lunes, 14 de mayo de 2018

LA FÁBULA DE ARACNE Y LAS HILANDERAS DE VELÁZQUEZ.




Buen día, estimados lectores, son tantas las veces que el arte toma sus fuentes de la mitología que muchas de las obras maestras de los grandes pintores son recreaciones de fábulas que han trascendido a través del tiempo.



Es este el caso de una de las más bellas pinturas de DIEGO RODRIGUEZ DE SILVA Y VELÁZQUEZ, el retratista español con más talento del siglo XVII, admirado en su tiempo y que, a día de hoy, sigue suscitando incluso mayor interés.
Su pintura no puede clasificarse de forma concisa, pues una veces se acerca al  clasicismo, y es así como interpreta el arte de los grandes maestros italianos y flamencos, si bien, a continuación cambia esa visión suya, dando paso a una realidad, con un total efecto excepcional.
Con independencia del retrato, Velázquez nos ofreció lo mejor de sí mismo en la pintura histórica, la religiosa y también la mitológica, pasando por el desnudo femenino, el paisaje e incluso la conocida como naturaleza muerta, y para ello utilizó todo tipo de formatos de tela, grandes y pequeños.
Hay en su obra una cierta influencia de Rubens, en lo que afecta a la pincelada, siempre ligera, al moldeado y la utilización de colores vivos.
La madurez de su obra nos aproxima a un Velázquez, en el que frente a la simplicidad que gusta en las composiciones nos ofrece el contrapunto en la fuerza plástica.




Una de sus obras más deliciosas es la conocida con el nombre de LAS HILANDERAS, en el que recrea la Fábula de Aracne, y que se conserva en el Museo del Prado de Madrid. Sin lugar a dudas, esta impresionante pintura es una de las obras maestras de lo que es el barroco español, eso sí, también es una de sus creaciones más enigmáticas.
Bien es cierto que durante mucho tiempo se consideró este cuadro como de género, pues en él se nos mostraba el día a día de unas mujeres en su taller durante la jornada de trabajo, no obstante gracias a los estudios llevados a cabo por Ortega y Gasset y también por el historiador español, Diego Angulo Iñiguez, se llegó a la conclusión de que Velázquez nos mostraba su visión de una fábula mitológica.



La fábula de Aracne está recogida en la obra del escritor romano Ovidio, Metamorfosis, en el que es su libro VI, versos 1-145; más el también poeta Virgilio, hace referencia a esta fábula en su obra Geórgicas.
En ambas se nos cuenta que Aracne era una joven lidia cuya fama era reconocida por su arte como tejedora y bordado. Tanta era su habilidad que hubo quienes llegaron a creer que había aprendido de la diosa de la sabiduría Atenea. Más la soberbia humana nunca es buena consejera e hizo que Aracne retara a la propia Atenea para que la superara en su arte de tejer.



Para ello la diosa se las ingenia decidiendo bajar del Olimpo, disfrazada de anciana, y ambas Aracne y Atenea, bajo la forma humana de la anciana tejedora, se desafían mutuamente. Transcurrida la jornada Atenea descubre que Aracne la supera en habilidad y destreza.
Atenea había tejido un tapiz en el que recoge la victoria de los dioses sobre los mortales, en tanto Aracne representa lo que son las infidelidades y mentiras de Zeus, Júpiter o Apolo: una forma de expresar la total indefensión de los mortales con respecto a las acciones de los dioses.
Todo ello conlleva el enfado de Atenea, la cual raja el tapiz de Aracne y la convierte en araña con la finalidad de que toda su vida fuera un continuo tejer.




En esta singular obra, Velázquez se sirve de distintos "trucos" para atraer la atención del espectador, toda vez que divide la obra en diferentes planos, que deberán leerse como las hojas de un libro, para conocer su total contenido.
Por lo que respecta a los colores, su paleta es prácticamente monocroma, abundando en los tonos ocres, tierras y óxidos, aplicados de forma diluida y con fina pincelada, algo poco común en su época.
Es precisamente el dominio de los pinceles la baza más extraordinaria con la que juega Velázquez, precursor en cierta medida de lo que sería la pincelada impresionista: pocas pinceladas, con el resultado de hacer de una mancha, una figura.


Asimismo, es del todo destacable la perspectiva aérea, algo más que evidente también en Las Meninas, y que nos permite saber de la sensación de que el aire flota y se mueve entre las figuras.
Es un cuadro lleno de dinamismo, de movimiento, a lo cual contribuye el giro de la rueda, de tal forma que gracias a la rapidez de los giros no podemos ver los radios que la conforman.



En definitiva, una obra maravillosa en la que Velázquez se recrea sirviéndose de una fábula que tanto abunda en el mundo de la mitología para ofrecernos toda una lección de ARTE.



Blog incorporado al
Directorio Hispano de las Artes



Fuentes: Wikipedia.
El libro de la mitología clásica.
Ángel Erro.

1 comentario:

  1. me ayudo mucho su información, la utilice mucho para sacar ideas de mi trabajo de lenguaje! muchísimas gracias

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