Buen día.
Son muchas las ocasiones en las que, a lo largo de nuestras vidas, nos encontramos con historias que nos llaman poderosamente la atención, una veces, porque nos resultan emotivas, otras por su singularidad, y alguna que otra porque nos inspira cierto "morbo".
De la que hoy nos ocuparemos, el "morbo", con independencia de la verdad sobre su historia, juega un buen papel.
Y es de esta forma como nos vamos a adentrar en el conocimiento de lo que fue la vida de LOS DUQUES DE WINDSOR.
Nunca, jamás, debemos renunciar a saber la verdad de hechos o acontecimientos, en los que personas de cierta relevancia, no solo desde el punto de vista de la brillantez de su personalidad, sino desde lo que nunca vio la luz, ha permanecido oculto, por intereses que, en su momento, fueron de especial importancia para el desarrollo de la Historia, con mayúsculas.
En el caso de los Duques de Windsor nos encontramos con la historia de dos personas cuyas vidas se cruzan un día, y no se separan jamás.
Aparentemente rodeados de un lujo mas que superficial, su existencia fue triste, solitaria, despreciados por aquéllos que, en principio, formaron parte de su círculo de amistades.
La historia, la verdadera historia de los Duques de Windsor tiene mucho por escribir y por conocer, así que comencemos con la imagen que, desde el inicio de su romance la prensa del corazón nos hizo llegar sobre su historia de amor y la consiguiente renuncia al trono de Eduardo VIII, por una mujer, carismática, mas, odiada por la sociedad británica: Wallis Simpson fue la amante y posterior esposa de aquél. Su "edulcorada historia de amor" llenó la prensa del corazón de diferentes rotativos no solo británicos, sino de todo el mundo. Ambos formaban una pareja muy atractiva, eran elegantes, felices, provocadores. Daban la imagen de todo aquéllo que uno quisiera alcanzar, y no puede, por su condición, por su falta de medios, por tantos y tantos motivos... Es por ello que la verdad de su historia fue muy distinta a como nos la presentaron.
Y para comenzar nos ocuparemos de Wallis, que nació en Baltimore, en el año 1895, en una familia acomodada; si bien había algo en la vida de Wallis que ésta pretendía y quiso siempre ocultar: sus padres se casaron cuando ella tenía año y medio, por lo que la pequeña Wallis fue una hija de madre soltera, circunstancia que la condicionó para siempre.
Poco después del matrimonio de sus padres, el que fuera su padre falleció, y la pequeña pasó al cuidado de su abuela, una mujer de carácter fuerte, duro, e implacable, con la que la madre de Wallis cayó en desgracia, y tuvo que ganarse la vida como costurera.
Nos encontramos con una niña Wallis que, desde pequeña conoce lo que significa la diferencia social, y la seguridad que aporta el dinero, ambas condiciones se convierten en su objetivo vital. Se hizo a sí misma una mujer dura, egocéntrica y muchos afirman que padeció anorexia. Su mas que conocida frase: "Una mujer no es nunca demasiado delgada, ni demasiado rica", nos dan luz sobre cuáles eran sus principios vitales.
La delgadez de su figura era algo que la caracterizaba, pues resaltaba, sobre todo, su rostro anguloso, en el que destacaban unos bellos ojos azules.
Su primera experiencia matrimonial, con un militar americano, la llevó a conocer la bisexualidad de éste; el que fuera su segundo marido, Ernest Simpson, se dedicaba al mundo de los negocios, que Wallis llevó a la ruina a base de sus mas que reiteradas peticiones de todo tipo de extravagancias y lujos. Mas, aún estando casada con éste su segundo marido, Wallis empezó a frecuentar la compañia del Duque de Windsor, algo que Ernest Simpson aceptó, como un nuevo y exquisito capricho de la que era, por el momento, su esposa.
En Eduardo, Wallis encontró a su alma gemela, ambos eran exquisitos, muy delgados, apenas comían, eso sí, el alcohol abundaba en su "dieta". Hasta entonces, Eduardo, Príncipe de Gales, frecuentaba todo tipo de fiestas, gustaba de trabajar "tejiendo tapetes de ganchillo" y un día tomaba una amante, para el siguiente abandonarla y acercarse a otra.
