Considerar a MAXWELL SPENCER DUPAIN como el pionero de la fotografía modernista australiana es reconocer en su trabajo artístico la importancia de su aportación a este movimiento del todo renovador que vendría a ensalzar la libertad creativa y marcaría el fin de los estilos hasta entonces imperantes, convirtiendo la fotografía en una forma de captación de la realidad social presente: la vida es tal y como la vemos...
Es así que sus fotografías se apartan de esas típicas imágenes llenas de nostalgia, en la que se jugaba con los contrastes de luz, los ángulos variables y composiciones creativas.
Maxwell S. Dupain nació en Australia el 4 de abril de 1911 y falleció el 27 de julio de 1992; con solo trece años empezó a hacer fotos ya que recibió una cámara fotográfica como regalo. Cuatro años más tarde ganó el Premio Carter Memorial por el Uso Productivo del Tiempo Libre.
De hecho sus primeras fotografías de paisajes las realizó en tanto estudiaba en la escuela primaria, en el East Sydney Technical College y en la Julian Ashton Art School, entre los años 1933 y 1935.
En la Photographic Society of NSW tuvo como maestro a Justin Newlan, y trabajó para Cecil Bostock en Sidney, lo que determinó el hecho de dedicarse profesionalmente a la fotografía.
Fue en 1934 cuando Max Dupain se independizó y se estableció por su cuenta en un estudio que abrió en Bond Street, Sidney.
Nada hacía presagiar que una fotografía tomada en el año 1937 en la costa sur de Nueva Gales del Sur, en la que destaca la cabeza de su Harold Savage descansando sobre sus brazos en la arena de Cullburra Beach, fuera reconocida a nivel mundial y que para ello tuvieran que pasar 33 años; fue en 1976 la National Gallery de Canberra la adquirió e hizo de la misma una imagen nacional icónica.
A consecuencia de la II Guerra Mundial, y toda vez que Max Dupain sirvió en la Royal Australian Air Force, siendo su colaboración la de crear medios de camuflaje, su trabajo se vio resentido; más finalizada la contienda Dupain decidió establecer un nuevo estudio fotográfico y hacer de la fotografía, no solo un medio publicitario o de servicio a la moda, sino de acercamiento a la realidad cotidiana.
Suyas son estas palabras: "La fotografía moderna debe hacer algo más que entretener: debe incitar el pensamiento y debe dar una perspectiva clara de la realidad, para cultivar una comprensión por parte de los hombres y las mujeres ante la vida que viven y crean"
Es así como, a través del objetivo fotográfico, Max Dupain nos ofreció una lección de esa interacción cotidiana, aportando a su estilo una tendencia naturalista.
Ello no le impidió continuar trabajando para diferentes medios publicitarios e incluso disfrutó con la fotografía de arquitecturas, dedicándose a ella durante los siguientes treinta años.
En 1992 Max Dupain nos dijo adiós y con él se nos fue un fotógrafo exquisito, cuya obra artística debe ser ampliamente conocida y reconocida.
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