ALESSANDRO DI MARIANO DI VANNI FILEPEPI, conocido para el ARTE con el nombre de SANDRO BOTTICELLI, nació en Florencia en el año 1445 y falleció en la que fuera su ciudad natal en 1510.
Durante su trayectoria vital fue muy reconocido dentro de los círculos artísticos, si bien con el tiempo cayó en el olvido, más habría que esperar al siglo XIX para que su obra obtuviera el beneplácito del público en general.
Sandro Botticelli imprime a su trabajo una "marca" del todo florentina, principalmente por la que es la línea, abundando en lo que puede venir a considerarse como ligereza, amén de energía delicada y suave; en su temática abundan los temás bíblicos que reconduce convirtiéndolos en profanos y mitológicos, todo ello tomando como fuente el ideal neoplatónico. Es la suya una línea pura, considerándola como única.
El hecho más que curioso de que a Sandro Botticelli se le conociera como tal se debe al apodo "Botticelli", toda vez que su hermano tenía una obesidad tal que parecía un barril o tonel, y de ahí que ese apodo lo adoptara también Alessandro.
Hoy nos centramos en dos obras de este pintor renacentista y que se corresponden con la última etapa de su vida, ambas datadas entre 1500 y 1504 y de las que se creen se corresponden con sendos espaldares o cabeceras (cuadros de alcoba) que Giorgio Vasari mencionó haber visto en casa Giovanni Vespucci, en Florencia.
La primera de ellas es la que se conoce con el hombre de HISTORIAS DE VIRGINIA es una témpera sobre madera, con unas dimensiones de 86 cm de alto y 165 cm de ancho, que podemos admirar en la Accademia Carrara de Bérgamo (Italia).
Esta historia ha servido de referencia para la religión cristiana como modelo de virtudes, y tiene como tema el honor violado y la fidelidad matrimonial, estándo inspirada en una historia de Ab Urbe condita, de Tito Livio.
La joven Virginia era una hermosa romana a la que aspiraba como esposo uno de los diez hombres que más poder tenían en Roma, Apio Claudio, más la joven estaba ya comprometida con un tribuno de la plebe, Lucio Icilio. En principio, Apio Claudio intentó seducirla a base de ofrecerle todo tipo de regalos, pero ella se resistió, en vista de lo cual convenció a uno clientes, Marco Claudio, para que afirmara que la joven era una de sus esclavas, aprovechando la situación de que el padre de Virginia se encontraba en una campaña militar.
En un intento de secuestro por parte de Marco Claudio, los conocidos de la joven impiden el mismo, más éstre lleva el caso ante un tribunal, presidido por el propio Apio Claudio, quien prefirió demorar la resolución del litigio hasta la llegada del padre de Virginia. Cuando éste regresa de la campaña militar expresa a Apio Claudio que su hija ya está comprometida, más antes de que éste se pronuncie, se la lleva al templo de Venus Cloacina y la mata, con la finalidad de evitar que caiga en manos de Apio.
Toda esta historia se desarrolla en el entorno de una arquitectura cláisica, en la que destacan los ricos decorados.
La segunda de las historias que nos dejó plasmadas en pintura es la que se conoce como HISTORIAS DE LUCRECIA, témpera sobre madera con unas dimensiones de 83,5 cm de alto por 180 cm de ancho, datada entre 1500 y 1504, Sandro Botticelli retoma la temática del honor violado, así como la fidelidad matrimonial. Este cuadro se conserva en el Museo Isabella Stewart Gardner de Boston (EE.UU.).
La historia aborda la leyenda de Lucrecia, esposa de Colatino, quien después de ser violada por Sexto, hijo de Tarquinio el Soberbio, se suicidó matándose con un puñal, y con ello provocó una revuelta de tal magnitud que llevó a la caída de la monarquía en Roma.
En lo que es el centro del cuadro podemos obsevar la revuelta provocada por los soldados, en tanto en los laterales contemplamos todos los episodios y circunstancias que precedieron a la misma. También es en el centro del cuadro donde se muestra públicamente el cádaver de la joven Lucrecia, convertida por el pueblo en una heroína.
Es el propio Bruto quien llama a las armas, y los soldados quedan retratados en frente de un arco triunfal.
Sandro Botticelli fue un pintor protegido por la influyente y poderosa familia de los Medeci, y precisamente, ésta fue la que le animó a que pintara todo tipo de mitos de la antigüedad, a la vez que alegorías paganas; por entonces, el hecho de pintar obras en gran formato que no fueran de temática religiosa suponía una gran novedad, por lo que Botticelli se convirtió en uno de los primeros artistas que gozó de un gran prestigio y le supuso una inmensa veneración por los que serían grandes maestros del Quattrocento.
La pintura no sólo es una muestra del talento de un artista, en este caso, Sandro Botticelli, sino que también por medio de los temas que aborda nos hace conscientes de los intereses y conflictos existentes en la sociedad de su época.
En ambos casos que hoy os he presentado, la importancia del honor y de la verdad queda retratada de forma explícita en sendas maravillosas obras.
Wikipedia.
https://historia-arte.com
Maestros de la Pintura. (Patricia Fride R. Carrascal)
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