El movimiento hiperrealista surgió hacia finales de los años 60 del pasado siglo XX en los Estados Unidos de Norteamérica, cuando un grupo de artistas, tomando como base la fotografía para la realización de sus obras, se decidieron a pintar con un total realismo desde objetos hasta las más diferentes escenas y ambientes de lo que era la vida cotidiana.
A día de hoy, este movimiento sigue contando con artistas, con independencia de sus pioneros, que participan de estas técnicas, basándose en la toma de fotografías que luego utilizan en sus lienzos, sirviéndose de cuidadosos y difíciles procesos; mayormente, se trata de obras de gran formato, y en las que el color es una característica común, obteniendo pinturas que son "exactamente" fotográficas.
En este movimiento nos encontramos con la figura de RICHARD ESTES, nacido en Kewanee, Illinois, el 14 de mayo de 1932.
Su formación, entre los años 1952 a 1956 la lleva a cabo en el Art Institute of Chicago interesándose por la obra de diferentes pintores, como Edgar Degas, Edward Hopper o Thomas Eakins.
Terminados sus estudios en Chicago se traslada a Nueva York para continuar trabajando en diferentes agencias de publicidad, así como sociedades relacionadas con el mundo editorial. Ello le permitió conseguir algunos ahorros por lo que decidió viajar a España, en 1962.
Su primera exposición individual la lleva a cabo en 1968, en la galería de Allan Stone de Nueva York; por entonces, en poco más de tres años, era una figura reconocida tanto en su país natal como en Europa.
Sus obras iniciales nos dan traslado de su visión de los habitantes de las ciudades en las que habita el propio artista, así como de la que es su vida cotidiana, si bien, con el tiempo se decanta por la pintura de grandes fachadas, tiendas y escaparates, y es en estos últimos, en sus cristales, donde se ve reflejada la realidad que se advierte en ellos. En sus pinturas juega un papel principal la luz, toda vez que Richard Ester gusta de pintar espejos, cristales y diferentes superficies metálicas.
Richard Ester no se sirve de la fotografía para reproducirla en sus pinturas a modo de realidad, sino que "crea" una realidad mucho más nítida de lo que nuestros ojos nos permiten captar.
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