Latinoamérica ha sido siempre cuna de grandes artistas, en los más diferentes ámbitos, y muchas las mujeres que han destacado no ya solo por su obra, sino por su carácter vanguardista y liberal.
Como ejemplo, este espacio de hoy va dedicado a la figura de TARSILA DO AMARAL.
Nacida en 1886 en Capivarí (Estado de Sao Paulo), su abuelo paterno era conocido con el apodo de "O Millonario", en función de su propiedades y riqueza.
Tarsila junto con su hermana y sus padres viajó a Europa en 1902, quedando ambas internas en el Colegio del Sagrado Corazón de Barcelona. Es de significar que siempre encontró en sus padres el apoyo necesario para llevar a buen fin su deseo de estudiar y conseguir ser artista, algo que ya manifestó siendo una adolescente.
En 1904 Tarsila decide regresar a Brasil, contrayendo matrimonio con un primo de su madre, Andrés Teixeira Pinto, del que se separaría en 1913, trasladándose a vivir a Sao Paulo, y del que nació su única hija, Dulce.
Sus primeros trabajos los realiza en el taller del escultor sueco William Zadig, y a continuación estudia dibujo y pintura con el maestro Pedro Alexandrino, seguido del artista alemán George Elpons.
Sus viajes por Europa son frecuentes, instalándose en París en 1920 donde estudia en la famosa Académie Julien y posteriormente en el taller de Émile Renard. Es un un viaje a Barcelona (España) donde Tarsila descubre la Barcelona modernista y en 1922 ingresa en el Salon Officiel des Artistes Français gracias a su pintura Retrato de Muhler, si bien es conocido con el título de Passaporte, pues para ella significaba su definitiva entrada en la vida artística.
Una vez más vuelve a su querido Sao Paulo, donde conoce a una serie de artistas con sus mismas afinidades: Anita Malfatti, Oswald de Andrade, Mario de Andrade y Menotti del Picchia, quienes organizaron la Semana de Arte Moderno, todo un acontecimiento histórico en lo que suponía el desarrollo del modernismo en el Brasil de los años 20.
Es precisamente con el escritor Oswald de Andrade con quien contrajo matrimonio en 1926, separándose cuatro años más tarde.
Su círculo de amigos se hace cada vez más amplio en la medida de sus continuos viajes a Europa, entre ellos André Lothe en cuyo taller Tarsila trabaja durante tres meses, Fernand Léger, Brancusi, Cocteau, Satie..
Es así que la influencia de todos ellos junto con su propia inspiración que la impulsaba a cambiar el arte tal y como se entendía en Brasil, la llevaron a buscar fórmulas próximas a las vanguardias europeas: cubismo, futurismo, expresionismo.
Tarsila do Amaral consiguió aunar en sus trabajos lo que de primitivismo tenía la cultura brasileña con los nuevos y modernos estilos; en gran medida la llamada cultura indígena fue su principal baza para hacer que las tradiciones de su país llegaran a los más dispares escenarios.
La primera de sus exposiciones individuales la realizó en 1926, en la conocida Galería Percier, de París, cuando sus trabajos estaban marcados por acento primitivista y nativista, tal y como nos demuestra su obra Abaporu, que sirvió de inspiración al llamado movimiento antropofágico (el conocido como antropofagismo representa para los artistas sudamericanos fundir lo que es el arte y las ideas modernas con los temas indígenas, y constituye el pilar del arte modernista brasileño, cuyo manifiesto fue firmado por Oswald de Andrade, en 1928).
No obstante y ya entrada la década de los años 30, Tarsila do Amaral se decantó por ejecutar una pintura más arraigada a temas sociales, tal y como se refleja en sus obras Obreros y Segunda Clase. Todo ello en gran parte fue consecuencia de su viaje en 1931 a la Unión Soviética, amén de que fue encarcelada durante un mes por ser simpatizante comunista y criticar el régimen de Getúlio Vargas.
Las dos primeras Bienales de São Paulo conocieron de su presencia, de la misma forma que el Museo de Arte Moderno de São Paulo que le ofreció una retrospectiva en 1960; en 1963, toda una sala de la Bienal de São Paulo fue dedicada a su trabajo artístico y un año después, participó en la 32ª Bienal de Venecia.
Un dato curioso es que la vida de esta genial artista fue llevada al cine y la televisión, interpretada por Ester Góes en la película Eternamente Pagu (1987) y por Eliane Giardini en las miniseries Um Só Coraçao (2004) y JK (2006).
A lo largo de su carrera Tarsila do Amaral reunió más de 200 cuadros, cientos de dibujos e ilustraciones, también grabados, murales e incluso esculturas...y fue la pionera del arte moderno en Latinoamérica, siendo la creadora de un estilo del todo característico para un país como Brasil.
Murió en São Paulo, el 17 de enero de 1973.
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