CON LOS OJOS CERRADOS
En eso que andaba mi
voluntad
sembrando caricias con
los ojos cerrados.
Sobre la piel un
tatuaje que se dibuja
solo para tacto de
unas manos,
líneas para dedos
temblorosos,
se deslizaban a su
paso.
Abrazar el momento
del viaje hacia
ninguna parte,
sin punto de partida,
con la vida en un
instante
bajo la atenta mirada
de la muerte
que no juzga ni hace
suerte.
Abrazar la fórmula que calcula
el tiempo sin medida,
cuando el sueño no se desvanece,
y yace en un espacio
inventado.
Es el último paso
final,
salvarnos de este endemoniado
juego.
El amor no es más que
la cruel cercanía,
sacudida por un
recuerdo olvidado.
En eso que andaba mi
voluntad
que murió con los ojos
cerrados….
Rosa Freyre del Hoyo.
Fotograma: Vértigo. Alfred H.
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