sábado, 15 de febrero de 2020

PILAR PEQUEÑO.- EL DELICIOSO LENGUAJE DE LA NATURALEZA.



PILAR PEQUEÑO (Madrid, 1944)  pertenece a ese especial género de artistas y, concretamente, de fotógrafos, que nos acercan a cuanto de sencillo existe en nuestras vidas, siendo la Naturaleza, tan sublime y a la vez, tan próxima, su principal protagonista.



Su objetivo participa con una mirada limpia de imágenes del paisaje, el jardín, o de composiciones basadas en temas sencillos, pero de una exquisita belleza.



Desde que en 1965 entrara a formar parte de la Real Sociedad Fotográfica, PILAR PEQUEÑO se ha ido esmerando en ofrecernos imágenes que bien parecen pinturas, acudiendo al detalle, a las texturas, sirviéndose para ello de flores, frutos, ramas, en ocasiones, sumergidos en agua o en recipientes.




Desde sus inicios con la serie "Paisajes", en 1982, los títulos de sus trabajos obedecen, mediante una sola palabra, a conceptos concretos como "Invernadero", "Hojas", "Plantas", "Vasos", "Bodegones".

La voz de la naturaleza, a través de sencillos títulos, lo que hace su mensaje aún más sorprendente a los ojos del espectador.






Su trayectoria está jalonada de premios y reconocimientos, como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, en 2010; en 2017, es galardonada con el Premio Nacional de Cultura Viva en su XXVI edición; en 2018, la Fundación de Amigos del Museo del Prado, a raíz del bicentenario de la misma, la invitó a participar en el proyecto: Doce fotógrafos en el Museo del Prado, y en 2019 recibió el Premio Bartolomé Ros, como reconocimiento a toda su trayectoria profesional.





Pilar Pequeño nació en Madrid en 1944 y se educó en un colegio cuyo patio daba a la casa-museo de Sorolla. Desde muy niña le entusiasmaba el dibujo, que practicaba tanto en carbón, sanguina o pastel, eso sí su colores eran de una reducida gama, lo que posteriormente retomó en la fotografía.
Es una gran admiradora de la pintura de Vermeer, por su luz, así como de Antonio López, máximo exponente del realismo español contemporáneo.


Su entusiasmo por el dibujo no sirvió para que sus padres gustasen de que estudiara la carrera de Bellas Artes, así que cuando en el primer año conoció al que sería su marido, José Puga, éste la dirigió hacia la fotografía y ambos se hicieron socios de la Real Sociedad Fotográfica.
Fue en dicha Asociación donde tuvo la oportunidad de conocer a grandes artistas ya consagrados de la fotografía, como Rafael Roa, María Díaz-Maroto o Manuel Sonseca, junto a los que, posteriormente, llegó a realizar varias exposiciones colectivas.



Es más, en 1982, junto a Rafael Roa y Rafael Ramirez abrió una galería en la calle Espalter de Madrid, la conocida como sala Image. En dicho enclave, Pilar Pequeño trabó amistad con personalidades como Humberto Rivas, Toni Catany, Manolo Laguillo, Eva Rubinstein o Arno Jansen.
Curiosamente, por entonces, el llamado Colectivo-28 contaba como única fotógrafa a Pilar Pequeño, siendo el resto de fotógrafos todos hombres.




En la conocida Galería Redor, donde  exponía el Colectivo-28, se llevaban a cabo no sólo exposiciones, sino también, coloquios, e incluso se daban cursos de fotografía.
El hecho cierto es que Pilar Pequeño se fue formando de forma totalmente libre, aprendiendo a base de práctica, y sus primeros trabajos se centraron en los paisajes y poco después en el mundo de las plantas; para Pilar Pequeño el paisaje, las plantas está muy relacionado con el agua, a la que siente como la luz. El agua sirve de escenario en el que se dibujan y desdibujan objetos, en la que se confunden con su propio reflejo.



Amante de los primeros planos, en espacios aislados, en los que la luz penetra por uno de los extremos, iluminando una parte de los objetos, y provocando la penumbra en otros.
Es la suya una luz del todo natural, pues jamás recurre a focos artificiales, eso sí gusta de "jugar" con la iluminación.



Las suyas no son "naturalezas muertas", todo lo contrario, las cosas, los objetos, las plantas, los útiles están llenos de vida propia, hasta el punto de que la fotografía consigue la magia que la propia naturaleza no ha llegado a obtener en su totalidad.


Su trabajo es lento, detallista, las prisas son malas para quien juega con algo tan primigenio y tan dueño de sí mismo como lo es el mundo natural.
Si bien sus primeros trabajos los realizó en blanco y negro, con la llegada de la imagen digital, el revelado lo realizaba la propia artista, y en ellos ponía el máximo empeño en observar los cambios de luz, a lo largo del día, así como el paso de las estaciones.



Si bien, como ya he indicado, la naturaleza es la protagonista de su obra, en una de sus series, Huellas, iniciada en 2005, ha abordado temas de arquitectura en ruinas, si bien, anteriormente, en los años 80 y 90, también llevó a cabo un trabajo en el área metropolitana de Washington D.C., incidiendo en el paisaje urbano e interiores.
Su trabajo Huellas es un estudio sobre la acción humana en el paisaje, cómo el tiempo cambia éste y crea geografías nuevas.



Pilar Pequeño no sólo da testimonio con su fotografía de la Naturaleza, sino que ella misma con su trabajo "crea" paisajes, desconocidos por momentos, plasma escenarios en los que los invernaderos y plantas son todos pequeños grandes mundos, en los que la luz, el agua, la vida y la muerte toman total protagonismo.

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Fuentes: Wikipedia.
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