DESEO
Ese deseo irreprimible que abunda en cada
uno
De nosotros nos
impulsa a considerarnos en posesión
De un mantra especial
único, instrumento de seducción.
Nadie ni nada parece
impedirnos ser exclusivos
En un mundo en el que
la variedad se reparte
De forma puntualmente aleatoria.
Pobres esperpentos de
la ilusión, sueños y futuros inciertos
Aleccionados como
soldados por un ejército
De salvajes que son
más inteligentes por saberse reales.
-Yo no soy como tú- ,
nos repetimos.
Claro que eso nadie lo
sabe.
Y de paso, se evita un
problema.
La carne, como deseo primero,
Es fácil de sentirse
satisfecha
Cuando el escrúpulo se
viene abajo.
El poder de los dioses
del Olimpo
No se nos fue dado,
más sí la ambición
Y la falta de
decencia que convierten
el deseo en pura razón de estado.
Sólo un deseo se nos escapa, pues resulta
inaprensible
Para quien atiende con
la medida de la razón,
Cuando el vivir los
límites de las cosas
Es tarea de
irresponsables.
Y es así como el
corazón de los inocentes,
De los puros de
espíritu consigue hacer del amor
una “sinrazón”
desmedida.
Rosa Freyre.
ARTHUR RIMBAUD
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