viernes, 18 de marzo de 2022

EUGÈNE ATGET.- LA FOTOGRAFÍA DE LA VIDA DIARIA PARISINA.




La obra artística de EUGÉNE ATGET es todo un legado en forma de crónica fotográfica de imágenes que nos hablan de París, desde su arquitectura hasta las más curiosas escenas callejeras y que marcan los años finales del siglo XIX y principios del siglo XX.



Un trabajo que Eugène Atget desarrolló durante 35 años y que comenzó cuando alrededor de 1890 colgó en la puerta de su estudio un mosaico en el que se decía "Documents pour artistes", -Documentos para artistas-, en el quinto distrito de París, y mediante el que ofrecía a otros artistas imágenes para que las usaran en su propio trabajo, imágenes de todo tipo desde paisajes, animales, flores, monumentos, etc.



Estos inicios en el campo de la fotografía coincidió con una etapa histórica en la que dicha forma de expresión artística pasaba por un periodo de reconocimiento a nivel popular y profesional, ampliándose sus aplicaciones comerciales e industriales; a ello, evidentemente, contribuyó la invención de la fotografía en placa seca, con lo que se puede conseguir preparar placas fotográficas con anticipación y luego revelarlas en un cuarto oscuro: No obstante, Eugène Atget fue siempre partidario del empleo de una cámara de visualización voluminosa y placas de vidrio grandes.



Más antes de seguir con las características de la obra de Eugènet Atget, nos adentramos un poco en lo que fue su vida personal, que indudablemente marca la trayectoria humana en todos los sentidos.

Eugène Atget nació en Libourne, el 12 de febrero de 1857 y falleció en París, el 4 de agosto de 1927; siendo muy niño quedó huérfano de ambos progenitores, por lo que fue criado por sus abuelos maternos en Burdeos y finalizada su educación secundaria se enroló en la marina mercante.




Poco después se trasladó a París, donde intentó meterse en el mundillo artístico, en calidad de actor formando parte de un grupo itinerante, en el que conoció a la mujer con la que permaneció hasta el final de sus días, la actriz Valentine Delafosse Compagnon. Más su etapa como actor terminó a razón de una infección de garganta persistente, que le llevó a probar fortuna, inicialmente en la pintura y posteriormente, en la fotografía.

Hacia 1898 el famoso Museo Carnavalet y la Bibliothèque historique de la ville de Paris adquirieron muchas de sus fotografías; y fue precisamente ésta última la que le hizo el encargo de fotografiar edificios antiguos de París, temática que fue manteniendo en el tiempo, si bien apostando, después de la rehabilitación de antiguos edificios, por esa parte del viejo París que tanto gustaba y sigue gustando a todo amante de la ciudad eterna. Eugène Atget se convirtió en observador y testigo mudo de todo un universo.





Con independencia de su trabajo como fotógrafo, Eugène Atget también ofrecía conferencias y lecturas; más el estallido de la Primera Guerra Mundial llevó a Atget a almacenar todos sus archivos en un sótano, para evitar que fueran destruidos. Terminada la contienda, Atget vendió gran parte de sus negativos a diferentes instituciones aunque continuó con su afición de fotografiar desde edificios a todo tipo de personas, gente de la calle: llegando a tener una auténtica colección de fotografías de la vida diaria de la ciudad de París.

Poco antes de morir Berenice Abbott, que por entonces trabajaba con Man Ray, visitó a Atget y le compró varias de sus fotografías, amén de interesar a otros artistas en el trabajo de Atget, para lo cual se sirvió tanto de artículos, como de exposiciones y libros, e incluso vendió su colección de Artget al Museo de Arte Moderno en 1968.




Uno de los más destacados seguidores de la obra artística de Eugène Atget fue Henri Cartier-Bresson.

La fotografía de Eugène Atget ejerce sobre el espectador un gran poder de sugestión, máxime cuando muestra ese aspecto tan humano de una sociedad que vive su día a día, de forma espontánea y libre; y es del todo cierto que esta singular obra artística se convirtió en motivo de gran interés para los surrealistas, en función de esa especial capacidad intuitiva que consiguió imprimir y captar en los objetos más ordinarios y familiares.




De la misma forma que el protagonismo de la gente de la calle es fundamental en su trabajo, también lo es el tema de la Arquitectura, de la que busca la exaltación de la belleza a través de las diferentes perspectivas historicistas.

Pese a la intensidad de su trabajo, tanto en calidad como en cantidad, Eugéne Atget murió prácticamente en la miseria, lo que no impidió que años más tarde diferentes instituciones como la Biblioteca Nacional de Francia ofreciera una retrospectiva de su obra en 2007.




Fuentes: 
Wikipedia.
https://elpais.com


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