GATAS
Esa
gata que ronronea
Se
desliza silenciosa marcando territorio.
Ha
consolidado su “zona de confort”,
Nadie
ni nada la altera
Sólo
sus ojos aterciopelados
De
negro azabache observan.
Ha
aprendido a mantener las distancias
Conoce
cada uno de tus gestos
De
tus intenciones,
Y,
de antemano, sabe cómo actuar
Evitando
ser desposeída de sus dominios
Cuyos
límites permanecen inalterables.
Es
así como ha llegado a conocerse
Y
a desplegar todo su poder ante el peligro.
Es
la suya la sospecha permanente,
La
atención en alerta
Y
la duda que despejará con el tiempo:
La
callada paciencia es su más preciado don.
El
ejercicio de ser gata, salvaje o doméstica,
No
modifica su condición,
En
tanto la esencia de la fiera que esconde
Permanezca
íntegra en su instinto.
La
deseas, mas desconfía de toda gata
cuyos
ojos descifren tus pensamientos,
Aparenten
delicada predisposición.
(Pero
eso nunca lo sabrás).
Y
de las gatas silenciosas, aún más.
No
es sumisión, es sencillamente, la espera
Del
más idóneo de los momentos
Para
hacer realidad su estudiado plan.
Rosa
Freyre
FOTO: WANDA WULZ
(IO + GATO)
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