Gustave Courbet
Buen día.
Hoy voy a tratar en este artículo una obra determinada de un artista que me gusta especialmente y lo es quizá, de forma adictiva. Toda su obra es para mí una maravillosa expresión de lo que es la fuerza de la Naturaleza, de una naturaleza que se manifiesta a través de la mujer, en su mas espléndida belleza y por la que Gustave Courbet apuesta siempre como protagonista de sus pinturas, y acierta.
El sueño
Y es un hecho cierto que Gustave Courbet es un pintor al que calificaría de imponente, pero a la vez, lleno de sensibilidad, un artista que como hombre fue generoso, amigo de sus amigos y gran vividor. Una persona coherente, cuyos actos obedecieron a su ideología -era republicano y socialista-, y que, en definitiva, nos viene a plasmar en sus pinturas lo que es la "realidad", por lo que, sin lugar a dudas, es un innovador en ese sentido, al hacernos partícipes de esa innovación que supone lo "real", en el arte.
Mujer tumbada
Gustave Courbet tiene un dominio perfecto de los tonos que emplea, del pincel y de la espátula. Es la suya una total precisión de lo que ve y que, a su vez, constituye el misterio -que no es tal- de su obra, porque obedece a aquéllo que conocemos como "el misterio de la vida".
Mas para el "arte tradicional" Courbet fue considerado como vulgar e incluso escandaloso. Esa crítica que no le hicieron sus amigos y críticos, que sintieron admiración por lo que su obra, sí la comparte el público, como siempre, hipócrita y falso en su puritanía.
No obstante, en pleno siglo XX, Courbet recupera todo la magnífica aportación que su obra significa para el arte; y es recurriendo a las palabras de André Breton: "La virtud de su técnica ha gozado de tal proyección que posiblemente, solo por ello, no constituye ninguna exageración afirmar que hoy toda la pintura moderna sería de otro modo si esta obra no hubiera existido".
Mujer desnuda
Su faceta personal le define como un mas que ardiente defensor de los postulados socialistas, del régimen republicano. Y ello se traduce, a nivel artístico, en su rechazo del formalismo académico, tanto como del romanticismo.
Su "fe" artística se basa en la renuncia a la formación impuesta, pues es suya la creencia en el talento individual y en el continuo afán de superarse, en el día a día, en el trabajo constante.
Si algo distingue bien a Courbet de muchos de sus contemporáneos, es que Gustave C. siempre escogió su temática, los personajes, las actitudes, las formas que quería pintar, alimentada su obra por la realidad cotidiana; todas las personas, sin excepción, tienen protagonismo en sus pinturas, rompiendo con ello lo que siempre se ha considerado una férrea estructura en los géneros y llega a hacernos compartir una alegoría social.
El taller del pintor
Es Courbet el pintor de la verdad, de lo verdadero, una paleta que se sirve de tonos oscuros y que, en consecuencia, ha tenido, a veces, calificaciones poco acertadas, todo ello tomando como base la norma imperante -que siempre existe como tal- en todo tipo de expresión artística.
Y es que su pincel es único, exclusivo, al que une la espátula, gracias a lo que su obra es fruto de una continua búsqueda vital.
"La mujer de las olas", 1868
Y es ésta su obra, maravillosa, "La mujer de las olas", un óleo sobre lienzo, datado en 1868, y que se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York, una obra fundamental.
En ella observamos un total inmersión en un mundo erótico, calificado, por algunos, en su momento, como "pornográfico".
La joven, en el máximo esplendor de su belleza, nos ofrece un busto del todo natural, que emerge de entre las olas, y que por su composición carece de toda norma académica. Curiosamente, los brazos alzados, dejan ver el vello de las axilas (hecho éste que nos aproxima a una mujer real), y que ofrece una imagen hasta cierta medida perturbadora.
El dibujo, tan espléndido, que Courbet nos muestra de los senos de la mujer con toda naturalidad, sirviéndose para ellos de tonos rojos y azules, y en los que los pezones se muestran erguidos, consecuencia del frío. Y para completar la escena, la deliciosa espuma que rodea al vientre de la joven, cuyo cuerpo está sumergido justo hasta el vientre. Sobre la interpretación de la espuma que cubre el vientre se ha venido a considerar la metáfora, que lo fue escándalosa, evidentemente, del semen masculino.
Gustave Courbet había visto en el Salón de 1863, en Paris, "El Nacimiento de Venus", de Cabanel, con el que éste quiso hacer lo que consiguió, o sea, provocar, algo por lo que apostaba en cada una de sus obras. En "La mujer de las olas" nos hayamos ante la presencia de una mujer que incluso podríamos tocarla, su piel, su pecho, sus brazos redondeados y que se cubren el uno al otro, en cierta medida, proyectando una imagen -ella- la que el autor evitó: el hacernos sentir la carnalidad mas sensual, mas viva, y que el rebelde y progresista Courbet nos hizo ver y conocer.
Una mujer real, que a la vez nos resulta, fruto de una ensoñación, pero que puede y nos invita a gozar con su existencia.
"El origen del mundo"
"Quien conserva la facultad de ver la belleza no envejece"
(Frank Kafka)
BUEN DIA A TODOS
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Fuentes: Leer la pintura.
Maestros de la Pintura.
El cuadro del día. Courbet.
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