lunes, 23 de febrero de 2015

LA TABLA DE LOS SIETE PECADOS CAPITALES.




Buen día, estimados amigos, hoy nos vamos a detener en el estudio minucioso de una de las siempre interesantes obras de EL BOSCO, Hyeronimus Bosch.
Me refiero a LA TABLA DE LOS SIETE PECADOS CAPITALES, que es un medallón de mesa, y cuyo centro, que se conoce como "El ojo de Dios", ha sido siempre objeto de singular atención. En él puede leerse Cave, cave, dominus vidit (Atención, atención, Dios te ve). Está pintada en forma de una pupila rodeada de una aureola, y en el centro El Resucitado mira a su alrededor, de tal forma que ningún vicio que se lleve a cabo en la tierra puede escapársele.




Utilizando palabras de Oscar Wilde, uno de las personas mas inteligentes e interesantes que ha dado la Humanidad, "Hay pecados cuya fascinación está mas en el recuerdo que en la comisión de ellos".
Esta obra de Hyeronimus Bosch no deja indiferente a nadie y su mayor disfrute lo podemos hacer visitando el Museo del Prado.
Sobre Jerónimo van Aken, El Bosco, sabemos que nació alrededor de 1450 y su vida se desarrolló en la ciudad holandesa de Hertogenbosch, y a la que, sin duda, debe su apodo, El Bosco. En sus venas corría el arte, fue hijo y nieto de sendos pintores, los Van Aken, cuya labor se dedicó fundamentalmente al dorado y prolicomado para la Hermandad de Nuestra Señora en Hertogenbosch.
La producción de El Bosco siempre ha gozado de una gran fascinación, en gran parte debida a sus imágenes, en las que se mezcla lo grotesco con lo monstruoso, mas ello no impide que el humor y el horror también participen del espectáculo. Porque no cabe la menor duda que "plantarse" frente a una obra de El Bosco es disfrutar de todo un espectáculo; era un hombre que estaba verdaderamente obsesionado con el demonio, con la magia, y la muerte, la superstición que por su época era del todo común. En sus cuadros vemos la representación de la locura humana, una locura que recibía siempre castigo. Nada mas cierto indicar que ningún otro pintor ha podido igualar esas temibles y horrendas pesadillas que El Bosco nos presenta en forma de las mas variadas pinturas, con esas criaturas, repulsivas, monstruosas, en donde se mezclan personas y bestias, y que destacan, y de ello no cabe la menor duda, por su animación.





Este tipo de pinturas que representaban situaciones y enviaban mensajes al respecto, al pueblo, eran bastante comunes en la Edad Media, mas lo que resulta original es que fuera realizada en forma de medallón.

Se desconoce quién fue la persona que realizó el encargo a Hyeronimus Bosch, mas sabemos, a ciencia cierta que el rey Felipe II pidió que fuera llevada a El Escorial.
En todo caso no cabe la menor duda que la obra encierra un mensaje moralizador y que, en absoluto, estaba destinada a servir de mesa. Cada esquina contiene una  representación:  la agonía, el infierno, el paraíso y el Juicio Final, que se vienen a denominar "Las cuatro últimas cosas".


La agonía

Si observamos el medallón que aparece arriba a la izquierda, nos muestra "la Agonía", pues representa a un hombre que se despide de su vida terrenal, en tanto en cuanto la Muerte le espera detrás;  un ángel y un demonio luchan por su alma. El moribundo recibe los últimos sacramentos y mira agonizante la rueda  central, la que muestra, precisamente, los siete pecados capitales.
El medallón que ocupa la parte inferior izquierda, representa "el infierno". En él cada pecado está mas que bien expresado; aquél que mire esta parte de la pintura, sin duda, evocará su pasado y qué le espera en función de lo vivido.


El Infierno

El medallón inferior derecho, conocido como "el reino celestial" nos ofrece la visión de ese mas que general deseo de entrar en el cielo, mas sus puertas son estrechas y unos guardianes velan porque la entrada sea minuciosa, solo aquéllos que realmente la merezcan. Jesús aparece sentado en su trono, junto con la jerarquía celestial y de él depende el destino de cada alma. Incluso podemos apreciar como el diablo llega a tentar hasta a las almas que están a la entrada del paraíso, mas el arcángel San Miguel interviene para que ello no ocurra.


El reino celestial

El medallón del Juicio Final, situado arriba en el ángulo derecho es el que cierra el circulo, y nos muestra como los muertos son llamados a la vida, en tanto dirigen sus miradas al medallón de la izquierda, aquél que representa al hombre en su agonía. Cristo domina en el reino de los cielos, vigilando como cada alma libra su propia purificación. 

Evidentemente, podemos afirmar que el ojo de Dios se posa en el espectador que contempla la tabla, y a la vez que le advierte, le bendice. La obra, en su conjunto, nos muestra una sensación de perfecto equilibrio, lo que en lenguaje divino nos brinda una oficial legitimidad.


