La historia de la medicina y la farmacopea debe mucho a un médico y botánico de la antigua Grecia, que ejerció la medicina en Roma.
PEDANIO DIÓSCORIDES ANAZARBEO nació en Anazarba, Cilicia, en Asia menor en el siglo I, autor de la obra De Materia Medica, un exhaustivo trabajo que se convirtió en el más importante manual de farmacopea y que alcanzó una extraordinaria difusión durante la Edad Media y el Renacimiento.
Gracias a este bellísimo Códice la transmisión de los conocimientos sobre plantas medicinales ha perdurado a través de los siglos.
Según consta en una carta que sirve de prólogo a la obra, el propio Diascórides hace referencia a su condición de cirujano militar en el ejército romano, lo que permitió que pudiera conocer tal variedad de plantas de muchas partes del mundo.
Los conocimientos de Dioscórides alcanzaron a debatir sobre el valor medicinal y dietético de diferentes alimentos como la leche o la miel, así como la preparación, aplicación y tratamiento de los más variados productos químicos, como el mercurio, el arsénico, el óxido de cobre o el acetato de plomo; asimismo, conoció sobre el valor como anestésico de pociones elaboradas a base de opio o mandrágora.
Los cinco volúmenes de los que se compone la obra nos aportan información sobre cerca de 600 plantas medicinales, 90 minerales y hasta 30 sustancias de origen animal, y su difusión lo fue tanto en su texto original -el griego-, como en diferentes lenguas, latín y árabe.
Del que se tienen más antiguas referencias es el que fue copiado para ser empleado por una patricia romana, Anicia Juliana, hija del emperador Anicio Olibrio, y está datado en el siglo VI.
Este curioso manuscrito se compone de 491 folios y destacan sus casi 400 ilustraciones que completan páginas enteras.
Actualmente se conserva en la Biblioteca Nacional de Austria, y se sabe que fue adquirido por el emperador Maximiliano I. Se le conoce como el Dioscórides de Viena.
Durante la época de Abderramán III (891-961), que fuera califa de Córdoba, la obra fue traducida al árabe, y en 1518, fue Antonio de Nebrija quien realizó la primera copia al latín en la Escuela de Traductores de Toledo. En 1555, fue la ciudad de Amberes, y por parte del editor Juan Latio (1524-1566) a quien debemos una traducción del latín al español, realizada por Andrés Laguna, a la sazón médico del papa Julio III.
El hecho cierto es que Andrés Laguna, quien había leído innumerables tratados sobre plantas medicinales, añadió una serie de dibujos diseñados por él mismo, y que fueron grabados en tacos de madera a la fibra.
Fue así como el códice fue editado y perfeccionado con el tiempo, hasta que en siglo XIX se realizó una copia facsímil.
Y es que nada existe más acertado como abundar en el conocimiento de los que nos precedieron, muchos de los que a día de hoy permanecen olvidados, más que fueron del todo fundamentales para ciencia que empleamos y que nos resulta tan útil.
Wikipedia.
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