domingo, 5 de mayo de 2019

POL POT, LÍDER DE LOS JEMERES ROJOS.- LOS MONSTRUOS EXISTEN (II)


Todos escuchamos y hablamos de la existencia de "genocidios", para lo que no hace remontarse siglos atrás; actualmente, son muchos los conflictos que pueden calificarse como tales.
El genocidio se entiende como "la puesta en práctica de acciones coordinadas que tienden a la destrucción de los elementos decisivos de la vida de los grupos nacionales, con la finalidad de su aniquilamiento".


Este término fue acuñado y definido por vez primera por el jurista judeo-polaco Raphael Lemkin, quien en 1939 había conseguido escapar del holocausto y pudo encontrar asilo en los EE. UU., siendo así como lo vino a definir en su libro "El poder del Eje en la Europa ocupada", publicado en 1944.



Es mi intención abundar en el conocimiento y difusión de todos aquellos genocidios de los que han sido víctimas grupos nacionales, con el fin de que no se olviden éstos, ni tampoco la forma de proceder de los que son meramente "MONSTRUOS".

Pol Pot

Entre los años 1975 y 1979, el que fuera régimen de los Jemeres Rojos asesino a más de un millón y medio de camboyanos en el conocido como genocidio camboyano o "auto genocidio", toda vez que tanto los asesinos como sus víctimas eran de una misma etnia.


Las personas asesinadas era consideradas como "enemigos del Estado", por el partido en el poder. Y es así como el total de víctimas vino a significar la cuarta parte de la población del país, siendo por tanto considerado como uno de los mayores crímenes de la historia de la humanidad.


Una vez finalizada la guerra de Vietnam, la invasión por parte de los EE.UU., y de Vietnam del sur a Camboya supuso el final teórico de este genocidio, toda vez que se instauró un nuevo gobierno. Aún así, los que aún participaban de las posiciones de los Jemeres Rojos continuaron su lucha particular, produciendo una huida masiva de decenas de miles de personas hacia Tailandia.


En 1979, en el campo de refugiados de Khao I Dang en Tailandia, frontera con Vietnam, fueron acogidos 140.000 camboyanos y permaneció abierto hasta 1993.
Dos años antes, la firma de un tratado de paz acabaría con las luchas de las guerrillas que habían asolado el país durante décadas.


Este es el final oficial de lo que fue una etapa histórica de persecución, tortura y asesinatos, más la evolución de este conflicto, desde sus inicios, es lo que nos ocupará a continuación.


Es curioso el hecho de que Camboya tuvo durante siglos una de las civilizaciones más desarrolladas y potentes del continente asiático, con avances más que destacados dentro de lo que las comunicaciones, estructuras, siendo la ciudad sagrada de Angkor un centro cultural y político de prestigio. 


En el año 1953, y bajo el gobierno del príncipe Norodom Sihanouk, Camboya obtuvo la independencia de Francia. Fue ésta una etapa en la que se llevaron a cabo reformas y modernizaciones a distintos niveles, si bien el estallido de la guerra de Vietnam contra EE.UU. supuso un duro varapalo, pues Sihanouk se vio desbordado intentando aislar a su país del conflicto.


Fue crucial la posición de los EE.UU., bajo la presidencia de Richard Nixon que llegó a bombardear posiciones estratégicas del país camboyano, además de valerse del general Lon Nol para conseguir que se sublevara contra el monarca y organizara un golpe de estado.


En esta situación se produjo una total destructuración del país camboyano y el liderazgo de Norodom Sihanouk se desplomó. Fue entonces cuando apareció un movimiento insurgente con ideario comunista, apoyado por diferentes figuras políticas, que se dieron a conocer como LOS JEMERES ROJOS, cuyas ideas maoístas se vinculaban con el comunismo agrícola y anticapitalista.


Destacaba dentro de esta movimiento Saloth Sar, apodado más tarde como "POL POT", un individuo nacido en una familia de hacendados, cuya economía le permitió estudiar en el extranjero, concretamente en la Sorbona, en París, si bien nunca se tituló. No obstante, su paso por París le puso en contacto con jóvenes estudiantes de familias poderosas de la antigua Indochina, y entró en contacto con el Partido Comunista Indochino. 


Su "formación" dentro de este movimiento le vino a forjar su pensamiento contra ideas anticolonialistas, antimonárquicas, junto con un grupo de compañeros, todos ellos estudiantes, quienes empezaron a sentar las bases de lo que sería este nuevo movimiento, en el que la crueldad no tenía límites.