El día que ambos se conocieron, Eduardo dirigió a Wallis la siguiente frase "¿No añora usted, como americana que vive en Londres, la calefacción de su país?". Wallis, que era ya una mas que experimentada mujer, le salió al paso, atacándole de la siguiente forma: "Me decepciona usted, señor. Todas las americanas que vienen a Inglaterra son preguntadas por lo mismo, yo esperaba algo mas original del Principe de Gales".
Eduardo quedó del todo seducido por la presencia de Wallis, desde el primer momento, y ello, teniendo en cuenta que aquél padecía ciertos problemas sexuales, a los que Wallis, mujer mas que experimentada en la materia, pudo, tal vez, dar solución...
El hecho cierto es que entre ambos surgió una complicidad tan íntima que vista desde una perspectiva distante, nos llama poderosamente la atención, por su rareza, pero ...a ellos, les funcionaba.
Entretanto, la etapa histórica en la que se desarrolla su historia de amor estuvo marcada por la miseria social, la gente, en su mayoría padecía hambre, mas para esta pareja, en su peculiar mundo, esa situación no tenía cabida. Tanto ella como él eran sumamente caprichosos, ostentosos, les gustaba derrochar, y baste señalar, para poner un ejemplo, que en su viaje de bodas, se llevaron, nada mas y nada menos que 266 maletas.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la pareja se marchó al exilio, concretamente, a las Bahamas, que era colonia británica, y en la que Eduardo fue nombrado Gobernador General, cargo en el que se mantuvo hasta que terminó la guerra y ambos se decidieron por regresar a Paris.
La finalización de esta segunda Gran Guerra llevó la pobreza a muchísimas personas que lo habían perdido todo, mas para Eduardo y Wallis, la desgracía que conocía el pueblo no tenía ni importancia, ni lugar en sus vidas, pues en su mas que espléndida mansión tenían 30 personas a su servicio, de los que 7 criados debían ir vestidos con la consiguiente librea. Como datos curiosos, y que nos reafirman en el carácter superficial de la pareja, imprimían todos los días, en francés, el menú de sus perros. Una cosa sí que es cierta, que el suyo propio no era para nada necesario, pues apenas comían. Y una extravagancia mas, Wallis solicitaba que le plancharan los billetes porque le gustaba oir como crujián.
Las fiestas eran habituales, fastuosas, en las que Wallis aprovechaba para mostrar a sus invitados las mas que fascinantes y valiosas joyas regalo de Eduardo. Un de esta joyas se hizo famosa y pasó a la historia: fue el broche pantera con un zafiro cabujón de 152 quilates, pieza única.
Sus extravagancias eran conocidas en toda la alta sociedad, ambos eran considerados "el colmo de la elegancia"y el propio Eduardo no escapó a la obsesión de Wallis por destacar en tal sentido. Basta recordar que fue Eduardo quien dio nombre al llamado "nudo Windsor" para las corbatas, amén de poner de moda entre los caballeros el uso del tartán escocés, al que se conocía como "Príncipe de Gales", y cuyo origen estaba en el Glen Urquhart plaid, el clan escocés de Los Urquhart, que su abuelo utilizaba cuando iba a cazar a Escocia. Otra moda de la que fue pionero la constituyó los zapatos denominados "Brogues", que tenían unos agujeritos en sus remates, y cuyo origen nos remiten a los campesinos que los usaban para facilitar su secado, después de sus labores en el campo, en zonas húmedas, amén del pantalón con vuelta hacia abajo y el uso popular de las chaquetas cruzadas.
Llegado el momento en que el Principe de Gales subió al trono con el nombre de Eduardo VIII, su mas que amada esposa tuvo la feliz idea de rebajar un 10% el sueldo de todos los empleados de palacio, y la crueldad de poner en la calle a los mas viejos y enfermos.
Mas lo que llegó al colmo a la comunidad británica y al resto de los paises que rehuían la causa de Hitler, fue las mas que frecuentes actividades pronazis y profascistas de la pareja, pues en su mano estuvo el ayudar a la causa hitleriana, hasta el punto de pasar secretos de estado a los alemanes e italianos. Para probar estos hechos, les hicieron conocedores a ambos de unos secretos de Estado que eran ficticios, y fueron interceptados en el correo del Notario nazi Ribbentrop, amigo íntimo de Wallis.
