Tetsuya Ishida
Buen día.
Hoy tenemos como protagonista de este espacio a un pintor, ya fallecido, por cierto, en plena juventud, TETSUYA ISHIDA, nacido en junio de 1973 y cuya vida terminó, a raíz de un extraño accidente de tren que muchos calificaron como suicidio en 2005, cuando contaba con sólo 32 años de edad.
Más es necesario conocer la forma de entender la vida de este artista japonés, en un país en la que el individuo no es más que un engranaje de una compleja maquinaria, para darnos cuenta del por qué de la temática de su obra.
Tetsuya Ishida estudió en la Universidad de Arte Musashino, especializándose en Diseño de Comunicación Visual, si bien no contaba con la aprobación de sus padres, que hubieran preferido para su hijo otra forma de ganarse la vida, como ser maestro o químico.
Si bien sus inicios lo fueron en compañía de un amigo con el que formó una empresa de diseño gráfico, poco después se separaron y Tetsuya inició su carrera en solitario, llevando a cabo numerosas exposiciones, obras terminadas que a su fallecimiento permanecían en su estudio, y que al día de hoy están bastante bien cotizadas.
Una circunstancia del todo cierta es el testimonio que, a través de su obra, nos dejó como legado, y para ello, nos remitimos a un término japonés que se denomina "karoshi", que viene a aludir a la muerte por exceso de trabajo, algo que en la sociedad occidental no acierta a darse, al menos con carácter general, si bien en Japón cerca de 200 japoneses mueren al año víctimas de esta enfermedad, que se manifiesta en forma de derrame cerebral o ataque cardíaco, como consecuencia de trabajar hasta 110 horas por semana, si bien son sólo cifras estimativas, pues dentro de la cultura japonesa este tema se mantiene un tanto oculto.
Y es en virtud de este sentimiento que las obras de Tetsuya Ishida nos llevan a un mundo en el que la persona, o mejor, el individuo pierde su condición de individualidad para pasar a forma parte de un engranaje que no es más que una maquinaria, lo que nos transmite una total ansiedad, angustia y viene a reflejar la profunda crisis de identidad de quienes lo padecen.
Es así que entre sus obras podemos distinguir empleados que forman parte de paquetes postales, se venden en estanterías a modo de productos prefabricados, forman parte del ensamblaje de distintas maquinarias, etc. Es de reseñar los rostros de los distintos personajes que protagonizan las obras de Tetsuya que aparecen desprovistos de cualquier emoción, convertidos en objetos, y que pierden su condición de personas humanas.
Se observan, en mundos de visiones oníricas, en el caparazón de un insecto, una barca-cuna, una bandeja con restos de comida, perdiendo toda posibilidad de que su voluntad les permita evitar esa condición de pasividad absoluta.
Para quien nunca ha visto una obra de este pintor, el efecto inicial es de total sorpresa, y nos sumerge en una crítica descarnada de lo que es la sociedad de su país.
Y si nos fijamos el rostro que se repite en las distintas composiciones es el del propio Tetsuya, con una visión del todo surrealista de las distintas formas de entender la gran crisis que vive la sociedad japonesa, totalmente tecnicista, y en la que el mundo de las emociones ha sido ensombrecido por la brutal imposición de las máquinas.
Su trabajo está más que cuidado y su obra trabajada al detalle.
Su técnica se sirve de capas de pintura aplicadas de forma semi-opaca, en forma de pequeñas pinceladas, y en la que abundan los colores fríos.
Es de esta forma como Tetsuya Ishida nos transmite su miedo, su agonía ante la total evolución de una sociedad que metamorfosea al individuo convirtiéndolo en una pieza más de todo una maquinaria.
¿Dónde termina la emoción? Tal vez nunca ha existido desde el momento en el que las nuevas tecnologías nos han convertido en esclavos de mundos virtuales, a los que TETSUYA ISHIDA ha dado forma a través de su visión del mundo.
Disfruten con la obra de este peculiar artista japonés.
BUEN DÍA A TODOS
PURA KASTIGÁ
Blog incorporado al
Directorio Hispano de las Artes
Fuentes: Wikipedia.
http://blogs.20minutos.es.
http://artigoo.com
Creo que formamos parte de ese engranaje, que nos muestra Tetsuya en sus pinturas, desde hace muchísimos años. Desde mi punto de vista, la individualidad no existe, tan solo lo creemos. Muy buen artículo.
ResponderEliminarGracias, querida, es pura realidad.
EliminarTiene cierto parecido en su temática con Frida Kahalo
ResponderEliminarUna obra dura para reflexionar. Seremos ya productos y no humanos?
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