De regreso de París, Pol Pot se alía con el eje comunista camboyano-vietnamita, a fin de estudiar y acercarse a la forma en la que se inicia una revolución. Pol Pot encontró su "momento" tras la caída del Partido Comunista Indochino en 1951, convirtiéndose en su principal referente.
En el ideario de los Jemeres Rojos se daba especial atención a la necesidad de aumentar la explotación agraria del país, pues entendían que desde el campo se podría abastecer las necesidades sociales. Lo que era considerado como anticapitalismo, no era más que una forma de colonialismo de Occidente, cuyo objetivo no era otro que acabar con la historia de Camboya. A tal fin, se plantearon el conocido como "Año Cero", a partir del cual la sociedad camboyana empezaría a escribir su propia historia.


La ideología maoísta de Pol Pot le facilitó el acercamiento a la posición ideológica de China, país que aceptó con agrado la amistad de los Jemeres Rojos. Puesto el foco de atención internacional en la guerra de Vietnam, los Jemeres Rojos pudieron actuar sin la atención necesaria y sus crímenes pasaban prácticamente desconocidos.


Los Jemeres Rojos se aseguraron de que ni camboyanos pudieran salir del país, ni extranjeros cruzar sus fronteras, para lo cual instalaron cerca de veinte millones de minas antipersona. Ello vino a traer como consecuencia que las mutilaciones, sobre todo en aquellos que pretendían huir del horror, eran más que frecuentes, y puede afirmarse que 1 de cada 230 personas que vivieron la situación han sido víctima de ellas.

Museo de Minas

Se abolió la propiedad privada, así como los derechos civiles y religiosos, todo ello encaminado a construir una "sociedad comunista perfecta". Muchas industrias, talleres, empresas fueron expropiados, las universidades se clausuraron, así como hospitales y escuelas, que se convirtieron en cárceles o centros de interrogatorios.


De entre todos estas cárceles destaca la llamada Oficina Seguridad S-21 Tuel Seng, en Phnom Penh. La posterior revisión de toda la documentación encontrada en el lugar asombró a la comunidad internacional, por la atrocidad de las torturas que en ella se realizaron: 15.000 prisioneros fueron asesinados, sirviéndose de métodos como aceite hirviendo, latigazos, extracciones de diferentes partes del cuerpo e incluso descargas eléctricas.


En este tipo de centros se obtenía la información suficiente por parte de las autoridades, sobre personas afines o no al régimen, para posteriormente ser llevados a los campos de trabajo o "killing fields", donde eran asesinados en los llamados "árboles de ejecución", y posteriormente enterrados en fosas comunes.


Ideas tan absurdas como el hecho de llevar gafas o hablar diferentes lenguas extranjeras suponían que se era contrario a la causa y eran ajusticiados directamente.
No obstante, lo más terrible fue el adiestramiento de niños, a los que se les otorgó poder militar, ya que el movimiento de los Jemeres Rojos entendía que no estaban manchados por las ideas capitalistas y eran una generación "pura".



Es así como en tan sólo cuatro años, tres millones de camboyanos fueron asesinados, el mayor genocidio de la historia de la humanidad, en proporción al hecho de que un tercio del país fue masacrado: poblaciones musulmanas, familias con relaciones vietnamitas, e incluso monjes budistas -hasta un total de 57.000- se convirtieron en las víctimas de este brutal genocidio.


Fue en diciembre de 1978, a raíz de la invasión de un ejército vietnamita en territorio camboyano, la venganza de los Jemeres Rojos fue tan cruel y terrible que provocó el espanto incluso a su aliada, China, y el movimiento de Pol Pot empezó a caer en desgracia.
Los Jemeres Rojos comenzaron a refugiarse en las junglas, y Pol Pot huyó y permaneció libre hasta 1997. Murió un año después, sin ser juzgado, y bajo arresto domiciliario.


Tuvieron que transcurrir 40 años, después de la caída de los Jemeres Rojos, para dos de sus líderes supervivientes fueran condenados a cadena perpetua por las Cámaras Extraordinarias en la Corte de Camboya (ECCC), auspiciadas por Naciones Unidas.
Los condenados, Nuon Chea, de 92 años, conocido como el Hermano número 2 (el 1 era Pol Pot), y Khieu Samphan, de 87 años, jefe de Estado fueron declarados culpables de genocidio contra vietnamitas y la comunidad musulmana cham, además de muchos otros crímenes, y asesinatos, exterminio, esclavitud y tortura.


Esta terrible historia ha sido acallada durante mucho tiempo por la comunidad internacional, evidentemente, por razones políticas y estratégicas, formando parte del total de 100 millones de víctimas estimadas que los regímenes comunistas de todo el mundo produjeron durante el siglo XX, muchas más que las dos grandes guerras mundiales juntas.


Para opinar, para decidir, para alinearse y para juzgar, todos debemos conocer la historia de nuestra humanidad, en la que las ideologías, políticas, sociales, religiosas, económicas han sido y siguen siendo el principal motor.


Los aficionados al cine tienen una buena opción para saber del conflicto mediante el visionado de una más que magnífica película: "Los gritos del silencio", dirigida por Roland Joffé, en 1984, con una bellísima banda sonora de Mike Oldfield.

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