Ante este situación tan compleja y que ponía en serio riesgo la política de Gran Bretaña frente a los demás paises europeos que luchaban contra la amenaza hitleriana, el Gobierno tomó la decisión de "invitar" a Eduardo VIII a abdicar, máxime cuando éste último insistió en que a las dos veces divorciada Wallis Simpson quería hacerla su esposa. Mas Wallis no quería ser esposa, quería seguir siendo su amante, bajo cuyas circunstancia obtenía muchas mas prebendas y tenía, por supuesto, menos obligaciones. En diciembre de 1936, el Gobierno obligó a Eduardo VIII a abandonar el trono.
La reacción de Wallis ante esta situación fue del todo incontrolable, pues, nuevamente, se vió postergada socialmente, repudiada, en este caso, por la sociedad británica. Y pese a todo ello, ambos continuaron con su apoyo a la causa nazi, intentando con todos los medios que tenían a su alcance para que ello ocurriese, sin importarles fotografiarse con el mismísimo Hitler en actitudes mas que amistosas.
Eduardo VIII pudo hacer realidad su deseo de contraer matrimonio con Wallis el 3 de junio de 1937, en una ceremonia íntima a la que solo asistieron 16 personas, en el castillo francés de Cande, situado en la localidad de Touraine. A la boda no asistió miembro alguno de la Familia Real, siguiendo la voluntad del rey Jorge VIl, quién jamás perdonó a su hermano el haber escogido el amor de una divorciada americana a la lealtad a la corona. Tal rencor subsistió durante mucho tiempo hasta el punto que durante la coronación de Isabell II como reina, los Duques de Windsor no estuvieron invitados.
Para tal ocasión, Wallis se decidió por un diseño de corte elegante, del diseñador estadounidense Mainchover, confeccionado en crepé azul, con el cuello cerrado y fruncido en su parte delantera, bien entallado en la cintura, resaltando la esbeltez de aquélla. En su sortija de compromiso, dicen que fue grabada la renuncia al trono británico del Duque de Windsor.
Los primeros años del que fue su matrimonio los pasaron, evidentemente, en un total relax, que se beneficiaba de sus viajes por el extranjero, sin escatimar gasto alguno. Es mas eran recibidos por toda la alta sociedad que organizaba grandes fiestas, tanto en Cannes, como Saint Moritz, e incluso en Palm Beach, y como recuerdo de este maravilloso periodo de sus vidas ambos encargaron a Cartier una singular pitillera y una polvera de oro, con el mapa de Europa, en el que las ciudades visitadas estaban marcadas con piedras preciosas de colores, y que se unían entre sí a través de líneas de esmalte rojas y azules.
La relación íntima entre los Duques de Windsor era de una especial singularidad, nunca tuvieron hijos, aunque tampoco dieron, especialmente Wallis, la impresión de tenerlos, eso sí, su existencia estuvo siempre salpicada de rumores de infidelidad,pues para ello contaban con un "amigo" común, un tal Jimmy Donahue, un millonario, excéntrico y homosexual, que jugaba el papel de "tercero" con la pareja, eso sí, para nada en discordia, sino con la complacencia de todos ellos.
Cuando el 28 de mayo de 1972, Eduardo falleció, Wallis dijo de él: Él era mi vida entera"; pero esta vida, entera o no, le sobrevivió quince años, que vivió en la mas absoluta soledad.
La duquesa falleció el 24 de abril de 1986, y al funeral asistieron Isabel II, el príncipe Felipe, los príncipes de Gales, Carlos y Diana, y ello pese a la tensión que siempre hubo en la familia. Siguiendo instrucciones de Isabel II sus restos mortales descansan junto a su marido con una lápida en la que tan solo se lee "Wallis, duquesa de Windsor".
Fuera una historia de amor, de dependencia mutua, de afinidad en gustos y hábitos, e incluso de una "particular visión" de las relaciones sexuales, el hecho cierto es que los Duques de Windsor, Wallis y Eduardo permanecieron juntos toda su vida.
Es lo que tiene la historia, la que se escribe con historias que, en ocasiones, no son del dominio público, y que nos dan una imagen tergiversada de sus protagonistas.
Historias dentro de la Historia, son muchas y muy interesantes, desde el punto de vista de la curiosidad, y también porque marcaron rumbos mas que diferentes a esa a la Historia que se escribe con mayúsculas.
BUEN DÍA A TODOS
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Fuentes: Wikipedia.
Pasiones. Rosa Montero.
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