viernes, 1 de enero de 2016

GOYA: LA FAMILIA DE CARLOS IV.



Buen día.
Francisco de Goya y Lucientes fue, sin lugar a dudas, el pintor mas capacitado y original que conoció su época, el hombre de las luces, un visionario, impulsado por una capacidad creativa alucinante y contrario siempre, a todo lo que significaba convención.
Su arte está del todo unido a lo que fue su vida y, por supuesto, a la historia de éste su país.
Genial, como retratista, de la decoración, de maravillosos tapices, grabador a la altura de Durero o el mismísimo Rembrant, su obra nos ofrece un amplio espectro que avanza desde la realidad que observan nuestros ojos, al aspecto mas fantasmal que podamos imaginar, del elogio a la juventud, al desdén por la vejez, trágica ella. 
En su pintura se adentra tanto en el color mas luminoso, como en los tonos oscuros, sombríos, presagios de malos tiempos.

Estatua de Goya, Madrid.

Francisco de Goya y Lucientes fue, en definitiva, un GENIO ATEMPORAL.
Nacido en Fuendetodos, Aragón, en 1746, falleció en Burdeos, en 1828, siendo hijo de un artesano dorador. Con solo 13 años empezó como aprendiz en el taller de J. Luzán en Zaragoza.
Curiosamente, fue rechazado en dos ocasiones para acceder a la Academia de San Fernando, después de presentarse a sendos concursos por lo que se marchó a Roma.
Es en 1771 cuando regresa a Zaragoza, y empieza la que podemos llamar su "historia para con la pintura".
Su matrimonio, en 1773, con una hermana de Francisco Bayeu, le proporcionó un empleo para hacer cartones en la Real Fábrica de Tapices, llegando a realizar sesenta y tres cartones en tres años, siendo los mayores de seis metros de ancho. Mas, amén de su dedicación a la Real Fábrica de Tapices, Goya también tuvo tiempo para pintar numerosos retratos y obras de marcado carácter religioso.
Su trayectoria se vio premiada cuando en 1780 fue elegido miembro de la Academia de San Fernando, siendo incluso director auxiliar de pintura en 1785. 
En 1789 fue nombrado pintor de corte del nuevo rey, Carlos IV.
Un hecho doloroso le produce un mas que traumático padecimiento, la sordera con la que tuvo convivir durante el resto de su vida.

La familia de Carlos IV


Y es precisamente su nombramiento como pintor de corte de Carlos IV, el que propicia el hecho de que sea Francisco de Goya, nombrado primer pintor de cámara, en 1799, quien ejecute su mas famoso retrato colectivo: La familia de Carlos IV, en el que manifiesta abiertamente, sirviéndose para ello de un despiadado realismo, las que eran bien patentes y conocidas debilidades de la familia real.



La petición de que se llevara a cabo la pintura partió, probablemente, de Godoy con la finalidad de enseñárselo al embajador francés Luciano, hermano de Napoleón, cuando visitara la corte en 1800.
No cabe la menor duda de que estamos ante una obra que destaque por su estética, eso sí, tanto el rey como la reina quedaron del todo satisfechos.
Y es un hecho mas que cierto que Goya fue fiel a la realidad en su idea de hacer retratos veristas, y para ello basta poner nuestra atención en el aspecto de la reina, adornada a base de pesados pendientes y collares, mostrando prácticamente sus dientes, postizos, y remarcando el hecho de los mas que hermosos y rollizos brazos de su majestad, circunstancia de la que estaba mas que orgullosa.



Por lo que respecta a la imagen que nos ofrece su esposo, el rey, todo él adornado con diferentes y variadas medallas y bandas honoríficas, que no impiden reconocer en su rostro cierto grado de embotamiento, por no llamarle de idiotez. Goya nos dejó perfecta muestra de que Carlos IV era un rey dominado completamente por su mujer.



Es mas, la persona que ocupa la zona central del cuadro es María Luisa, la reina, rodeada de sus hijos mas pequeños, si bien el pequeño Francisco de Paula toma la mano tanto de su padre como de su madre, y ello por la existencia de rumores que atribuían a Godoy la paternidad del pequeño.


En el lado izquierdo del cuadro observamos la presencia del futuro Fernando VII, vestido de azul, en tanto detrás y vestido de rojo, está su hermano menor Carlos.




Este óleo sobre tela, con unas dimensiones mas que destacadas 2,80 x 3,36 m, que podemos admirar en el Museo del Prado, fue inspirado para su realización, en la composición, por Las Meninas, de Velazquez. 
Y con independencia del mensaje que Goya nos quiso hacer llegar sobre la pomposidad, la degeneración, la fealdad de los miembros de la familia real, es de destacar, la mas que bellísima representación de los tejidos, drapeados, esbozados y transparentes, de los que parte, y en los que se fija, en gran medida, toda la luz que recibe y nos ofrece la obra.
Por supuesto, Francisco de Goya no podía de dejar de estar presente en esta magnífica exposición de su talento, y así se autorretrató, como bien podemos observar en el extremo izquierdo del cuadro, al fondo.


Ciertamente, después de adoptar el rococó, Goya rompió radicalmente con lo que significaba el convencionalismo artístico para llegar a conseguir un arte del todo personal y libre, que es la puerta de lo que se considera todo el arte moderno, que viene determinado por la utilización en sus obras de multitudes anónimas, nos ofrece una visión de la guerra, destierra la gloria y planta el terror, en una forma de acercar al ser humano con el animal. 



Y es que su estilo tan personal, le lleva a alternar entre una capa fuerte y una factura lisa, colores lisos y luminosos, con otros oscuros, superpone colores siguiendo la técnica de Rembrant e incluso nos ofrece el anuncio del movimiento impresionista gracias a las pequeñas pinceladas que se entremezclan.
Ciertamente su prolífica obra, sobre todo, dentro del retrato, de los que realizó mas de doscientos, le consolidaron ya en su época como lo que es un GENIO.



Nadie puede discutir la mas que magnífica aportación de su obra a lo que mas tarde se consolidó como pintura moderna, GOYA, el hombre de las luces, sigue mostrándonos su obra en su máximo explendor.- 

Francisco de Goya

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Directorio Hispano de las Artes

Fuentes: Descubrir el Arte.
Maestros de la Pintura.
Goya. Blume.


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