domingo, 13 de enero de 2019

MYSTIC RIVER.- CUANDO LOS TRAUMAS NOS SOBREVIVEN




Para todos aquellos que somos grandes aficionados al 7º Arte, la figura de Clint Eastwood no ya sólo como actor, sino como director, nos ha ofrecido y sigue ofreciendo grandes producciones que ponen de manifiesto la maestría de Eastwood en la dirección de actores, a la vez que el acierto a la hora de elegir las diferentes temáticas o guiones para cada uno de sus trabajos.


Yo, como aficionada al cine de Eastwood, he visto todas y cada una de sus películas, especialmente las por él dirigidas, más si entre todas puedo elegir una por su mensaje y, sobre todo, por lo que tiene de denuncia de la situación personal y social que sufren los niños, víctimas de abusos sexuales, marcados para el resto de sus vidas, y en el punto de mira cuando delitos de naturaleza similar ocurren en su más cercano entorno, es sin lugar a dudas, MYSTIC RIVER.



Eastwood siempre nos ha mostrado a cara descubierta los que son las grandes dudas a las que se enfrenta nuestra sociedad: el dolor, el miedo, la fatalidad, el paso del tiempo, el destino, y lo que redunda en nuestro futuro, como son los traumas de nuestra niñez.


En 2003 Eastwood dirigió Mystic River, o Río Místico, gracias a la que dos de sus actores consiguieron sendos Óscars: Sean Penn,al mejor actor, y Tim Robbins, al mejor actor secundario.
La película parte de la novela homónina de la que es autor Dennis Lehane.



Con un reparto excepcional, encabezado por Sean Peen, Kevin Bacon, Tim Robbins, Laura Linney, Marcia Gray Harden, Laurence Fishburne y Emmy Rossum, nos encontramos en el epicentro de una película en la que no se vislumbra su final. Asistimos espectadores sorprendidos ante una forma de angustia que crece y que desemboca en un desenlace escalofriante. 


El relato parte de una escena en la que tres niños juegan en la acera de una calle en una barriada de Boston, en el momento en que una pelota se cuela por una alcantarilla, y los pequeños se detienen ante cemento fresco en el que deciden grabar sus nombres, y en tanto Jimmy y Sean (papeles interpretados ya de adultos por Sean Peen y Kevin Bacon) así lo hacen, el joven Dave (al que en la madurez dará vida Tim Robbins) tan sólo consigue poner la primera letra de su nombre, y es entonces cuando un coche se detiene del que, aparentemente, baja un policía que increpa a los chicos por su actuación, obligando a Dave a subir al mismo. Tras varios días de cautiverio, el pequeño consigue escapar, pero la experiencia vivida producirá en el niño un trastorno psicológico irreparable.



Todo ello marcará la vida no sólo de Dave, de sus amigos, de su familia, sino el futuro que siempre nos sorprende, pues transcurridos 25 años desde aquel macabro suceso, la hija mayor de Jimmy es encontrada muerta, asesinada, y todas las sospechas empiezan a marcar una dirección: DAVE.


El hecho cierto es que la noche del asesinato Dave regresó tarde a su casa, con las manos ensangrentadas y cuenta a su esposa una historia que no parece creíble, sembrando en ésta la duda sobre la veracidad de la misma.




Y esa primera duda, confesada a Jimmy después de ser Dave conducido por la policía para ser interrogado, hacen pensar a aquel que Dave es el asesino de su hija y se toma la justicia por su cuenta, a orillas del Mystic, pese a que Dave insiste en el hecho de que él no ha matado a la joven y que si tenía las manos ensangrentadas ese fatídico día lo fue debido a que se enfrentó con un pederasta al que encontró manteniendo relaciones con un menor.


Pero el daño ya está hecho y Dave muere a manos del que creía ser su amigo de la infancia, en tanto la policía va resolviendo el caso y el asesino de la joven Katie no es otro que el hermano pequeño de su novio.
Jimmy descubre que ha matado a un inocente, a un niño víctima de unos pederastas que vio como su vida se destrozaba y él -Jimmy- ha terminado definitivamente con ella.



Y si el comienzo de la película es excepcional su final está a la altura, pues en medio de una fiesta de desfiles y carrozas, el espectador contempla como Sean -Kevin Bacon, detective encargado del caso- observa detenidamente a Jimmy  y le apunta con una pistola imaginaria, conocedor de toda la verdad.



Esta cruda historia sirve a Eastwood para hacernos partícipes de que en la vida de una persona nada está decidido de antemano, del hecho de que por ser víctima, un día cualquiera pasas a tener el papel de verdugo, por la sencilla razón de que tu mente alterada es la que podría llegar a reproducir un crimen igual, y de que de ese horror vivido sólo puede hacer nacer y crecer más horror y más violencia.



La historia del héroe que escapó de sus verdugos no terminó porque sus verdugos volvieron a su vida, tomando como referente sencillamente la experiencia desgarradora de un niño y sus secuelas permanentes.




Y como Eastwood es una persona que gusta de plantearse y desarrollar diferentes experiencias artísticas, la banda sonora de la película es de su autoría, eso sí, interpretada por Lennie Niehaus con la Boston Symphony Orchesta y el Coro del Tanglewood Festival.





Nada más terrible que el abuso infantil, nada más deplorable y depravado que es noticia día tras día, y nada más sobrecogedor que la experiencia de un niño el  hecho de pasar por esa situación, porque toda su vida, su esperanza de futuro queda rota para siempre, y por mucho que se reponga, su mente, su alma, su cuerpo estarán hechos a base de pedacitos rotos, tan frágiles y vulnerables.....y tan visibles que a los ojos de la sociedad se convierten en personas "diferentes" y por ello, incluso, en potencialmente "peligrosas".

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Fuentes: Wikipedia.
www.eldiario.es


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