El Museo del Louvre es, sin lugar a dudas, uno de los más importantes y fascinantes del mundo, es más sus orígenes se remontan a la Edad Media y su evolución lo ha sido de forma constante y buscando la grandiosidad del edificio que alberga la extraordinaria cantidad de obras de arte que muchos de nosotros hemos tenido la ocasión de conocer directamente.
En sus colecciones se dan cita diferentes épocas de la Historia de la humanidad, como es el caso de las antigüedades egipcias que es una de las civilizaciones que atrae a gran cantidad de público, así como mesopotámicas, prehelénicas, griegas, etruscas o romana.
Más aún sus colecciones de pinturas que abarcan todos los estilos y que suponen una atracción permanente para todo visitante de la ciudad de la luz.
Resultaría del todo imposible resumir en este espacio que comparto con vosotros, el fascinante mundo que reúne El Louvre, pero sí que podemos recalar en una de sus deliciosas galerías, la denominada GALERÍA DE APOLO.
Cuando el 6 de febrero de 1661, un incendio arrasó la conocida, por entonces, Pequeña Galería, que databa del reinado de Enrique IV, fue su nieto, Luis XIV quien optó por ordenar la construcción de una galería aún mayor y más lujosa, una auténtica obra maestra de lo que es la decoración arquitectónica en la que se combinan elementos tan importantes y significativos como son la pintura, escultura y doradura, en la que trabajaron los mejores artistas de la época, y que posteriormente hicieron otro tanto en la conocida como Galería de los Espejos del Palacio de Versalles.
Luis XIV, al que todos conocemos como el Rey Sol, ya que había sumido el sol como emblema, quiso representar su "divinidad" con la imagen del dios Apolo, y de esta forma sería denominada esta renovada galería con el nombre del dios griego de la luz y las artes.
El primer pintor del rey, Charles Le Brun recibió el encargo de gestar la que sería nueva decoración y para ello recurrió a los mejores artistas de la época; esta galería real llegó con el tiempo a convertirse en un "experimento" de cómo conjugar elementos técnicos y arquitectónicos.
Charles Le Brun propuso a Luis XIV una decoración pintada y esculpida cuya temática principal sería el sol y el movimiento de éste en el espacio que aúna tierra, agua y continentes, así como tiempo, representado por el zodíaco. Todo ello vendría a dar a entender la armonía del universo cuyo gobierno residía en Apolo (con el que se identificaba el Rey Sol).
No obstante, la obra quedó inacabada por una sencilla razón: Luis XIV optó por cambiar el Louvre y París por Versalles.
Tuvieron que transcurrir dos siglos para que en 1850 y siguiendo la dirección de Félix Duban, quien encargó a Eugène Delecroix una decoración para los doce metros que abarcaban el techo de la galería inacabada, que vio la luz Apolo vence a la serpiente Pitón, un extraordinario exponente de lo mas destacado del movimiento pictórico del romanticismo.
Es muy significativo el hecho de que a la entrada de la galería nos encontramos con una primera pintura en el techo que representa a Diana cazadora, y también a la luna. Diana porta su corona de media luna, haciendo referencia a la noche, y además y según la mitología Diana es la hermana gemela de Apolo, lo que resulta del todo apropiado para dar coherencia a lo que es un relato mitológico-histórico; Apolo es quien representa el mediodía y el sol aparece detrás de él, así como también podemos observar el amanecer o Aurora.
Asimismo, se procedió a la decoración de las paredes a base de tapices que representaban los 28 retratos de los soberanos y artistas que, a lo largo de 800 años de su historia, habían contribuido a la construcción y decoración del palacio de El Louvre.
Es del todo necesario resaltar el hecho de que durante la Revolución Francesa muchos de los objetos que permanecían en esta galería fueron dispersados, más gracias a Napoleón I pudieron ser reunidos nuevamente.
Fue así que tras la revolución y la caída de la monarquía, el Palacio del Louvre fue destinado, por decreto de mayo de 1791, a funciones artísticas y científicas, para posteriormente, recoger las colecciones de la corona; una parte de El Louvre se abrió al público como museo el 8 de noviembre de 1793.
En la actualidad en esta galería podemos disfrutar de la espléndida colección de piedras preciosas, talladas con minerales como el ágata, la amatista, lapislázuli, jade ..., y decoradas con metales preciosos, todo ello reunido por los reyes de Francia, principalmente, por parte de Luis XIV quien sentía un total fascinación por las piedras preciosas.
Entre las más que espléndidas piedras y joyas que alberga esta colección esta la espinela llamada Costa de Bretaña, tres diamantes que se conocen con los nombres de El Regente, El Sancy y El Hortensia, y todo tipo de joyas reales, exponentes de lo que fue el reinado de El Rey Sol.
Fuentes:
Museo del Louvre.
Wikipedia.
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