Si nos situamos en el círculo interior, podemos apreciar, claramente, la disposición de los siete pecados capitales, y cómo se oponen a la ley de Dios. Mas para observar uno a uno cada pecado, debemos ir dando la vuelta a la tabla, girándola e incluso alcanzamos a sentirnos fascinados por las imágenes, llenas de color y vivacidad.

La colocación en la tabla de cada uno de los pecados y el espacio que ocupa fue llevado a cabo por Hyeronimus Bosch concienzudamente. La ira, o cólera, es el pecado mas común y por ello se le reserva el mayor espacio en el círculo. Su observación resulta del todo atrayente, pues si bien en apariencia hay un cierto equilibrio, en definitiva, la figura del personaje, lleno de ira, se muestra desbordada, intentando librarse de la mujer que le impide llevar a cabo su acto fatal.


La ira

Con la soberbia nos encontramos con el espacio mas pequeño del círculo. En él observamos la presencia de una mujer, en una habitación cuidadosamente adornada, y que se mira de una forma mas que coqueta en el espejo. Es Lucifer quien sostiene el espejo en el que se mira la mujer, pues sabe bien que este pecado es fruto del orgullo, la ostentación y la coquetería.


La soberbia

La lujuria está pintada al lado del orgullo. Esta escena tiene lugar al aire libre, y la protagoniza una sociedad refinada, pues para ello basta con prestar atención a la vestimenta de los personajes. En la escena en cuestión encontramos golosinas, música, y hasta un bufón, amén de una tienda bien adornada. La mujer recibe una flor, y a su vez, entrega un filtro de amor a su pretendiente.


La Lujuria

Con la pereza nos volvemos a encontrar en el interior de un aposento, con un personaje principal sentado en el centro, en tanto la escena carece del menor dinamismo. El hombre duerme, al igual que el perrillo que aparece enroscado, en tanto la figura femenina permenece estática, en una especie de duda que la mantiene en tal estado de quietud.


La Pereza

La gula la vemos situada al lado de la pereza, sus personajes solo tienen una finalidad o ambición comer lo mas y mejor posible, presa de un insaciable deseo.


La Gula

Por lo que respecta a la avaricia se desarrolla, curiosamente, delante de un juez de paz. Este aparece sentado debajo de el "Árbol de la Justicia", mas no mira el código judicial que se sitúa ante él. Ello nos viene a demostrar que es un juez corrupto, pues en tanto con el bastón que tiene en la mano rechaza al pobre demandante, mira a la cara al rico que lleva en su mano una bolsa, supuestamente, llena de dinero. Nada más próximo a la realidad....


La Avaricia

La envidia es el pecado que cierra el círculo, y podemos observar una escena que nos lleva a las murallas de la ciudad. Todo lo que se respira es envidia y celos, pues el rico "envidia" al joven que corteja a la muchacha de la casa. El mozo de cuerda, vestido a base de harapos, fija su vista en el rico atuendo del noble; por lo que respecta a los esposos, de sus gestos y miradas se desprende su malquerencia y sus celos. Para rematar la escena hasta los perros pelean por un hueso.


La Envidia


Una vez terminada esta visión de los siete pecados capitales, nuestra mirada deberá dirigirse de nuevo a los cuatro medallones situados en las esquinas, pues, en definitiva hemos hecho un viaje a través de todas aquellas actitudes y situaciones que nos llevarán a ese estado final. Después de una lectura detenida del mensaje que El Bosco nos quiso transmitir con su TABLA DE LOS SIETE PECADOS CAPITALES, todos tenemos la oportunidad de cambiar nuestra vida en la medida de evitar lo que inevitablemente puede estar esperándonos.


La mesa contiene también unas
inscripciones del capítulo 32 del Deuteronimio: "Esa gente ha perdido el juicio y carece de inteligencia: si fuesen sensatos entenderían la suerte que les espera" y "Esconderé de ellos mi rostro y consideraré sus postrimerías".



Hyeronimus Bosch gozó en vida de una gran aceptación, pues en sus obras dejaba que hablase su intuición. Sus colores son brillantes, su trazo está provisto de una gran ligereza y ornamentación. Su interés fundamental radicó en dejar ver en las personas, las fisonomías, los animales lo que su imaginación pretendía transmitir. Pintó, usando mensajes mas que representativos y ejemplarizantes,  haciendo meditar sobre el sentido del futuro; para ello jamás dudó en tratar con la mayor de las durezas a todas las clases sociales, y sobre todo, al clero.
Toda la obra de El Bosco tiene un mensaje simbólico para la Humanidad, que continúa vigente. Es la crónica de un hombre que conocía y sabía de las mas que grandes debilidades humanas.



BUEN DÍA A TODOS



http://directoriohispanodelasartes.com/pura-kastiga/


  

2 comentarios:

  1. Perfecto!!!...Una vez más expones un tema y lo pormenorizas aportando toda la información necesaria...

    Es una placer visitar tu blog...

    Un abrazo querida Rosa

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  2. A tí por tu siempre amable y agradecida lectura.-

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