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Hoy nos ocupamos de un tema más que interesante y que tiene que ver con el descubrimiento realizado en marzo de 1999 de tres cuerpos de niños: uno de ellos, de unos siete años, al que se conoce como "El niño", una pequeña de unos seis años que obedece al nombre de "La niña del rayo" y la momia de una joven de unos quince años, conocida como "La doncella".
Las momias de estos niños se encontraban en un estado perfecto de conservación, y no por el hecho de que se le hubieran realizado labores de momificación, como las llevadas a cabo por los egipcios, sino por la naturaleza del clima en el que permanecieron enterrados durante más de quinientos años, a una altura de 6.739 metros sobre el nivel mar, próximo a la cima del volcán Llullaillaco, en el oeste de la provincia de Salta, al noroeste de Argentina.
Al día de hoy, pueden ser contemplados en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta.
Su descubrimiento lo fue a raíz de una expedición que financió National Geographic Society, dirigida a conocer en profundidad unas ruinas precolombinas situadas en dicha zona, quedando gratamente sorprendidos tras encontrar los cuerpos de los tres pequeños, perfectamente conservados, y junto a los que también yacían un total de 46 objetos, como figuras humanas y de animales en miniatura, utensilios e incluso alimentos.
Tuvieron que pasar cinco años para que este gran descubrimiento pudiera ser admirado por el mundo en el citado Museo de Salta, y en el mismo son especialmente cuidados al ser declarados "Bienes Históricos Nacionales", en tanto que la cima del volcán está considerada "Lugar Histórico Nacional", por la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos de Argentina.
Para que estos cuerpos pudieran ser expuestos al público fue necesario llevar a cabo una más que intensa y profunda construcción de infraestructura, sobre todo, la que cubriría los cuerpos de los niños, a fin de que continuaran "viviendo" en las condiciones en las que fueron encontrados; es así como se procedió a la construcción de tres cápsulas, a base de acrílico de 12 milímetros, conocido como metracrilato, si bien las cápsulas fueron hechas en varias partes, posteriormente ensambladas.
El primero de los cuerpos localizados fue el de un niño de unos siete años de edad, sentado sobre una túnica o unku de color gris y con el rostro en dirección al sol naciente. Era tradición, por lo que respecta a la cultura incaica, que los varones de la élite llevaran el pelo corto, adornado por una Huarak´ca o especie de cuerda de lana en forma de honda. A su vez, en su pecho portaba un adorno realizado a base de pelo de camello y pelo humano.
Curiosamente, junto al niño, aparecieron una serie de ofrendas, en pequeño tamaño, que venían a presentar detalles de lo que fue su vida, entre las que destacan unas deliciosas estatuas de llamas, realizadas tanto en oro, plata como pelo de camélidos, propias de actividades relacionadas con el varón.
Las distintas pruebas a las que sometieron al pequeño en aras a descubrir la causa de su muerte, dieron como resultado la posible existencia de un edema pulmonar, al trasladar al niño a tan alta altura.
El segundo de los cuerpos correspondía a una joven de unos quince años de edad, adornada con un tocado de plumas blancas, y en cuyo rostro se conservaban rastros de pigmento rojo, en tanto en su boca aparecieron trocitos de hoja de coca.
Su vestido, igualmente perfectamente conservado, lo llevaba atado a la cintura y estaba confeccionado con distintos colores, combinando oscuros y claros, siendo sus bordes rojos. En sus hombros, un manto de color gris, que se recogía con un prendedor a la altura del pecho.
El detalle curioso de su cabello peinado en pequeñas y negras trenzas era una peculiaridad propia de algunos pueblos de los Andes.
Su ajuar lo componían una serie de pequeñas ofrendas y objetos de cerámica, adornos para el pelo, así como estatuillas femeninas realizadas, asimismo, en oro, plata y pelo de camélido.
Conocida, desde su descubrimiento, como "La doncella", ésta tenía entre sus pertenencias una pequeña estatua, reproducción exacta de su persona, incluida vestimenta.
El tercero de los cuerpos se correspondía con otra niña, de unos seis años de edad, sentada y cuyas piernas estaban flexionadas, en tanto su cabeza erguida dirigía su mirada hacia el suroeste. Se la conoce como "La niña del rayo" por el hecho de que en algún momento, después de su momificación, un rayo descargó sobre el cuerpo y dañó parte de éste y de su vestido.
Su peinado fue realizado a base de sendas trenzas pequeñas que nacen en la frente, sus ojos permanecen cerrados y su boca quedó en estado semiabierto, lo que nos lleva a observar la dentadura de la niña. Es un dato a tener en cuenta el hecho de que su cráneo fue manipulado hasta conseguir una forma cónica, lo que es señal de belleza y posición social en su cultura.
Su cuerpo cubierto por una manta, sostenido por un prendedor de plata, a la vez que otra manta de un color más claro cubría todo aquél, confeccionada a base de tonos amarillos y rojos.
Igualmente, "La niña del rayo" estaba acompañada de pequeños objetos de cerámicas, bolsitas de cuero, así como diferentes estatuillas en miniatura.
¿Y cuál fue el motivo por el que estos niños fueron enterrados en las tristes circunstancias en que fueron encontrados quinientos años después?.
Pues, según las investigaciones llevadas a cabo el sacrificio de niños se realizó en el transcurso de una ceremonia llamada capac cocha o capac hucha, entre los años 1482 y 1532.
Los niños fueron escogidos de entre familias nobles para ser objeto de sacrificio, desde su nacimiento, según el ritual que obligaba a la deformación de los cráneos, y el fallecimiento se produjo a raíz de la intoxicación por hojas de coca y por beber chicha (bebida fermentada a base de maíz).
Según el criterio de los pueblos incaicos que habitaron en esta zona de los Andes, los niños sacrificados no morían sino que se reunían con sus antepasados, de ahí el hecho de que la exposición de las momias en el Museo de Salta haya tenido sus más que numerosas críticas, al considerar ciertas culturas que lo que se ha llevado a cabo es la profanación de los cuerpos.
El hecho cierto es que el conocido como complejo arqueológico de Llullaillaco se extiende por diversos caminos que, partiendo de la base de la montaña, alcanzan su cima y que funcionaban como lugares para la realización de ceremonias de sacrificios humanos.
Las tradiciones, la historia de las distintas culturas siempre nos sorprenden y lo que, en determinados momentos o etapas puede ser considerado como "tradición", en otros nos impresionan por la crudeza de los actos llevados a cabo, principalmente, si los protagonistas son los niños.
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Fuentes: Wikipedia.
www.e-consulta.com
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