Iniciamos este año 2017 con un artículo dedicado a la pintura y, en concreto, a una personalidad que está considerada como precursor del movimiento impresionista en Francia: su nombre FRÉDÉRIC BAZILLE, y la que a continuación podréis leer y admirar es su obra, una bellísima producción que se vio interrumpida por una muerte prematura, con tan solo veintinueve años, y a raíz del estallido de la guerra franco-prusiana, en la que Bazille se enroló, falleciendo en la batalla de Beaune la Rolande, apenas había comenzado su éxito como pintor.
Fue precisamente la inauguración el 15 de abril de 1874, en el atelier del fotógrafo Nadar (al que por cierto, dedico un artículo en este blog), cuando tuvo lugar una singular exposición en la que participaban treinta artistas.
La pintura que en la citada exposición se ofrecía a los espectadores era desde todo punto revolucionaria, cuya temática se inspiraba en los paisajes, las escenas urbanas y todo lo que nos ofrece la vida cotidiana, sirviéndose para ello de colores puros y especialmente, luminosos, siendo el inicio de un movimiento que alcanzaría a las diferentes disciplinas artísticas, bajo el nombre de IMPRESIONISMO.
Entre los primeros pintores que se unieron, por la naturaleza de su obra, a este movimiento, nos encontramos con FRÉDERIC BAZILLE, nacido el 6 de diciembre de 1841 en Montpellier (Francia), siendo la suya una familia con una economía suficientemente saneada, que pudo ofrecer a Frédéric una educación universitaria: estudió medicina en París, si bien abandonó los estudios para dedicarse a su gran pasión, que no era otra que la pintura.
Fue después de su traslado a París en 1862, y con la excusa de continuar sus estudios de medicina, cuando conoció a Pierre-Auguste Renoir, quedando del todo "impresionado" por la obra de éste y pasó a recibir clases en el estudio de Charles Gleyre.
Entre sus principales amigos estaban pintores de la talla de Claude Monet, Alfred Sisley y Édouard Manet, dándose el caso curioso de que la posición más que acomodada de su familia le permitió ayudar a muchos de sus amigos a culminar sus estudios de pintura. Y gracias a ello algunos de ellos se reunían para pintar en los bosques de Fontainebleau, en Honfleur, amén de otros paisajes por los que los impresionistas gustaban de frecuentar.
Desgraciadamente, la obra de FRÉDÉRIC BAZILLE quedó truncada de forma trágica y temprana con su fallecimiento en la batalla de Beaune la Rolande, el 29 de noviembre de 1870.
No obstante, con tan solo veintitrés años pintó una de sus más que celebres obras como Retrato de una familia (1867-1868) y El vestido rosa (1864).
Si bien es considerado como precursor del movimiento impresionista sus obras pese a que contienen los diferentes matices que postulan una concepción moderna de la pintura, no son propiamente impresionistas, sino que son consideradas como un anticipo dentro de este movimiento.
Su temática abunda en el paisaje, el retrato, también, la naturaleza muerta, y algo sumamente curioso es que sus figuras aparecen en sus obras como provistas de una extraña inmovilidad, convertidas en especie de esculturas.
Es el suyo un estilo del todo riguroso, en el que destacan unos volúmenes marcados, poseyendo una cierta inspiración de la obra de Pisarro, mas nunca a la altura de este.
Si bien su pintura tiene un matiz realista, el uso que hace del pincel le lleva a reflejar la importancia de las sombras en los volúmenes, la luz y los colores claros, faltando a la rigidez de los movimientos de estilos anteriores en el tiempo.
En conjunto su obra se resume en unos sesenta cuadros, en los que nos va permitiendo apreciar su avance en la forma de expresión que persigue, dotando de un estilo cada vez más personal a su producción.
Bazille destaca por la originalidad de la inspiración que le invita a la realización de una obra en la que destaca la vida moderna, la renovación en la fórmula del retrato, el desnudo e incluso la naturaleza muerta, y la realizada al aire libre.
