capacidad creativa de Leonor Fini era realmente excepcional, lo que la llevó a manifestar su arte en diferentes facetas, desde la pintura, pasando por el diseño de los más variados objetos.
La singular obra de LEONOR FINI hace de esta artista una mujer adelantada a su tiempo, que supo vivir la vida tal y como la sentía y concebía y que participó del arte de la misma forma que hizo de su vida: libertad, rebeldía, en definitiva, siendo ELLA MISMA.
Wikipedia.
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lunes, 7 de junio de 2021
LOUIS MARIE DE SCHRYVER.- LA PINTURA DE LA VIDA DE LAS CALLES.
Por medio del Arte y de sus diferentes disciplinas los artistas han podido expresar su forma de entender la vida y acercarnos a los ambientes que han considerado interesantes, no ya solo por lo que puede ser su belleza, sino también como forma de hacernos partícipes de determinadas situaciones o circunstancias.
De ahí que dentro de la pintura, al igual que en otras muchas facetas, han existido y existen personalidades que han optado por una visión alegre, amable de las personas, sus ambientes y su vida cotidiana.
Este es el caso de LOUIS MARIE DE SCHRYVER, pintor parisino nacido el 12 de octubre de 1862, en un París que ya era conocida como la "capital de Europa", centro cultural, y motivo de inspiración para muchos literatos, pintores, que acudían a la "ciudad de la luz" en busca de éxito y renombre.
Hacia finales del siglo XIX París se convirtió en una urbe que rebosaba de tiendas, cafés, lugares de esparcimiento, arte y grandes calles y avenidas, en las que las gentes vivían con entusiasmo el día a día.
Es así como nos acercamos a la obra de Louis Marie de Schryver, quien desde muy joven manifestó su interés por la pintura -con solo trece años llegó a presentar obras en el Salón: dos bodegones-, pese a que no había recibido formación alguna. A partir de ese momento comenzó sus estudios con Philippe Rousseau, para establecerse no mucho más tarde en su propio estudio y conseguir con diecisiete años una medalla de bronce en la Feria Internacional de Sidney.
Su inicial predilección por los bodegones dio paso a la representación de retratos y escenas callejeras, en las que reproducía la vida cotidiana de las gentes de París.
Son realmente deliciosas sus representaciones de vendedores de flores, caballos y carruajes, así como del ambiente parisino que popularizó la gente elegante de la ciudad, lo que no le impidió hacer otras pinturas en las que los protagonistas eran barrenderos o lavanderos y todo ello envuelto por un ambiente de luz y color realmente maravilloso; son personajes frecuentes en sus trabajos mujeres, niños, jóvenes que nos proyectan una imagen amable y sonriente de la vida, nos adentran en esas vidas en las que, en apariencia, no existe nada más que el momento presente.
Todo ello llevó a Louis Marie de Schryver a conseguir una medalla de otro en la Exposición Universal de 1900 con una de sus obras más características.
Ese año de 1900 marca un importante cambio en la trayectoria de Schryver pues decide trasladarse de París a Neuilly, donde se construyó una casa de campo, y comienza a decantarse por el retrato y la pintura de vestuario, cuyos protagonistas eran hombres y mujeres vestidos de forma elegante, con sedas y gasas.
Curiosamente es en 1901 cuando presenta en el Salón una pintura que vino a causar un gran escándalo, bajo el título de Lesbiennes, calificada como brillante, pero que fue eliminada de la muestra.
Otra de sus temáticas favoritas fue consecuencia de su afición por la carreras de automóviles, llegando a reproducir escenas en lienzos, en las que refleja una curiosa sensación de velocidad, e incluso se aprecian las ráfagas de aire. Es esta temática que abordó en su obra la que nos acerca a un Schryver cuya técnica se aproxima -en cierto sentido- al impresionismo por sus colores y pinceladas rápidas.
Durante toda su larga vida, Louis Marie de Schryver viajó en numerosas ocasiones, entre 1919 y 1925 lo hizo a Renania con la finalidad de estudiar su paisaje.
Schryver murió en París, el 6 de diciembre de 1942, con ochenta años, después de una vida en la que el color, el bullicio, las gentes, la vida cotidiana marcaron su vida y su obra; tal es su legado.
Wikipedia.
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jueves, 3 de junio de 2021
miércoles, 2 de junio de 2021
ADOLPH DE MEYER.- LOS INICIOS DE LA FOTOGRAFÍA DE MODA.
En los inicios del pasado siglo XX empezó a desarrollarse una prensa hasta el momento del todo desconocida, la llamada "prensa de moda", con revistas como Vogue o Vanity Fair.
Fue ADOLPH DE MEYER el primero de los fotógrafos que trabajó en la plantilla de Vogue, en 1914, haciendo más que famosas sus fotografías de las entonces actrices, bailarinas e incluso aristócratas que originaron una nueva clase social, del todo cosmopolita, y en la que también brillaban literatos, dramaturgos y todo tipo de artistas visuales; podemos afirmar, sin lugar a dudas, que a ADOLPH DE MEYER fue el gran predecesor del internacionalmente conocido CECIL BEATON.
ADOLPH EDUARD SIGISMUND DE MEYER vino al mundo en París, el 1 de septiembre de 1868, y falleció en Los Ángeles el 6 de enero de 1946; una vida larga y fructífera la del hijo del matrimonio formado por Adolphus Louis Meyer, judío alemán, y de la escocesa, Adele Watson. Gran parte de su infancia transcurrió en Alemania, en un ambiente en el que no careció ni de educación ni de medios para desarrollar sus intereses.
Después de instalarse en Londres, en 1895, pasó a formar parte de la Royal Photographic Society, así como en la llamada Linked Ring -una asociación que tenía como finalidad la de promover la fotografía, no ya solo como forma de plasmar la realidad, sino como una forma de crear arte-; cuatro años después contrajo matrimonio con la escritora y modelo de artistas Olga de Meyer, si bien éste no fue más que un matrimonio de conveniencia, pues Meyer era homosexual.
Un nuevo traslado de residencia, esta vez a Nueva York, en 1913 le dio la oportunidad de convertirse en el primer fotógrafo oficial de la revista Vogue, a la vez que el primero en ser fotógrafo de moda. Hasta el año 1922 estuvo trabajando en Vogue, y fue a partir de dicho año cuando fue nombrado fotógrafo jefe de Harper´s Bazaar, en París, cargo ejerció durante dieciséis años, hasta que en 1938 regresó, de nuevo, a los EE.UU.
El estilo que puede considerarse único y que identifica la fotografía de Adolph de Meyer nos regaló la aportación de la denominada iluminación dramática, para lo cual se decantaba por el empleo de la luz suave y abundar en el color blanco y negro sobre las modelos, a la vez que fue suyo también el método de retratar a las modelos en ambientes y situaciones del todo naturales.
Son las suyas unas imágenes que nos resultan atractivas por su visión pictórica, romántica, cuyas modelos nos recuerdan el arquetipo de la belleza clásica; es el suyo un maravilloso trabajo que se vio recompensado por el reconocimiento de todo el mundo que vivía los tiempos de la Belle Époque, cuando la belleza y el arte eran uno, y por su objetivo pasaron grandes personalidades de todo ámbito.
Es del todo significativo recordar que su primer retrato para Vogue lo fue el de Gertrude Vanderbilt Whitney, quien, con el tiempo, fundaría el Whitney Museum; ello dio lugar a muchas personas relevantes pidieran ser fotografiadas por De Meyer, como Gloria Swanson o Anna Pavlova.
Su principal musa fue su mujer a la que fotografió en innumerables ocasiones, e incluso la famosa Coco Chanel fue la protagonista de un reportaje para Harper´s Bazaar.
Su maravillosa obra puede ser disfrutada en diferentes museos, tales como el MET de Nueva York o el Getty de Los Ángeles; desgraciadamente, muchos de sus reportajes se perdieron durante la guerra, más sobrevivió una de las campañas que hizo famosa a Elizabeth Arden.
...ismos Para entender la fotografía. Emma Lewis
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https://www.expofashionmagazine.com