Es del todo probable que en alguna ocasión hayamos tenido entre nuestra manos un CAMAFEO, joya de gran valor y prestigio realizada a todo relieve obtenido en piedra preciosa, siendo variadísimos tanto los colores como las figuras que en él se representan; mayormente, las piedras utilizadas para su confección eran las ágatas, principalmente, las variedades conocidas como sardónica y ónices, por el hecho de que ofrecen una distinción de tonalidades que haCE que el resultado final, después de su pulido fuese excepcional.
La historia de los camafeos nos lleva a los tiempos más antiguos de la Historia, ya que fueron empleados para confeccionar sellos, artículos de adorno e incluso objetos utilizados para el culto religioso.
Es así que el arte de producir camafeos entra dentro de la escultura, y proviene del griego glíptica -glypho, grabar- (puliendo y rebajando la primera capa de la piedra se dejaba la segunda como fondo y queda aquella con los relieves de la figura).
Entre los camafeos más famosos y hermosos del mundo destaca por su valor y belleza el conocido como el GRAN CAMAFEO DE FRANCIA.
Se trata de un CAMAFEO DE ÓNICE en cinco capas, datado en torno al año 23 dC., siendo el más grande de su tipo, y que ha sobrevivido al paso de los siglos. Su tamaño alcanza los 31 centímetros de alto por 26,5 centímetros de ancho; podemos admirarlo en la Biblioteca Nacional de París.
Con toda seguridad, en su época, fue un objeto de gran valor y cuyo propietario probablemente fuera un miembro de la dinastía Julio-Claudia.
En el camafeo se distinguen claramente tres niveles, en el que el inferior se observan enemigos derrotados de Roma, entre ellos, partos y germanos; en el segundo nivel o nivel medio nos encontramos a personajes vivos de la citada dinastía Julio-Claudia, en tanto en el nivel superior los representados son los miembros que murieron e incluso, algunos de ellos, deificados. Esta maravillosa y original joya contiene un profundo mensaje política, en el sentido de ratificar la legitimidad de la antedicha dinastía, así como los cinco emperadores que pertenecieron a la misma: Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.
Si nos fijamos detenidamente en el que es el nivel superior -dedicado a los muertos- se puede reconocer al emperador Augusto, portando un velo y una corona; a su lado, sobre un caballo alado, Germánico y el hijo de Tiberio, Druso.
La figura que aparece flotante por tanto un globo entre sus manos es posible que sea Eneas; en el estadio medio destaca, sin lugar a dudas, Tiberio -es de reseñar que está dedicado a los vivos-, el cual figura sentado en su trono y rodeado de su madre Livia, Druso III y Calígula; se escenifica una ceremonia especial que podría ser el nombramiento de Nerón como príncipe, ya que está situado frente al emperador.
Curiosamente, este magnífico camafeo fue robado durante la Revolución Francesa, en 1804, si bien se recuperó un año más tarde en Ámsterdam; eso sí, el marco de oro sobre el que se encontraba enmarcado había sido sustituido por uno de bronce.
Si seguimos la trayectoria histórica del Gran Camafeo de Francia, antes de su aparición en el siglo XIII, el hecho cierto es que se desconoce, más es de admitir que habría pasado de emperador a emperador en Roma hasta los tiempos de los emperadores bizantinos. Es así que el camafeo llegó a Francia como parte del tesoro del Imperio Bizantino, al ser vendido por Balduino II de Constantinopla a Luis IX de Francia; muestra de ello es que esta camafeo figura inventariado en la lista 1729 de la Sainte-Chapelle en París. Entre 1342 y 1343, el camafeo fue un regalo de Felipe VI de Francia al papa Clemente VI, y veinte años más tarde el papa Clemente VII lo devolvió al que sería Carlos V de Francia, por entonces aún Delfín.
En 1379 fue trasladado a Saint-Chapelle, y hoy en día permanece, como ya ha quedado dicho, en la Biblioteca Nacional de París.
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