En definitiva, FRÉDÉRIC BAZILLE es lo que se viene a llamar un eslabón inicial dentro de un movimiento, EL IMPRESIONISMO, quizá el más conocido y favorito del público en general. Muchas de las obras que quedaron en el olvido en su época se han visto revalorizadas en la actualidad, atendiendo a la importancia de esta técnica artística que vio reflejada sus características en todo tipo de disciplinas artísticas.
Retrato de una familia (1867)
El pescador con red (1868)
Fue precisamente la inauguración el 15 de abril de 1874, en el atelier del fotógrafo Nadar (al que por cierto, dedico un artículo en este blog), cuando tuvo lugar una singular exposición en la que participaban treinta artistas.
La pintura que en la citada exposición se ofrecía a los espectadores era desde todo punto revolucionaria, cuya temática se inspiraba en los paisajes, las escenas urbanas y todo lo que nos ofrece la vida cotidiana, sirviéndose para ello de colores puros y especialmente, luminosos, siendo el inicio de un movimiento que alcanzaría a las diferentes disciplinas artísticas, bajo el nombre de IMPRESIONISMO.
Escena veraniega (1869)
El vestido rosa (1864)
Entre los primeros pintores que se unieron, por la naturaleza de su obra, a este movimiento, nos encontramos con FRÉDERIC BAZILLE, nacido el 6 de diciembre de 1841 en Montpellier (Francia), siendo la suya una familia con una economía suficientemente saneada, que pudo ofrecer a Frédéric una educación universitaria: estudió medicina en París, si bien abandonó los estudios para dedicarse a su gran pasión, que no era otra que la pintura.
Fue después de su traslado a París en 1862, y con la excusa de continuar sus estudios de medicina, cuando conoció a Pierre-Auguste Renoir, quedando del todo "impresionado" por la obra de éste y pasó a recibir clases en el estudio de Charles Gleyre.
El aseo (1870)
Joven con peonias
Vista de la villa (1868)
Desgraciadamente, la obra de FRÉDÉRIC BAZILLE quedó truncada de forma trágica y temprana con su fallecimiento en la batalla de Beaune la Rolande, el 29 de noviembre de 1870.
No obstante, con tan solo veintitrés años pintó una de sus más que celebres obras como Retrato de una familia (1867-1868) y El vestido rosa (1864).
Autorretrato (1865)
Retrato de Renoir (1867)
Su temática abunda en el paisaje, el retrato, también, la naturaleza muerta, y algo sumamente curioso es que sus figuras aparecen en sus obras como provistas de una extraña inmovilidad, convertidas en especie de esculturas.
Es el suyo un estilo del todo riguroso, en el que destacan unos volúmenes marcados, poseyendo una cierta inspiración de la obra de Pisarro, mas nunca a la altura de este.
Si bien su pintura tiene un matiz realista, el uso que hace del pincel le lleva a reflejar la importancia de las sombras en los volúmenes, la luz y los colores claros, faltando a la rigidez de los movimientos de estilos anteriores en el tiempo.
Flowers
En conjunto su obra se resume en unos sesenta cuadros, en los que nos va permitiendo apreciar su avance en la forma de expresión que persigue, dotando de un estilo cada vez más personal a su producción.
Bazille destaca por la originalidad de la inspiración que le invita a la realización de una obra en la que destaca la vida moderna, la renovación en la fórmula del retrato, el desnudo e incluso la naturaleza muerta, y la realizada al aire libre.
Pequeña cantante (1866)
En definitiva, FRÉDÉRIC BAZILLE es lo que se viene a llamar un eslabón inicial dentro de un movimiento, EL IMPRESIONISMO, quizá el más conocido y favorito del público en general. Muchas de las obras que quedaron en el olvido en su época se han visto revalorizadas en la actualidad, atendiendo a la importancia de esta técnica artística que vio reflejada sus características en todo tipo de disciplinas artísticas.
BUEN DÍA A TODOS
PURA KASTIGÁ
Blog incorporado al
Directorio Hispano de las Artes
Fuentes: La pintura del impresionismo. Taschen.
Museo de Orsay.
Wikipedia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario