LA LUZ DE LA MAÑANA
Vencidos todos los
intentos
el alma se repliega
sobre sí misma,
no atiende a llamadas
ni ruegos
sólo sabe de su
abatimiento,
de la necesidad de
gozar la soledad
y de la reconciliación
con la esencia
de todo lo que
configura su escenario
para continuar su
viaje.
Pobres de aquellos que
no vieron
lo que en su más
profundo ser brotaba
en forma de rebeldía
romántica
dotando a corazones salvajes del valor
para batirse en todas
las batallas.
Pese a tener roto el
corazón
la voluntad se mantuvo
férrea
y salvó del horror el
sentimiento primario
que nos invita y nos aproxima
a descubrir
nuevos mundos en los
que sólo con una mirada
y dulces palabras, los
brazos se abren,
nos acogen cuerpos
cálidos,
bajo la luz de la
mañana.
Rosa Freyre.
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