domingo, 25 de abril de 2021

LA SALA DE PORCELANA DEL PALACIO DE ARANJUEZ.



La historia se escribe, en muchas ocasiones, en base a caprichos -si pueden considerarse como tales- de personalidades famosas y conocidas, incluidos reyes. Este artículo obedece a uno de esos caprichos, el de un rey: CARLOS III DE ESPAÑA.

El reinado de Carlos III de España fue consecuencia de la muerte de sus dos medio hermanos, Luis I y Fernando VI, que sucedieron a su padre Felipe V inicialmente, si bien al fallecer sin descendencia, fue Carlos, tercer hijo varón de Felipe V -el primero que tuvo con su segunda mujer, Isabel Farnesio-, el que ocupó el trono de España desde 1759 hasta su muerte en 1788.




Carlos III abandonó el trono de Nápoles en 1759 al estar destinado a ser rey de España, más para su estancia definitiva en este país se trajo sus adoradas fábricas de piedras duras y de porcelana, que ubicó en Madrid, inicialmente en el lugar que, a día de hoy, está la estatua del Ángel Caído y la denominó REAL FÁBRICA DE PORCELANA DE EL BUEN RETIRO.


                            Noria de la Real Fábrica

Una de las más deliciosas creaciones de la porcelana europea del siglo XVIII es la que se conoce como Sala de Porcelana del Palacio de Aranjuez; sus orígenes se remontan a la época de Felipe V, gracias al trabajo de los pintores/decoradores Galuzzi y Bonavia, que realizaron el gabinete de Isabel de Farnesio, de la que solo se conserva lo que es el pavimento de mármoles. Esta sala fue remodelada durante el reinado de Carlos III, siendo recubierta con paneles de porcelana esmaltados en colores vivos, y fijados a un armazón de madera. Este maravilloso trabajo artístico debe su existencia a Giuseppe Gricci y en la que es su bóveda puede leerse hasta cuatro veces el año en el que finalizó su decoración, 1765.



La Sala o Saleta de Porcelana, como también se la conoce, es una habitación de 4,68 metros de altura por 7,08 de lado, cuyas paredes, así como el techo, están cubiertas por placas de porcelana de color blanco y que se sujetan atornilladas a las paredes sobre un armazón de madera. Estas singulares placas están decoradas por figuras orientales y animales de los más variados colores, cuyo estilo se enmarca dentro de lo que se conoce como rococó, tal y como también podemos ver en la Sala del Palacio de Porticci, en Capodimonte.



                                    Palacio Porticci
                                    (Capodimonte)

Si hay un rasgo que caracteriza a esta bellísima Sala de Porcelana es su exuberancia. Toda esta decoración se complementa con siete espejos, dos puertas y dos ventanas, destacando sus chinerías dieciochescas, que dan al recinto una imagen de gran gracia y viveza, salpicada con figuras orientales, dragones, monos, frutos y los más variados objetos, que se visualizan entre toda una maraña de ramajes y cintas.




Las puertas de madera policromada aciertan en su estilo decorativo y del techo abovedado pende una lámpara que simula una palmera, con los brazos en forma de raíces y un personaje chino que se agarra a su eje; asimismo, a sus pies sobresale un bosque de candelabros con hojarasca de la que cuelgan sendos animales fantásticos.





Por lo que respecta a los espejos, cada uno de ellos tiene un marco de estilo rococó que está coronado por un jarrón con frutas, y a cada uno de sus lados destacan dos candelabros de tres brazos que, al iluminarse se reflejan sobre los espejos, lo que ofrece un especial encanto, multiplicando el efecto lumínico.




Lo que es el cuerpo central de esta deliciosa y particular estancia está decorado a base de figuras orientales, adornadas con parasoles, y que aparecen bien tumbados o sentados, resultando un conjunto visualmente cuyo vivo colorido es su principal característica, si bien el color que más destaca es el tono oro, aunque también abundan los verdes y azules, así como rojos, rosas, y turquesas. Toda esta magnífica obra lo fue gracias a los pintores José y Juan Bautista de la Torre y Jenaro Boltri, en 1764.




El minucioso trabajo que supuso la bóveda, junto con el dorado de las ventanas, vidrieras y puertas de paso es todo un placer para la vista, debiendo detenernos en las seis sillas isabelinas lacadas con chinerías y que se inspiran en el modelo inglés Reina Ana.

En su conjunto esta estancia supuso un costo de 571.555 reales, comenzado en 1760, y cuyo autor es el italiano José Gricci y fue terminado en 1765; en uno de los zócalos aparece la siguiente inscripción: "Joseph Gricci delineavit et sculpsit 1763".







Nada más acertado que alabar la magnífica composición de todo el conjunto, teniendo en cuenta que el empleo de la porcelana como material es arduo complicado, pues para los artesanos europeos su utilización no lo fue hasta el siglo XVIII, si bien los chinos la emplearon mucho antes. El paso de la porcelana de vajillas a ser utilizada para decorar paredes y salones es todo un arte en mayúsculas.





Fuentes:
Wikipedia.
https://www.patrimonionacional.es
Descubrir el Arte.

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